miercoles Ť 25 Ť julio Ť 2001

José Steinsleger

Izquierda y neoliberalismo

La generación que forjó a Nayar López Castellanos, joven politólogo mexicano (1970), fue tributaria de un canon que se mantuvo vigente por espacio de 200 años: luchas que abrazaron la divisa "libertad-igualdad-fraternidad"; luchas por la democracia y la justicia social; luchas surgidas de multifacéticas culturas nacionales que reclamaban su identidad en el concierto de la cultura universal.

Por el contrario, la generación de Nayar tuvo que vérselas con la vertiginosa aparición de hieráticas corrientes filosóficas que a escala mundial se propusieron la homogeneización de todas las opciones de lucha, diluyéndolas en la relativización del canon referido.

La "posmodernidad" o "modernidad neoliberal" (eufemismos concebidos para ennoblecer el capitalismo salvaje y de paso negar lo progresista del pensamiento liberal) plantearon que la conciencia social es un "mito" y que sólo el "mercado" se rige por "leyes". Las sociedades no. En las sociedades no hay leyes ni ideologías. Sólo hay "puntos de vista". Falacia que, oligofrénicamente, redujo la definición de "libertad" y "democracia" al limbo conceptual del analfabetismo ilustrado: democracia es democracia y libertad es libertad.

Las consecuencias saltan a la vista: esas producciones simbólicas de elevada complejidad que expertos manipuladores del intelecto inventan a diario de manera totalmente artificial, para un público totalmente engañado. El estadista, el funcionario, el intelectual, el académico, el artista ya no es un productor independiente. Debe tener en cuenta los criterios de comercialización del gran capital, aplicado a la política como negocio. Capacidad que no sólo transforma la democracia y la política en mercancías, sino también cada minúscula necesidad y deseo de nuestras vidas.

Se entiende que, ante las "opciones" en danza, los jóvenes sólo atinen a conectarse los audífonos del walkman con el fin de programar su propio espacio sonoro, o bien ocupar el territorio de los demás con una invasión de decibeles que pronostica una raza de mutantes o de sordos. Pero también hay jóvenes que, preocupados por desmentir la arbitraria coherencia de lo real, se internan en el juego de lo posible como crítica al supuesto orden natural de la cosa política y social.

En Izquierda y neoliberalismo: de México a Brasil (Plaza y Valdés, México 2001), Nayar López Castellanos, uno de esos jóvenes, navega por las turbulentas aguas de países aparentemente disímbolos para demostrar que la internacionalización del capital es inseparable de su efecto disolvente sobre los Estados-nación, sin algo creíble que los sustituya.

El método de exposición es riguroso: los primeros capítulos tratan acerca del impacto del neoliberalismo en América Latina y en los partidos de izquierda que se debaten entre el ser y no ser de su ideología. Los restantes analizan la formación, desarrollo y propuestas programáticas del PRD en México y el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, observando en el análisis la gravitación del EZLN y el Movimiento de los Sin Tierra (MST) en ambos países.

"En lugar de revolución -dice Nayar- hoy ya sólo se habla de democracia. No se trata sólo de un cambio de conceptos para sustentar los objetivos de la lucha, pues sin duda... sin democracia el socialismo está condenado al fracaso".

A renglón seguido, advierte: "...un movimiento que carece de un objetivo final, diferente al 'statu quo', seguramente terminará repitiendo los usos y costumbres del poder, como de alguna forma lo han comenzado a hacer muchas de las fuerzas de la izquierda latinoamericana" (p. 197).

Nayar navega con una sola bandera: la de la izquierda con adjetivo, combativa, que sólo puede enarbolar el pensador sustantivo. No piensa el mundo como el diletante del intelecto que entre sus arreos incluye banderas que se enarbolan según el clima de puertos y temporales. Y tampoco adhiere a esa noción de moda que so pretexto de la "desmitificación" le sugiere al ciudadano el abandono de conceptos como patria, soberanía y nación. Con todo, el desenmascaramiento de la falacia neoliberal es una tarea relativamente sencilla. En cambio, la construcción de los proyectos políticos pensados para combatirla ha devenido en una tarea singularmente difícil.

Sin amedrentarse, y habiendo abrevado en los mejores tramos del México latinoamericanista, Nayar López Castellanos aceptó el desafío. Si la izquierda continúa en su empeño de tornarse más "pragmática y calculadora", nos dice en su libro, será imposible "...construir un Estado que se pueda presentar como la mejor oferta ante las sociedades y como la propia brújula de su actuación política". Tomémosle la palabra, oigámosle con atención.