Ť No alcanzó a aportar su análisis de la cumbre del Grupo de los Ocho en Génova
Falleció Indro Montanelli, uno de los periodistas más relevantes de Italia
Ť El aburrimiento es uno de los pecados más graves en el oficio de informar, escribió
RENATO RAVELO
Indro Montanelli, considerado uno de los periodistas de mayor prestigio en Italia, murió este fin de semana a los 92 años en un hospital de Milán, sin que pudiera dejar su dicho acerca de los sucesos de Génova y la cumbre del Grupo de los Ocho, pero sí su concepto del periodismo en la actualidad: ''El periodista hace 50 años era el vehículo de las noticias, hoy es el intérprete''.
Nacido en la localidad toscana de Fucecchio, entre Pisa y Florencia, Montanelli cursó sus estudios superiores en la Universidad Degli Studi de Florencia y en la Sorbona de París, donde se licenció en ciencias políticas y derecho. Completó sus estudios de historia en Alemania.
A pesar de que llevaba tres semanas en el hospital, todavía este fin de semana entregó su colaboración, que reproducía el diario La Vanguardia de Barcelona y en la que reflexionaba:
''¿Qué es un periodista hoy? Desde luego no es lo que era hace 50 años. Entonces era el vehículo de las noticias. Hoy, diría yo, es sobre todo el intérprete de las noticias. No sólo cuando hace de comentarista. También cuando hace de cronista. La mole de noticias es tal que la selección de éstas ya implica un juicio de oportunidad y de valor''.
Del fascismo a la resistencia
Montanelli, de 1939 a 1972, fue corresponsal y columnista de Il Corriere della Sera y como tal cubrió diversos frentes durante la Segunda Guerra Mundial, así como la Guerra Civil española.
El abandono por parte de Montanelli del influyente diario italiano ocurre cuando éste cambio su línea ideológica y en ese 1972 fundó Il Giornale, de Milán, que salió a la calle con la idea de ser un periódico independiente. En él hizo famosa su sección Contracorriente, cinco líneas diarias en las que mostraba su marcado sentido crítico y humorístico. Estuvo al frente de este medio hasta 1994, cuando irrumpe Berlusconi en el panorama político italiano y con quien a partir de entonces mantendría una crítica relación.
Berlusconi había rescatado Il Giornale cuando éste entró en crisis económica, pero después de una relación de mutuo respeto e independencia, que había durado 20 años, la entrada a la política del empresario italiano hizo renunciar a Montanelli quien no quiso escribir al dictado.
Seducido en su momento por el fascismo del que luego se desengañó para pasarse a la resistencia, Montanelli gustaba de identificarse con sus experiencias en las guerras de España y Finlandia, países con los que se sentía hijo de su tiempo, si bien confesaba que con la Segunda Guerra Mundial se sintió más bien huérfano.
El periodista italiano mantuvo una equidistante animadversión con el fascismo y el comunismo, y llegó a manifestar una fe más bien en la palabra libre de quien testimonia los hechos.
El Montanelli que fue herido por una ráfaga de balas en 1977, también escribió una novela que posteriormente fue llevada al cine y galardonada con el León de Venecia en 1959: El general de la Rovere, de Roberto Rossellini, en la que el intérprete fue Vittorio de Sica.
Liberal y pesimista, como gustaba definirse, entregado a los lectores -que no le fueron fieles a su salida de Il Giornale cuando fundó La Voce-, Montanelli publicó el mismo día de su muerte, que provocó conmoción en la derecha y en la izquierda política de su país, sobre el oficio del periodista: ''Tanto ayer como hoy, el periodista ha de interesar al público. Hay muchos pecados que se pueden cometer en el ejercicio de la profesión. Entre los más graves está el aburrimiento. Interesar quiere decir explicar, responder, suscitar curiosidad, sorprender, fascinar, incluso divertir, según los casos y las necesidades. Mal si uno tiende a sorprender cuando basta con explicar''.