MARTES Ť 24 Ť JULIO Ť 2001
Ť Analistas cuestionan la ambigüedad de la declaración
Contrastante posición de Putin sobre acuerdo antimisiles con EU
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 23 de julio. Es difícil de saber qué tanta sustancia hay detrás de la declaración conjunta, emitida el domingo por los presidentes ruso y estadunidense, Vladimir Putin y George W. Bush, sobre el aparente entendimiento de vincular los planes de Estados Unidos para construir un escudo antimisiles a una negociación para reducir los arsenales nucleares de ambas naciones.
Muchos se preguntan aquí si el anuncio representa realmente un cambio de actitud del titular del Kremlin respecto del controvertido tema o es una nueva muestra de la inconsistencia de Putin, que suele prestarse al juego de las ambigüedades, siempre en aras de mantener la apariencia de que Rusia sigue mereciendo trato de superpotencia, dependiendo del interlocutor.
El texto completo de la declaración conjunta, apenas cinco renglones, no arroja mucha luz. Conviene reproducirlo íntegro: "Coincidimos en que los importantes cambios ocurridos en el mundo exigen una discusión detallada de los sistemas ofensivos y defensivos. Ya tenemos algunos ámbitos considerables de entendimiento. Empezaremos pronto consultas intensas sobre los aspectos interrelacionados de los sistemas ofensivos y defensivos".
En sentido estricto, la declaración armó un gran revuelo más bien por lo que no dice.
Analistas locales destacan, en primer lugar, que contrasta con la posición que había venido asumiendo Rusia de rechazo abierto a cualquier modificación del Tratado de Defensa Antimisiles, conocido como ABM por sus siglas en inglés y firmado en 1972.
Hace unos días, en presencia del líder chino, Jiang Zemin, Putin reiteró una firme adhesión al ABM y, poco después, llegó a sostener que Rusia no permitiría ninguna alteración de la estabilidad internacional, para lo cual, subrayó, cuenta por sí misma con fuerzas y recursos suficientes.
De la significativa omisión se comienza a inferir que Rusia estaría dispuesta a pactar una reducción de los arsenales nucleares a cambio de olvidarse del polémico escudo antimisiles estadunidense.
Algunos periódicos locales van aún más lejos, respondiendo a los intereses particulares de sus dueños. El Kommersant, por ejemplo, que pertenece al magnate Boris Berezovsky, exiliado y enfrentado a Putin, salió este lunes con una escandalosa cabeza de ocho columnas: "Rusia se rinde", acompañada de una enorme foto de Putin con los brazos en alto.
Lo único que explicaría que Putin no haya sido tan drástico en Génova sería la repentina aceptación de Bush de reducir, en igual número, hasta un máximo de mil 500 ojivas nucleares, los arsenales de cada uno. Actualmente, Estados Unidos tiene mil 300 ojivas y Rusia, mil 100.
Era una antigua iniciativa rusa, dictada por el pragmatismo, ante la falta de recursos para sustituir la totalidad de los misiles intercontinentales portadores, en su mayoría al borde de la obsolescencia.
De ser así, Putin habría dejado abierta la puerta a una larga y compleja negociación puesto por Bush frente al dilema de militarizar la economía rusa o buscar una salida decorosa que evite meterse en una nueva carrera armamentista que no podría soportar el país.
Para salvar la cara, Rusia podría presentar la reducción de arsenales nucleares, que se llevaría varios años negociar, como el establecimiento de un nuevo equilibrio estratégico y admitir algunas modificaciones al Tratado ABM, que teóricamente le permitirían crear su propio escudo antimisiles.
Como Rusia no tiene dinero para ello, sólo le restaría apostar a que el escudo antimisiles estadunidense resulte inviable.
Además, si no se refrenda el compromiso de negociar la reducción de los arsenales nucleares en los términos que le conviene, Rusia puede volver a enarbolar la bandera del rechazo a modificaciones unilaterales del ABM, y se volvería al punto de partida.
En el fondo, quizá los estrategas rusos hayan sugerido a Putin que la obsesión de Bush de sacar adelante el escudo antimisiles tiene mucho más motivaciones de orden económico que militar, pues ni los llamados Estados "enemigos" representan una amenaza real ni habría escudo capaz de interceptar 200 ojivas, ya no digamos mil 500 lanzadas de modo simultáneo.
Faltaba encontrar una solución que no humillara a Rusia, al poner en evidencia una debilidad que no se corresponde con el estatus de superpotencia que sigue reclamando, y que podría haber empezado a gestarse en Génova.
Advertencia sobre tiempos
"No se equivoquen en absoluto, yo creo que es importante trascender el tratado ABM", advirtió Bush desde Italia, al manifestar su disposición a continuar las negociaciones con Moscú sobre el escudo antimisiles y las modificaciones al ABM.
Si bien se manifestó dispuesto a otorgarle tiempo a su colega ruso, advirtió que "el tiempo es esencial, y si no llegamos a un acuerdo tendremos que aplicar la medida (antimisiles)", reportaron agencias de prensa en la capital italiana.
Por lo pronto, dijo Bush, Washington iniciará las investigaciones y continuará los ensayos de intercepción de misiles encaminados a la puesta en marcha del escudo de defensa.
Bush se entrevistó en Roma con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, quien manifestó el apoyo de su país al establecimiento del escudo antimisiles, y criticó a las naciones que se oponen a ese proyecto, en alusión a Francia y Alemania.