martes Ť 24 Ť julio Ť 2001

Alberto Aziz Nassif

ƑUn nuevo proyecto para la izquierda?

Una de las piezas más importantes en cualquier transición democrática, como la que experimenta México, es el debate sobre las posiciones políticas y los proyectos de país. Un signo de los nuevos tiempos democráticos ha sido el incremento en los decibeles del discurso político, pero simultáneamente ha aumentado el ruido público en el cual las distintas fuerzas se atrincheran para atacar al contrario y repiten frases hechas, sin que podamos llegar a un debate de proyectos. En pocas palabras: el nivel y la calidad del discurso político siguen empobrecidos. Es problema de todos los actores, pero una parte importante de la responsabilidad la tiene la izquierda, que ha insistido todo el tiempo en que tiene un proyecto diferente al del actual gobierno, pero la realidad es que no se ve por ningún lado.

En estas semanas apareció el nuevo libro del sociólogo inglés Anthony Giddens, La tercera vía y sus críticos, en el cual hace una defensa de las múltiples críticas que le hicieron a su obra anterior: La tercera vía. Lo primero que pensé al leerlo fue que debería ser materia de discusión y del debate que tendría que dar la izquierda en México.

En estos momentos, cuando el priísmo, su cultura y su aparato están en decadencia y de salida, el país necesita un polo que haga contrapeso y balance a la "derecha" que gobierna actualmente. En la confusión hay muchas voces que se alarman porque la "derecha" llegó al poder, y preguntamos, Ƒacaso el PRI no era "derecha", sólo que de corte autoritario?

El contrapeso necesita venir por parte de una izquierda moderna que pueda responder a los desafíos que tiene México en este nuevo siglo; para empezar se requiere aprovechar la globalización y los mercados, no negarlos ni pelearse con ellos.

Estos dos libros de Giddens muestran un proyecto político para renovar la socialdemocracia. Los críticos de la izquierda tradicional han dicho que los planteamientos de la tercera vía contienen: un "proyecto político amorfo", que no mantiene la perspectiva propia de la izquierda, que hay una aceptación básica del neoliberalismo, que se trata de un proyecto anglosajón, que no tiene una política económica diferente a privilegiar el mercado y que no presenta una estrategia eficaz para abordar las cuestiones ecológicas (pág. 32).

Giddens desarrolla su propuesta con base en las siguientes tesis: un nuevo proyecto de izquierda tiene que partir de una "lógica después de 1989", la cual significa que hay muchos factores que están fuera de la contraposición izquierda/derecha y se ubican en el centro político; que las tres áreas de poder: gobierno, economía y sociedad civil necesitan estar en un equilibrio, ya que un Estado demasiado grande o muy restringido resulta problemático, al igual que un mercado expandido a todo el conjunto social hace fracasar la vida pública. Uno de los factores más destacados es que un desarrollo para combatir la exclusión y la pobreza tiene que partir de la premisa: "ningún derecho sin responsabilidad", como núcleo de un nuevo contrato social; en la nueva economía globalizada y de la información se tiene que invertir de forma significativa en el capital humano; otro principio de la tercera vía es que el combate a la pobreza y la exclusión tiene que partir de una "igualdad de oportunidades" como forma de limitar las desigualdades; y por último, señala la necesidad de situarse en el cambio global para salir de la actitud aislacionista que afecta a importantes sectores de la izquierda tradicional (pág.60).

La izquierda mexicana, en sus diferentes versiones, no ha terminado de ubicarse en la lógica después del 2 de julio, y quiere ver al gobierno foxista como otro gobierno priísta más; sigue con planteamientos viejos, confrontacionistas, como la posición del PRD que ubica al foxismo como su adversario principal. Tal vez el resultado del 2 de julio para el PRD, como el representante más importante de la izquierda partidista, significó un techo histórico de crecimiento; obtuvo el mismo número de votos que en 1994 y 1988. Si el supuesto es real, para romper ese dique y conseguir el apoyo de otros sectores sociales que no forman el voto duro de la izquierda, se necesita un nuevo proyecto político que pueda superar las viejas obsesiones de la izquierda frente a la globalización, y le permita establecer un pacto para impulsar la consolidación democrática.

Como dice Giddenes: si para la derecha el mundo global es una oportunidad, para la vieja izquierda es una amenaza, pero para una nueva izquierda puede ser un desafío. El día que éste sea el punto de partida para la izquierda mexicana, otro será su horizonte y su futuro.