Lunes en la Ciencia, 23 de julio del 2001



 

Nexos entre conductas criminales y acumulación de sustancias neurotóxicas en el cuerpo

Contaminación y violencia

Victoriano Garza Almanza

crimen violentoHace 17 años, en julio de 1984, James Oliver Huberty entró a un establecimiento de comida rápida en San Ysidro, California; de entre sus ropas sacó varias armas y disparó a matar contra los comensales. "La sociedad ha tenido su oportunidad", gritaba. "Voy a cazar, a cazar humanos". Poco después cayó muerto a manos de la policía. Huberty asesinó a 21 personas, la mayoría eran niños.

La oficina forense ordenó practicarle al cadáver de Huberty todos los exámenes posibles, entre ellos análisis toxicológicos. Se le encontró una cantidad inusual de cadmio: "la suficiente para matar a dos personas", dijo quien examinó las muestras. El cadmio es un metal pesado que cuando ingresa al organismo destruye los riñones y daña el sistema nervioso. Los expertos no se explicaban cómo es que el tipo no hubiera muerto semanas atrás.

Investigaron cómo fue que Huberty se contaminó y encontraron que, antes de migrar a California, trabajó como soldador. La exposición a los gases tóxicos, sin protección alguna, le enfermaron y provocaron transtornos mentales. Un antiguo compañero de trabajo declaró que Huberty continuamente decía que los humos de la soldadura lo estaban volviendo loco.

William Walsh, quien estudió el caso desde el principio, hizo un descubrimiento sorprendente: en el organismo de Huberty y en el de otros que han ejecutado masacres y actos de extrema violencia se encontró la presencia y acumulación de contaminantes de propiedades neurotóxicas.

La relación entre la presencia de ciertos contaminantes que afectan la conducta humana y el crimen violento interesó, desde los noventa, a numerosos investigadores que hoy exploran esta rama de los campos de la neurotoxicología, criminología y salud ambiental.

Roger Masters es uno de los principales exponentes de esta línea de investigación. Asegura que "la contaminación ambiental puede interactuar con la pobreza, subalimentación, consumo de alcohol, uso de drogas y estrés social, para situar a algunos individuos en riesgo de toxicidad subclínica, la cual se manifiesta por una pérdida de control de los impulsos y un incremento del crimen violento". Neurotóxicos como plomo y manganeso, combinados con una dieta pobre y deficiente en vitaminas y minerales, alteran las funciones normales del cerebro.

Sus estudios, que abarcan el territorio de EU, y cuyas fuentes son los archivos de la FBI, penitenciarías, etc., muestran una estrecha relación entre contaminación y conducta criminal violenta.

Masters asegura que las teorías sociales sobre la violencia son insuficientes para explicar la tasa de criminalidad presente en los condados de EU, donde los crímenes violentos varían de menos de 100 a más de 3 mil por cada 100 mil habitantes.

Considerando todas las variables sociales que convencionalmente se aceptan como causales de conducta criminal, Masters demostró que el crimen violento es tres veces mayor que la tasa nacional en aquellos lugares en donde hay actividad industrial que libera plomo o manganeso.

crimen violentoLa preocupación por entender cómo la contaminación afecta a la salud ha hecho que el gobierno de EU promueva la creación de centros de estudio de salud ambiental urbana en universidades. Actualmente cuentan con 28 centros, mientras que en AL no existe un solo organismo similar.

La contaminación ambiental es omnipresente, no podemos controlar la inhalación de partículas tóxicas ni evitar ingerirlas mediante el agua, alimentos o medicamentos peligrosos autoadministrados o mal dosificados. Algunos se acumulan en el cuerpo y causan daños irreversibles.

Masters no asegura que los contaminantes neurotóxicos sean la principal causa de violencia urbana, pero sí que es un co-factor no considerado anteriormente Este hecho cimbra la estructura teórica de la conducta social, programas educativos y reformatorios, sentido e impartición de justicia, protección ambiental.

Masters también plantea el problema neurotóxico del flúor y su aplicación al agua. La fluoración se empezó a utilizar hace más de medio siglo como medida preventiva contra las caries.

La polémica se ha suscitado porque indiscriminadamente se provee de flúor a la gente. Las condiciones de hoy son diferentes a las de hace 50 años, ya hay otras formas de tratar los problemas bucales que se quisieron prevenir poniendo flúor al agua. Expertos aseguran que ya no es necesaria la fluoración y, en cambio, que sí es potencialmente peligrosa dados los riesgos que entraña al sistema nervioso.

Normas de control de la contaminación, agua de consumo, salud ocupacional, alimentos, medicamentos, tendrán que ser revisadas y replanteadas a la luz de los hallazgos que se están produciendo. Lamentablemente, para hacer estudios serios son contados los toxicólogos de carrera en México y menos aún los laboratorios con capacidad instalada.

Los neurotóxicos son una realidad. Plomo, mercurio, manganeso, cobre, cadmio y otros metales y sustancias peligrosas son contaminantes y tienen un riesgo potencial desconocido, que obliga a investigar sus repercusiones para prevenir y minimizar su impacto en sitios de trabajo o lugares presuntamente contaminados. >

El autor es investigador del Programa Ambiental de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

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