LUNES Ť 23 Ť JULIO Ť 2001

José Cueli

La muerte bajo la noche

El Zotoluco se tornó el amo y el alma de la sangrienta feria de Pamplona de este año, con una nota de frescura y de vida al prodigar su intimidad torera en derroche cuantitativo de valor frente a los terribles miuras que despachó y que antes habían mandado a Juan José Padilla -su alternante- a la enfermería, con una cornada en el cuello que a punto estuvo de mandarlo a otro espacio.

Este Zotoluco que no luce en México como en España, al necesitar de toros con años, trapío, barbas -pitones, musculatura-, casta, sentido, y lo que hay que tener. Lo contrario de nuestros novillines, cornicortos, engrosados, mansos mensos. Al no ser Zotoluco torero de exquisiteces estos toritos le impiden mostrar su maestría, conocimiento de las distancias y el poderío que demostró -otra vez- al destroncar a esos miuras de los de antes y generar la emoción torera.

Esos miuras que asomaban por la puerta de toriles, entre el vino y ajo arriero de los mozos pamplónicos, y que al embrujo del capote de Zotoluco, doblaban el robusto cuello, mientras las gaitas sembraban de chorizo el ruedo sobre las penas de su situación política -un asesinato de ETA, ese día. Vuelo de la muleta zotoluca y los miuras crujían y los mozos callaban. A un navajazo de tan descomunales pitones de uno de los miuras, de un lado a otro y de arriba abajo con un doblón rodilla en tierra, el torero azteca lo dejó quieto y la plaza entera se le entregó.

El Zotoluco, cuerpo de mimbre, tez aceituna y rasgos de su raza azteca curtidos con polvo del camino en su recorrer las plazas de toros del mundo, se estiró en lances increíbles en que giraba y echaba pa'lante, y terminar de estocadas en lo alto, volviendo a jugarse la vida y resolviendo con su muleta doninadora. šVenga torero!

La plaza pamplonesa estremecida; cuatro miuras había matado Zotoluco y en apoteosis salía en hombros al cante del šPobre de mi...!