lunes Ť 23 Ť julio Ť 2001
Armando labra
De indios y vaqueros
Pues parece ser que en esta película ganarán los vaqueros, pero sólo al principio. Los siguientes episodios quién sabe, pero seguramente no serán el bueno, el malo o el feo, sino el indio quien ría al final.
La película se llama La ley de los indios y tiene como curiosidad que en ella no aparecen los indios. Ni para hacer el guión. Claro que vinieron a hacer todas las pruebas de actuación y salieron airosos. Dominaron los escenarios, hicieron temblar a los vaqueros, al camarógrafo y al director, pero al final, no les dieron ningún papel.
Entre el bueno ni tanto, el malo malísimo y el feo feo, se encargaron de hacer un culebrón, tirando a churro, que a nadie ha dejado contento. A los indios porque ningún derecho les concede, sólo declaraciones. A los gobernadores donde viven los indios le echa una bomba de tiempo cuya magnitud conoceremos cuando el resto de los indios vea que no sólo no está en la película, sino que seguirá tan o más explotado que antes. Al director, porque ni se le tomó en cuenta.
Si los abogados que saben del asunto tienen razón, esta película lo que ocasiona es la anulación de otra que se llamó La ley de la amnistía, merced a la cual no eran perseguidos aquellos indios que se embozaron tras sus paliacates en un lugar de la selva y desde hace siete años están rodando su propio filme. Ahora quién sabe. Seguramente los encapuchados tendrán que dejar los ensayos para regresar a sus rifles, porque al cesar la amnistía gracias a la nueva ley de los indios, se les considerará simplemente como delincuentes y deberán quedar totalmente fuera de cuadro. Vivos o muertos.
Otras películas se verán obligadas a salir de las salas de exhibición, a pesar de haber obtenido todo tipo de premios y reconocimientos. El gran éxito Indios y leyes en Oaxaca, que aseguró los papeles principales precisamente a los indios, ahora deberá ajustarse a los términos de la nueva ley y, en consecuencia, se anularán los espacios que ya disfrutaban las comunidades indígenas de ese estado del sur.
La pregunta esencial es: Ƒse vale legislar sin tomar en cuenta a los afectados? ƑTiene alguna lógica hacer leyes para los indios sin los indios?, Ƒpara el pueblo sin el pueblo?, Ƒpara la industria eléctrica sin los usuarios?
Hay aquí un problema de fondo que tendrá repercusiones graves en muchos flancos y tiempos. En el caso de la nueva legislación indígena no sólo se desoyó a un segmento crucial de la cuestión indígena como son los zapatistas; tampoco se atendió a las organizaciones indias representativas que de inmediato cuestionaron la ley cuando se le conoció como iniciativa.
Se desoyó también a la Cocopa, se ignoró la consulta a los indígenas, realizada por el propio Senado y la Secretaría de Gobernación en 1996, y hasta la iniciativa que hizo suya el Ejecutivo. Se menospreció que los estados de mayor población india tenían algo que decir -y por eso sus Congresos votaron en contra de la ley. Se menospreció también la experiencia de diversas legislaciones estatales en las que participaron ampliamente las comunidades indias y en las que se han resuelto los temas más delicados, como el de las autonomías. Se minimizó el conflicto chiapaneco y se reabre ahora la ruta de la guerra.
Tal desaseo político apresuró una legislación tortuosa, vulnerable y al mismo tiempo alarmante, porque no resuelve los problemas indios y en consecuencia exacerba los ánimos de 10 millones de mexicanos pobres entre los pobres. Esta provocación resultará en un haz perverso de efervescencia política diseminada que se sumará explosivamente a un ámbito íntimamente ligado al mundo indígena: la crisis campesina sembrada desde 1982 y que hoy comienza a afectar -y a movilizar- no sólo a los cañeros y maiceros del norte, sino al medio rural en su conjunto.
Por el éxito taquillero que se anticipa, La ley de los indios será la primera de una secuela de películas de acción que se filmarán sin el director y sin el reparto hoy consagrados. Seguirán actuando el bueno, el malo y el feo por su vasta experiencia cinematográfica en contarnos una de vaqueros, pero queda claro que al culminar la serie se verán obligados a ceder sus camerinos a alguno que al menos haya visto a un indio.