lunes Ť 23 Ť julio Ť 2001

Iván Restrepo

Borrar mala fama con desplegados

La ciudadanía rememora en estos días los tiempos en que gobernaba el Partido Revolucionario Institucional y el Presidente de la República era intocable, jamás se equivocaba y su tiempo lo invertía en lograr la grandeza de la nación. Ese regreso al mundo perdido se debe al mandatario del estado de México, Arturo Montiel, señalado de tolerar el espionaje telefónico. A través de desplegados salieron en su defensa desde los gobernadores priístas y agrupaciones expertas en beneficiarse del erario, como Antorcha Campesina, hasta decenas de organizaciones juveniles de cuya existencia se sabía en Finlandia, por ejemplo: Tercera Vía Revolucionaria, Nuevo Impulso, A. C., Rumbo Joven, Aerodance Grupo de Baile, Juventud Convergente, Inteligentemente A. C., Mujeres Jóvenes al Progreso, Aerosol Graffiti, A.C. y Reto Universitario.

Tienen derecho los priístas a defender a uno de sus más destacados militantes, pero igualmente de los más cuestionados como funcionario. Si algo distingue al señor Montiel son sus ausencias a la hora de tragedias (como en las inundaciones en Chalco y Ecatepec) o sus complicidades criminales con La Loba y los asesinatos cometidos por sus seguidores y por antorchistas en Chimalhuacán. En cambio, no debe tolerarse que los dineros provenientes de nuestros impuestos se dediquen al pago de desplegados en los que se defiende y se cantan las cualidades del viajero funcionario. En aras de la transparencia, tan de moda en el gobierno foxista, urge investigar y sancionar a quienes sustraen el dinero público.

Pero no solamente en la vecina entidad los desplegados al más puro estilo priísta hacen las delicias de los lectores. También aparecen en Quintana Roo, donde los empresarios depredadores del ambiente se transformaron por arte de la publicidad en defensores de la ecología, el desarrollo sustentable y la mano de obra indígena, a la que siempre han explotado. Ahora tocó el turno a los líderes de uno de los sectores del PRI: la Federación de Trabajadores de esa entidad, apéndice de la central que por décadas pastoreó Fidel Velázquez, y que ahora ve languidecer su sucesor, Leonardo Rodríguez Alcaine.

En un mensaje publicado en varios diarios nacionales y locales, los líderes de esa federación en los ocho municipios de Quintana Roo se manifiestan contra los "lamentables hechos" que "vulneran el pleno desarrollo de México" y el sustento de las familias de los obreros.

Se pensaría que los líderes se refieren a los bajos salarios y a las lamentables condiciones de vida en que laboran miles de obreros dedicados a la construcción de hoteles, campos de golf, centros comerciales y obras diversas vinculadas con el sector turístico. Nada de eso, los dirigentes culpan a los grupos "seudoecologistas" y a "las minorías que manipulan la información", de excluyentes, de practicar un "oscurantismo necio", de enemigos de la justicia social, de la clase obrera y de otras calamidades. La andanada de los líderes busca defender a los patrones que quieren imponer a cualquier costo el discutido proyecto hotelero en las bahías de Xcacel e Ixacelito, en el cual tienen intereses los más prominentes empresarios de la región, suficientemente señalados de estar acabando con la sustentabilidad del Caribe mexicano.

Y ya que los líderes se muestran tan preocupados por la suerte de quienes pagan sus cuotas a una federación que se distingue por la corrupción de sus dirigentes y no por la defensa de sus agremiados, bien harían en exigir que se sancione a los responsables de la contaminación del agua de ciudad Chemuyil, ubicada a dos kilómetros de Xcacel e Xcacelito.

En Chemuyil viven cerca de 2 mil personas y se erigió para albergar a trabajadores de algunos lujosos hoteles de la zona. Al analizar diversas muestras de agua en dicho poblado, se encontró que tenían un índice de coliformes totales y fecales que supera en más de mil por ciento la norma fijada para el agua de uso y consumo humano.

Chemuyil es un ejemplo más de lo que sucede en Quintana Roo con los recursos naturales y la calidad de vida de la población. Lo es también de la desidia oficial, de la inoperancia de las organizaciones obreras tradicionales, prestas a firmar contratos de protección con el sector patronal sin rendir cuentas de los dineros que reciben por ese servicio, y de los caminos para llegar a cargos públicos. Baste decir que José Santamaría, secretario general de la CTM en dicha entidad, pelea la candidatura del PRI a la presidencia de Cancún.

Al igual que en el estado de México, en otras partes del país se quiere tapar la realidad con desplegados.