LUNES Ť 23 Ť JULIO Ť 2001
REPORTAJE
Cada vez son más los que optan por casarse; 57 mil 791, entre 1970 y 1996
Divide a sacerdotes el tema del celibato
El mantenimiento de la ley celibataria ha llevado a la Iglesia a "graves inconvenientes", pues junto con los sacerdotes que han tenido que dejar su ministerio, hay otro grupo, también numeroso, que ha optado por una "doble vida" al decidir vivir en pareja, generando, de hecho, "matrimonios clandestinos, niños ilegítimos, desequilibiro psíquico en los pastores y sus familias y desprecio a las mujeres", además de la falta de credibilidad de la Iglesia, sólo por citar algunas "situaciones dolorosas"
JOSE ANTONIO ROMAN/I
Frente a su posición "inamovible" de no abrir el debate en torno al celibato sacerdotal, cada año el papa Juan Pablo II debe firmar cientos de "secularizaciones" y "dispensas" a presbíteros de todo el mundo. Entre 1970 y 1996, según las últimas cifras oficiales dadas a conocer por el Vaticano, 57 mil 791 sacerdotes han abandonado su ministerio y han sido "reducidos" a su condición laical, la mayoría de ellos para optar por la vida matrimonial.
A este número se deben sumar otros 40 mil, a quienes después de un largo proceso legal les ha sido negada la "dispensa" celibataria, según las cifras más conservadoras de la Federación Internacional de Sacerdotes Católicos Casados, fundada en 1983, dando cohesión a numerosos grupos nacionales formados desde los años setenta. En la actualidad tienen presencia en más de 30 países de todo el mundo.
En una de las múltiples cartas enviadas al papa Juan Pablo II, resultado de su tercer congreso internacional realizado en Madrid, en 1993, el comité directivo de dicha agrupación escribió al pontífice:
El mantenimiento de la ley celibataria ha llevado a la iglesia a "graves inconvenientes", pues junto con los sacerdotes que han tenido que dejar su ministerio, hay otro, "también numeroso", que ha optado por una "doble vida" al decidir vivir en pareja, generando, de hecho, "matrimonios clandestinos, niños ilegítimos, desequilibrio psíquico en los pastores y sus familias, y desprecio a las mujeres", además de la falta de credibilidad de la iglesia, sólo por citar algunas "situaciones dolorosas".
La cifra de sacerdotes y religiosos que se han decidido por el matrimonio es muy considerable, si se estima que a nivel global, de acuerdo con el Anuario Pontificio del 2001, recientemente editado y dado a conocer por el Vaticano, el número asciende a 405 mil nueve, entre diocesanos y religiosos de las diferentes órdenes.
Sobre el tema, en sí mismo controvertido, las opiniones están fragmentadas, según el bando de donde provengan. Para unos la soltería propicia la neurosis de los ministros de Dios; para otros, el celibato solo lo entiende quien vive en ese "estado de espiritualidad" y es un "don divino". Ambos, quienes piden por un lado que el celibato sea opcional y por el otro los que están porque esta condición permanezca como requisito indispensable para el sacerdocio, argumentan y defienden posturas con base en múltiples hechos y citas bíblicas. Ambos dicen tener la verdad.
Lo real es que este "problema eclesial" crece permanentemente, así como su percepción en la sociedad y en la misma iglesia. El tema ya es considerado por no pocos obispos y sacerdotes destacados un "problema no resuelto" por la Iglesia católica de occidente, pues a diferencia de ésta en el rito oriental del catolicismo el celibato efectivamente es opcional.
Sin embargo, Juan Pablo II y los jerarcas de la curia romana han reiterado su postura "inamovible" de que el celibato no está a discusión en la doctrina de la Iglesia. Incluso, a diferencia del pontificado de Paulo VI, donde las "dispensas" se concedieron con "bastante facilidad", en el de Juan Pablo II se han dictado mecanismos y formas mucho más rigurosas para otorgarlas y se han incrementado las "prohibiciones" para quienes la llegan a obtener, al grado de que varias tareas concedidas a los laicos les han quedado vedadas definitivamente a los sacerdotes "dispensados".
Desde 1979, un año después de iniciado el pontificado de Juan Pablo II, la cifra de "dispensas" registró una notable reducción, al concederse mil 576, cifra considerablemente menor a las 2 mil 802 que se concedieron un año antes, de acuerdo con los datos del Anuarium Statisticum Ecclesiae.
El año en que se concedió el mayor número de secularizaciones fue 1971, con 3 mil 872. De los últimos cinco años que se tiene registro oficial -de 1992 a 1996- la cifra asciendió a 5 mil 383, es decir, un promedio anual de mil 76 sacerdotes abandonaron su ministerio.
En su primer sínodo de Sacerdotes Católicos Casados, realizado en Ariccia, Italia, muy cerca de Roma, los 150 presbíteros delegados de 22 países expusieron, además de las razones teológicas, argumentos pastorales a favor de la abrogación de la ley del celibato obligatorio: los actuales sacerdotes son de edad avanzada en casi todos los países (el promedio en algunos países es hasta de 60 años); los seminarios quedan vacíos en todas partes, a excepción de algunos países; hasta un tercio de las parroquias católicas no tienen ya párroco, y la quinta parte de los sacerdotes latinos del mundo se ha casado.
En esta misma reunión, en 1983, se hizo un severo cuestionamiento al Vaticano, debido a las dispensas que diferentes papas han dado desde hace décadas a pastores protestantes que se han convertido al catolicismo, para que sigan casados como sacerdotes, lo cual -se dijo- es un "agravio comparativo en desigualdad".
Y es que Juan Pablo II ha autorizado a más de 90 ministros protestantes casados de Estados Unidos a ser ordenados y desempeñarse como sacerdotes católicos casados.
Asimismo, entre sus argumentos citan, y documentan, que a lo largo de la historia ha habido sacerdotes, incluso papas, que han estado casados, por lo que la introducción de la ley del celibato, primero en el siglo IV, donde se establece que "todo sacerdote que duerma con esposa perderá su trabajo", y luego en el siglo XII, en donde se decreta la invalidez definitiva de todos los matrimonios contraídos por clérigos, son "decisiones paganas". Pero es hasta el Concilio de Trento (1545-1563) cuando se establece que el celibato y la virginidad son superiores al matrimonio.
Y añaden: "si la regla del celibato obligatorio fue decretada por un Papa, también puede ser anulada por un Papa".
En varios momentos, la curia romana ha prohibido a toda costa, incluso en reuniones sinodales, el debate en torno al celibato sacerdotal y la ordenación de las mujeres. En una entrevista a la agencia de prensa católica de Alemania KNA, el arzobispo de Edimburgo, Escocia, Keith O'Brien, "lamentó" que el Vaticano bloqueara cuestiones controvertidas, como el celibato, que surgieron durante el desarrollo del Sínodo de Europa.
Los padres sinodales, indicó, habrían formulado proposiciones después de amplias discusiones, pero los miembros de la curia romana, sabiamente distribuidos en los grupos de trabajo, bloquearon con su veto la subida de estos temas para hacerlos desaparecer en las conclusiones finales del documento sinodal.
Procedimientos similares se dieron en el Sínodo de Oceanía y en la cuarta Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Celam) en 1992, en Santo Domingo, República Dominicana, donde el obispo de Duque Caxias, Brasil, Mauro Morelli, en la sesión del 22 de octubre abordó el tema. Y tras su polémica participación, señaló: "tanto hombres como mujeres notables por su fe y caridad debían ser ordenados", dijo, sin éxito alguno.
De las pocas declaraciones que se han hecho sobre el tema, el vocero del Vaticano, Javier Navarro Valls, refiriéndose a la Fraternidad de Sacerdotes Católicos Casados, dijo: "dan lástima estos intentos de conciliar lo inconciliable, propios de los que obran mal y sienten una necesidad vital de aceptación por parte de los demás".
Proponen, agregó, mantenerse fieles a los principios teológicos morales de la Iglesia católica y se asocian para cometer sacrilegios. "Quieren fomentar entre sus miembros la vida sacerdotal, pero basada en la infidelidad al sacerdocio. Pretenden desarrollar y fortalecer entre sus miembros una sana convivencia social, pero fundamentada ésta en la decepción del público y en la mutua tolerancia del pecado".
En el último de los "escándalos" de este tipo, protagonizado por el arzobispo emérito de Lusaka, Emmanuel Milingo, quien en mayo pasado contrajo nupcias con una mujer coreana, en una celebración encabezada por el reverendo Moon, gurú de la iglesia Unificación Universal, el Vaticano le ha dado de plazo hasta el 20 de agosto para que se separe de la señora María Sung, rompa toda relación con la secta Moon y "declare públicamente su fidelidad a la doctrina y a la praxis eclesiástica del celibato y manifieste su obediencia al sumo pontífice con un gesto claro e inequívoco".
De no hacerlo en ese plazo la pena es la "ex comunión", advirtió la Pontificia Congregación para la Doctrina de la Fe, que preside el cardenal Joseph Ratzinger.