LUNES Ť 23 Ť JULIO Ť 2001

ASTILLERO

Julio Hernández López

NO ES SOLO POR DIFERENCIAS partidistas por lo que el nuevo gobierno federal ve con recelo y menosprecio a los gobernadores priístas: los considera ilegítimos, porque sus campañas habrían sido financiadas mediante dinero sucio (sustraído del erario o aportado por grupos económicos peligrosos, como los relacionados con el narcotráfico) y porque sus triunfos son entendidos como producto de fraudes electorales.

SIN EMBARGO, EN ESTRICTO APEGO a las reglas básicas de la política, el gobierno federal hace cotidianamente un esfuerzo especial para mantener las mejores relaciones superficiales que le es posible con esos gobernadores mientras, por debajo de la mesa, mediante actos políticos propios o a través de sus organizaciones aliadas o subordinadas (coloque el lector a la principal de ellas, el PAN, en la categoría que crea más adecuada), los golpea y acota.

NO ES MUCHO EL MATERIAL POLITICO defendible o rescatable de esa masa de poder priísta con la que el foxismo convive (mientras ve la manera de extirparla). La mayoría de los gobernadores priístas son personajes que difícilmente serían ratificados en sus cargos en caso de someterse a una votación popular libre. En muchos casos practican con especial denuedo actos de corrupción (con los que se benefician personal, familiar y grupalmente) y son en sí mismos poco gratos a sus representados, desde luego por su insensibilidad política y social, pero también por sus aires de prepotencia, por su frivolidad, por su ignorancia e incultura, por sus vicios o debilidades personales que ellos mismos colocan en la esfera de lo público al financiarlas o protegerlas a través de la estructura gubernamental.

ESOS GOBERNADORES que diariamente llenan los espacios de los medios de comunicación de sus estados con notas y reseñas de presuntos logros están ofreciendo en estos momentos a la nación entera una demostración precisa de sus verdaderos alcances políticos: buenos para ejercer el poder despótico hacia abajo, contra los gobernados, contra los indefensos, no han sido ahora capaces ni siquiera de orquestar, con un mínimo oficio de conspirador de preparatoria, la publicación de un desplegado periodístico que dice con exactitud lo que piensan, y lo que dicen en privado, pero que han sido incapaces de ver publicado sin correr unos a desdecirse y otros a protegerse en la indefinición, en la ambigüedad.

EL ESPECTACULO de los mandatarios que no saben quién les escribe sus desplegados está beneficiando en un momento valioso al Presidente de la República. En primer lugar, se ha trasladado la opinión pública a otros terrenos (dejando atrás con rapidez los escollos de las toallas, y haciendo que se ponga poca atención a las consecuencias políticas de la conversión de una vocera en supersecretaria asistencial). En segundo término, al subrayar y evidenciar la torpeza del priísmo, se revalora la importancia de la alternancia de siglas y se atenúan pifias y tropiezos como los incesantemente habidos en el foxismo en los meses recientes.

PERO HAY ALGO TODAVIA PEOR para los intereses priístas: por su incapacidad para presentar un frente unido de resistencia al foxismo, han permitido que se deslegitime la postura de denuncia de la política desatenta y conflictiva que el Presidente y la mayor parte de su gabinete han desarrollado contra esos mandatarios priístas y sus entidades. Hay un alto número de estados de tinte tricolor en los que la Federación ha aplicado restricciones presupuestales y ha hecho cobros arbitrarios de adeudos. Grave también es que no se han afinado criterios comunes para desarrollar tareas en las que concurren los ámbitos federal y estatal. En varios casos hay problemas sociales desatendidos, inversiones estancadas y proyectos en suspenso debido a la anémica voluntad federal, que en ocasiones parece comportarse con desánimo por desconocimiento de las reglas y procesos gubernamentales aplicables y, en otros casos, por rivalidades políticas, por deseo específico de debilitar al adversario para preparar su caída electoral.

HOY HABRAN DE REUNIRSE esos gobernadores priístas para tratar de encontrarle salida a la tragicomedia en que se han visto envueltos en los días recientes. Dos de ellos han aumentado sus desgracias a causa de este incidente del desplegado de fantasmal autoría. Uno de ellos es Arturo Montiel, miembro y representante de uno de los grupos políticos más nefastos del país, el Atlacomulco, quien ha gobernado de manera lamentable, enredado permanentemente en escándalos que a veces alcanzan dimensión nacional, como el más cercano, el de las escuchas telefónicas ilegales que en La Jornada dio a conocer como primicia el reportero Gustavo Castillo García.

OTRO DE ESOS MANDATARIOS en problemas es el de Colima, Fernando Moreno Peña, jefecillo de otro grupo de dolorosa memoria, el que se ha apoderado de la Universidad Autónoma de Colima mediante los mismos métodos porriles que ahora se han convertido en manual de conducta gubernamental. Un grupo de ciudadanos pidió ayer al gobierno federal que investigue la riqueza personal del citado Moreno Peña, que fue rector de la UAC, y de sus principales colaboradores, y que se auditen las finanzas de esa universidad secuestrada. Se exponen a múltiples represalias quienes así demandan justicia, pues los métodos porriles universitarios han sido afinados por Jesús Sam López, el procurador del gobierno colimense, que ha visto pasar frente a su nariz, sin detenerlos ni molestarlos, a los muchos narcotraficantes que de aquella entidad han hecho un santuario, pero que, en cambio, es capaz de desarrollar el máximo espíritu represivo contra quienes se atreven a criticar públicamente al gobernador.

MIENTRAS TANTO, el presidente Fox dice que se avanza en la firma de un pacto que ayude a la nación a salir de estos escenarios de pleitos menores y de batallas intrascendentes. No parece haber gran sustento para su optimismo, pero dijo el sábado recién pasado: "A mí me parece que estamos cerca de un posible gran acuerdo, un gran acuerdo entre partidos políticos y entre actores políticos, con lo que salvaguardaremos lo más fundamental, no sólo para que el país camine, sino para que se desarrolle".

ES, DESDE LUEGO, muy necesario tal gran acuerdo. De otra manera, el país seguirá convertido en un circo de múltiples pistas y el Presidente de la República agudizará su soledad y su parálisis políticas. No parece, sin embargo, posible tal logro, mientras el foxismo siga teniendo como principales objetivos mantener en alto la popularidad personal del mandatario y construir la candidatura presidencial del 2006. No aparece viable tal acuerdo en el horizonte político mientras el perredismo siga peleando con ferocidad entre bandos colaboracionistas y fundamentalistas, y mientras en el PRI no sean capaces sus gobernadores de aprender a comportarse como verdadera oposición, vaya, ni siquiera de publicar un desplegado sin andarse luego escondiendo al amparo de la tonadita resucitada por Pedro Fernández y el espontáneo infantil apodado El Jimmy, aquella de: Si te vienen a contar cositas malas de mí...

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