Jornada Semanal,  22 de julio del 2001 
 
Rodrigo Martínez Baracs
el cielo en la tierra

Obispos y utopía

.Hace tiempo Silvio Zavala mostró y probó “la influencia decisiva de la Utopía de Moro sobre el proyecto hospitalario de Vasco de Quiroga”. El Tata fue, a su manera y aunque las fechas no encajen, un personaje muy parecido al obispo de la Utopía de Moro. En esta ocurrencia se unen Alfonso Reyes, O’Gorman y Zavala, que encontraron en la carta de Moro a Pedro Egidio una misteriosa referencia al obispo de Michoacán. Moro, don Vasco, Zumárraga, Las Casas, Montesinos... sus ideales siguen vivos y vigentes, nos dice Rodrigo Martínez.

El descubrimiento fundamental del historiador mexicano don Silvio Zavala (nacido en Yucatán en 1909) fue mostrar y probar la influencia decisiva de la Utopía, publicada en latín en 1516 por el político y humanista inglés Tomás Moro (1478-1535), sobre el proyecto hospitalario de Vasco de Quiroga (1478/1488-1565). Silvio Zavala lo dio a conocer en un breve ensayo de veintisiete páginas, “La Utopía de Tomás Moro en la Nueva España”, que tuvo más repercusión que los sabios volúmenes que hasta entonces llevaba publicados. 

Con erudición y discernimiento, Zavala ubicó la influencia de Tomás Moro en el marco de la influencia humanista, renacentista y erasmista que estudiaba Marcel Bataillon. Zavala documentó y explicitó las referencias del propio Quiroga a su deuda con la Utopía de Moro, pero sobre todo probó que las Ordenanzas que Quiroga escribió para los “pueblos hospitales” de Santa Fe de México y de Michoacán, que fundó en 1532 y 1533 (siendo oidor de la Segunda Audiencia de México, 1530-1535), seguían varios puntos específicos de la descripción moreana de la isla de Utopía:

La comunidad de los bienes; la integración de las familias por grupos de varios casados; los turnos entre la población urbana y la rural, el trabajo de las mujeres; la jornada de seis horas; la distribución liberal de los frutos del esfuerzo común conforme a las necesidades de los vecinos; el abandono del lujo y de los oficios que no fueran útiles; y la magistratura familiar y electiva.
El artículo de Silvio Zavala y particularmente la Introducción de Genaro Estrada (1887-1937) provocaron una respuesta inmediata, el 15 de marzo de 1937, de dos jóvenes historiadores, Justino Fernández (1904-1972) y Edmundo O’Gorman (1906-1995), que, sin dejar de reconocer el valor del descubrimiento de Zavala, criticaron la asociación del pensamiento de “Santo Tomás More” con el comunismo y con el proyecto de transformación social cardenista, que Genaro Estrada apoyaba. El terreno estaba abonado, pues en el mismo 1935, año en el que fue canonizado Tomás Moro, se publicó su biografía escrita por R. W. Chambers, que hizo de la Utopía el libro de cabecera de los socialistas modernos. Al mismo tiempo, en México, la radicalidad del pensamiento de Vasco de Quiroga era crecientemente reconocida por la izquierda progresista. 

El punto débil del incisivo ensayo de O’Gorman fue el rechazo a la asociación de las ideas comunitarias de Tomás Moro con el comunismo, considerado una herejía esencialmente atea. Pero es sin duda atendible su énfasis en el espíritu cristiano, más que renacentista, de Tomás Moro, quien murió como mártir defendiendo su fe y la unidad de la Iglesia católica. Por ello la organización comunitaria del mundo de Utopía concebida por Moro tiene un importante antecedente en las comunidades cristianas primitivas y las comunidades religiosas conventuales. La polémica pasó a los periódicos, dividiendo a socialistas y cristianos. Al mismo tiempo, se creó un ambiente propicio para el estudio del pensamiento utópico.

Silvio Zavala continuó su investigación sobre el pensamiento y las influencias de Quiroga y publicó en 1941 un pequeño libro en el que reunió dos estudios, “La actitud doctrinal de Vasco de Quiroga ante la conquista y la colonización de América” y “El humanismo de Vasco de Quiroga”. Este segundo estudio, aunque no mencionó la crítica de Justino Fernández y Edmundo O’Gorman más que en una nota a pie de página al final, fue una tácita refutación al reafirmar el humanismo de Quiroga profundizando en sus lecturas e influencias. 

Un aporte destacable de “El humanismo de Vasco de Quiroga” es la reconstrucción del contenido del perdido Parecer de 1532 de Quiroga a través de sus referencias en su Información en derecho, escrita en 1535. Pero el hallazgo fundamental, que enriqueció su descubrimiento de 1937 y reforzó además la filiación humanista de Quiroga, fue la localización en la Biblioteca de la Universidad de Texas de un ejemplar de la Utopía de Moro, en su segunda reimpresión de Basilea, de agosto de 1518, con la indicación manuscrita en la portada: “Es del obispo de Mexico fray Joan Zumárraga”, y con comentarios marginales y subrayados anotados con tinta, que destacan precisamente varios de los principios que Quiroga siguió en las Ordenanzas de sus pueblos hospitales de Santa Fe.

Es posible suponer que este fue el ejemplar que leyó Vasco de Quiroga, y que se lo prestó el obispo de México fray Juan de Zumárraga (1476?-1548). Al dar a conocer su hallazgo, Zavala destacó que en las anotaciones marginales de letra del siglo xvi de este ejemplar,

[...] se destaca la doctrina platónica acogida por Moro y se observan cuidadosamente los rasgos de la república utópica, como son: la jornada de seis horas de trabajo; los dos años destinados a las tareas campestres; la deliberación madura de lo concerniente al gobierno; el destierro de la ociosidad; el número de los miembros que componían las familias; la falta de moneda y el desprecio del oro; y los elaborados conceptos religiosos. Bien notable es, conociendo el pensamiento de Quiroga, expuesto en su Parecer [de 1532], la coincidencia que se descubre entre las notas puestas al ejemplar de Utopía y los rasgos de la república que propuso para gobernar a los indios. 
En el citado estudio de 1941, Silvio Zavala dudó entre atribuir las “anotaciones marginales de letra del siglo xvi” a Vasco de Quiroga, al obispo Zumárraga o a “un tercer lector”. Pero ya en 1942, en “Letras de Utopía. Carta a don Alfonso Reyes”, Zavala se inclinó por atribuir las notas marginales al propio obispo Zumárraga, al descubrir en la Biblioteca Nacional de México un volumen de las Décadas de Pedro Mártir de Anglería (1457/1459-1526), también de la biblioteca de Zumárraga y con anotaciones marginales semejantes, lo cual le daría a Zumárraga un papel muy importante en la concepción del proyecto hospitalario mexicano y michoacano de Quiroga. Al mismo tiempo se reforzó la conexión del proyecto quiroguiano con los ideales humanistas, pues Zumárraga era adicto al humanismo de Erasmo de Rotterdam (1469?-1536).

La carta de Silvio Zavala de 1942 era respuesta al ensayo-reseña “Utopías americanas” publicado en 1938 por Alfonso Reyes, quien identificó a Quiroga con el “obispo de utopía” mencionado por Moro en su carta a Pedro Egidio puesta a guisa de prólogo de su Utopía:

Hay entre nosotros varias personas que ansían ir a Utopía y sobre todo uno, piadoso varón y teólogo de profesión, y éste, no por la vana curiosidad, sino para que la religión nuestra allí felizmente establecida crezca y se difunda. A fin de mejor cumplir y realizar este buen intento propónese solicitar del Papa que le envíe en misión allí, haciéndole Obispo de Utopía, no dudando que le será otorgado su pedido, pues no le mueve el deseo de honor y de lucro, sino un celo piadoso.
La identificación de Quiroga con el Obispo de Utopía de Moro es una asociación literaria, pues Moro en 1516 no podía saber de los planes de Quiroga, que fue electo obispo de Michoacán en 1536. Debe decirse que Reyes no citó aquí la formulación más precisa de esta ocurrencia hecha por O’Gorman en su ensayo de 1937 (que sí había leído, puesto que lo comenta). Al comentar la carta de Tomás Moro a Pedro Egidio que se refiere al teólogo virtuoso que deseaba pasar a las Indias y que merecía ser Obispo de Utopía, O’Gorman comentó escuetamente: “Es naturalmente una coincidencia, pero parece una alusión al Sr. Quiroga, y no sería aventurado suponer que este pasaje impresionó al futuro obispo de Michoacán.”

En su carta a Alfonso Reyes, Silvio Zavala le elogió su ensayo “Utopías americanas” –que puso “las cosas en su punto, como sabe hacerlo”– y particularmente el hallazgo de identificar a Vasco de Quiroga con el citado Obispo de Utopía: “Soy el primero en celebrar la inspiración feliz por la que invistió usted a don Vasco con aquel obispado utópico que, desde la carta de Moro a Egidio, según todas mis noticias, seguía vacante.” Pero enseguida Zavala agregó que eran dos las personas que ardían en el deseo de pasar a la isla. Zavala siguió aquí la nueva traducción del latín al español de la Utopía hecha por Agustín Millares Carlo, que dice: “Hay entre nosotros dos personas” que arden de deseo de pasar al Nuevo Mundo, donde las demás traducciones se refieren no a dos, sino a “varias personas”. Zavala le comunicó a su amigo Reyes sus nuevos hallazgos: el ejemplar de la Utopía perteneciente al humanista Zumárraga, y la nueva certeza de que las anotaciones marginales en este ejemplar eran de puño y letra del mismo Zumárraga. Por ello, Zavala propuso “escoger a Zumárraga como el segundo personaje”, y agregó: “Es posible que Moro, mal comunicado con Roma por las herejías de sus coetáneos ingleses, ignorara que sus dos incógnitos recomendados pasaron al Nuevo Mundo y fueron los grandes obispos de México y Michoacán.”

Seguimos en un plano literario, porque Zumárraga y Quiroga fueron electos obispos en 1528 y 1536, respectivamente, por lo que Tomás Moro no podía saber de ellos cuando escribió su Utopía en 1515-1516. Pero pasando a un plano propiamente histórico, permítaseme conjeturar que cuando Moro se refirió a los dos o varios hombres virtuosos que ansiaban pasar a la isla americana de Utopía, uno de los cuales merecía ser nombrado Obispo de Utopía, acaso pensaba en el clérigo Bartolomé de las Casas (1474-1566), o en el dominico fray Antón de Montesinos (?-1540).

Las Casas se volvió fraile dominico en 1523 y fue electo obispo de Chiapas en 1543, pero precisamente en 1515 y 1516 se encontraba en España, junto con Montesinos, negociando el apoyo de la Corona para pasar a las islas antillanas y aplicar los principios de un Memorial de remedios para salvar a los indios de las islas por medio de la formación de comunidades de indios y poblados de españoles asociados económicamente con indios. El Memorial de remedios tiene fuertes similitudes con su contemporánea Utopía, y se ha sugerido recientemente la posibilidad de que Moro se haya inspirado en el Memorial dominico y lascasiano, acaso en una versión anterior, para dar una versión jocoseria, a la vez encomiosa y crítica, de la minuciosamente detallada planificación de la vida en la isla de Utopía.

Sea como fuere, el Memorial de remedios, tanto como la Utopía, fue una fuente de inspiración decisiva para los “experimentos sociales” (la Puebla de los Ángeles y los pueblos hospitales de Santa Fe de México y de Michoacán) realizados años después por la Segunda Audiencia de México y Vasco de Quiroga. Y aun hoy en día siguen vivos y vigentes los ideales comunitarios de Montesinos y Las Casas, Zumárraga y Quiroga, obispos primeros de Utopía.