José Antonio Rojas Nieto
Desaceleración económica
Nueva York. El reconocimiento que este miércoles hiciera Alan Greenspan respecto a la persistencia de la desaceleración económica estadunidense tuvo inmediatas consecuencias. Los índices de la bolsa de Nueva York, por ejemplo, experimentaron un descenso brusco y los precios del petróleo profundizaron la caída que desde hace diez 10 habían mostrado, entre otras coas, porque ya se esperaban estas declaraciones de Greenspan luego de que se conocieron dos índices que mostraban la profundización de la desaceleración económica: el de Producción Industrial que a junio acumula un descenso de 4.7 desde su nivel más alto a fines del año pasado; y el de la Capacidad Productiva Utilizada que acumula una caída del 6.7 por ciento.
Luego de 10 años sin caídas, esto realmente es mucho para los estándares estadunidenses y, en contra de lo inicialmente esperado, todavía no permite indicar si ya tocó fondo la desaceleración, máxime cuando sigue habiendo muchos despidos por lo que los especialistas esperan pronto una tasa de desempleo abierto cercana al 5.0 por ciento, la más alta en muchos años.
Por eso, sin duda, la nueva insistencia de Greenspan para que una vez más -por sexta ocasión- desciendan las tasas de interés, a pesar de que la voz más escuchada en estos momentos en los Estados Unidos, indique que seguramente será la última en el año porque se cree - Greenspan dixit- que a finales de este difícil 2001 comenzará la recuperación. Ya veremos si es cierto, pero lo que sí resulta cierto es que sus palabras provocan descenso también bruscos de los precios de todas las materias primas, muchas de las cuales-como el café, por ejemplo- no tienen mucho margen de maniobra frente a una demanda diezmada. Sí, en cambio y a pesar de lo complejo de la actual situación, en el caso del petróleo, en cuyo terreno no se hicieron esperar las respuestas. Este mismo viernes en Bonn, en una reunión de discusión sobre la contaminación ambiental, los ministros del Petróleo de Nigeria y de Arabia Saudita aseguraron que antes de que termine el mes, la OPEP decidirá una reducción de su producción no inferior a los 750 mil barriles diarios, con lo que tratarán de que su canasta de crudos se eleve del nivel que alcanzara esta semana ?22.40 dólares por barril? para mantenerse en la parte media de la franja de control de la organización petrolera, es decir, cerca de los 25 dólares.
Se trata de recuperar lo perdido precisamente los últimos 15 días, pues el viernes de la primera semana de julio, las cotizaciones de la canasta OPEP fueron de 25.50 dólares por barril. Bueno, pues en este mercado altamente volátil, estas simples declaraciones permitieron que los precios del crudo se recuperaran un poco este mismo viernes, día en el que el referente West Texas Intermediate (WTI) alcanzó un precio de cierre en Nueva York de 25.58 dólares, prácticamente un dólar más que el miércoles, pero tres menos que el precio del viernes 6 de julio.
Seguramente la OPEP decidirá muy pronto sus nuevas cuotas -hay quiénes aseguran que se necesita un corte de un millón de barriles al día- y con ello, también seguramente, los precios se recuperarán un poco y no caerán más, esperando la elevación estacional de la demanda de septiembre a enero, cuyo nivel determinará el rango de elevación de las cotizaciones durante los próximos meses, muy probablemente no más de dos o tres dólares, para alcanzar un promedio anual cercano a los 27 dólares por barril en el caso del WTI. Si esto es así, todavía nuestra mezcla puede alcanzar 21 dólares o un poco más.
NB. Pese al la gran complejidad de los casos pero también con toda la rabia que provocan, permítaseme que me sume a las protestas por la muerte de Carlo Giulani, joven romano de 23 años baleado en Génova por un policía y luego atropellado por una patrulla de carbineros amedrentados por las movilizaciones contra las políticas de los países altamente industrializados frente a globalización; e igualmente a las protestas contra el gobernador Frank Keating de Oklahoma, incapaz de sensibilizarse -como tampoco lo hizo el Presidente Bush durante su gobierno del estado de Texas, en cuyo mandato se aplicó la pena de muerte más que en muchos años en todo Estados Unidos- , para conmutar la pena de muerte a nuestro compatriota Gerardo Valdez. No puede ser.