domingo Ť 22 Ť julio Ť 2001

Antonio Gershenson

Norteamérica y la integración energética

Para evaluar los planteamientos de integración energética de América del Norte es preciso observar las dificultades que ha estado teniendo el gobierno estadunidense para abrir nuevas zonas a la exploración y explotación de petróleo crudo y gas natural dentro de sus fronteras. A este aspecto se ha dedicado relativamente poca atención, a pesar del peso que puede tener en los próximos acontecimientos relacionados con el tema.

Como hemos dicho, las reservas del país vecino han llegado, sobre todo en las áreas en explotación desde hace tiempo, a un proceso de declinación final. Sólo la perforación en las zonas profundas del Golfo de México, cuya explotación es relativamente reciente, permite un aumento en la producción; pero ese aumento, en general, no basta para contrarrestar la tendencia declinante de la producción en Estados Unidos, sino que sólo la atenúa.

Las áreas en exploración y en explotación ya cubren casi plenamente la parte del Golfo de México al norte de la frontera marítima con México, desde el punto en que esa frontera toca tierra hasta una línea, casi norte-sur, cercana al estado de Florida. Son las aguas que están frente a los estados de Texas, Luisiana, Mississippi y la mayor parte de Alabama. Desde 1997 ha estado en discusión la explotación de una zona, al este de la anterior, llamada algo así como "Venta 181". Sin embargo, ha habido oposición, sobre todo en Florida, en la que tiene peso la industria turística, por el temor de que los trabajos petroleros contaminen las playas de ese estado.

Esa oposición aumenta ahora que el gobernador de Florida es hermano del nuevo presidente del país del norte. Cabe recordar, además, que en ese estado se decidió la elección presidencial a favor del actual gobernante. Como resultado, se decidió que los trabajos petroleros se inicien sólo en una pequeña franja al este de la que ahora se explota, con una superficie de aproximadamente una cuarta parte de la que tiene la "Venta 181", de modo que en ningún caso haya un punto del estado de Florida a menos de 100 millas de la zona petrolera. En esta zona hay yacimientos importantes, pero su reducción implica también un freno a la política gubernamental de tratar de incrementar lo más posible la producción de petróleo crudo y gas dentro de Estados Unidos.

La otra zona nueva en proceso de decisión está en Alaska. En ese estado ya hubo una zona petrolera importante, en la llamada pendiente norte. Para su explotación, dado que los barcos podían llegar allá sólo unos dos meses al año debido al congelamiento del océano Artico, fue necesario construir un oleoducto al puerto de Valdez, en la costa sur de ese mismo estado. Fueron años de trabajo y, luego de muchas dificultades, sólo el aumento de precios del petróleo permitió su terminación. Llegó a producirse allá casi la cuarta parte del total de Estados Unidos, pero los yacimientos de esa zona se fueron agotando y ahora el nivel de la producción está alrededor de la mitad del máximo al que se llegó. Este mecanismo no operaba para el gas natural, que hubiera requerido también un gran ducto, pero no a Valdez, porque hubiera sido carísimo licuarlo allí para mandarlo por buquetanque.

El camino que se plantea como la opción inmediata por quienes lo quieren desarrollar es un gasoducto bajo el Mar de Beaufort, en el Artico, hasta la desembocadura del río Mackenzie en Canadá, para de allí seguir un largo trayecto hacia Estados Unidos. Un proyecto caro, pero que con los altos precios del gas está hoy a discusión en las cámaras legislativas del vecino país. Uno de los problemas que enfrenta este proyecto es que el ducto atravesaría la Reserva Nacional de la Vida Silvestre, en Alaska, y que esa actividad allí está prohibida por ese estado.

A medida que estos dos proyectos se ven limitados, retrasados o frenados, la atención del gobierno y de las empresas petroleras del norte se fija en las aguas profundas del Golfo, pero al sur de la frontera... a las que los gobiernos hasta el momento no se han tomado la molestia de asignar el presupuesto necesario para su exploración y explotación por Pemex. Existen proyectos, que en mi opinión deberían ser más ambiciosos. Pero incluso los proyectos existentes requieren de dinero para funcionar, y que ese dinero se le deje de esquilmar a Pemex por la vía fiscal para luego decir que sólo los extranjeros lo pueden hacer.