SABADO Ť 21 Ť JULIO Ť 2001

ANDANZAS

Colombia Moya

Sankai Juku, Hibiki

butoh-teatro-japonDE NUEVA CUENTA la presencia de Japón en México en el Palacio de Bellas Artes. Un Japón que dista mucho de folclorismo o nacionalismo alguno. Es un Japón que ha hurgado frenéticamente las raíces de su alma universal, el origen más secreto y profundo de la identidad humana, confrontándose sin cortapisa alguna con la muerte, el erotismo y la vida misma en el cauce inagotable de la danza butho. Una danza que representa el salto cualitativo más profundo de la segunda mitad del siglo XX en la historia de la danza universal, simplemente porque nada tiene que ver con escuela o raíz alguna a lo largo de este desarrollo de centurias en la danza escénica. La danza butho de pronto cambió la cantidad por calidad, cuando el gran maestro Hijikata, en la década de los 50, encontró el camino, la veta que siguieran otros artistas como Ushio Amagatsu, director fundador, maestro y coreógrafo de su compañía Sankai Juku. La ruta de la evasión quedó atrás para siempre después de los hallazgos de Hijikata, de Ko Morobushi, Ushio Amagatsu y tantos otros nipones y coreanos que eligieron hurgar sus entrañas, el último rincón de su conciencia, de sus emociones más recónditas para develar, expresar el misterio de su humanidad.

CASI DESNUDOS, EMBARRADO todo el cuerpo de blanco, propiciando una especie de neutralidad personal, rapados, esta gente que realiza este tipo de expresión corporal va más allá de la danza, se ha desnudado de todo artificio y parafernalia innecesaria. Es un lenguaje entre el espíritu y la conciencia pura, en la gramática formidable del cuerpo en manos del artista, del creador, seres de extraordinaria sensibilidad e inteligencia que, como manantial prodigioso, nunca se agotan, se renuevan en sí mismos continuamente. Se transforman y se mueven tanto como el alma misma. La inevitable corporeidad de nuestra humanidad encuentra en este camino de la danza, en esta milenaria raíz cultural, esencias de tiempo pretérito; un tiempo que permanece en el espacio desde la gestación de las criaturas sobre la tierra y que es la huella digital de la creación sobre nuestra forma espiritual, nuestra condición animal y divina. Tal vez hizo falta el bombazo de Hiroshima, instantáneo y letal, para conmover las más ancestrales capas de la conciencia de quienes hicieron el hallazgo y continúan levantando capas a través de su danza butho. Ushio Amagatsu parte de la segunda generación de la danza butho y, como otros, sin importar la edad, sigue en escena. La danza butho también dejó atrás el prejuicio de la edad de los bailarines, o intérpretes mejor dicho, pues aquí suena chocante el término "bailarines".

AQUI BAILAN LOS ancianos, los jóvenes y los grandes, pues no es "bailoteo", ni brincoteo o zangoloteo alguno. Sin embargo, Amagatsu conoce las disciplinas de la danza, sus festivales y temporadas en el mundo de Terpsícore, en las cuales ha participado desde los años 80. Cientos de ciudades en todo el mundo se han asombrado y conmovido con su compañía Sankai Juku y su repertorio extraordinario, cúmulo importante del rostro desnudo de la danza. Se ha presentado en las más importantes arenas de la danza y la cultura. Hibiki, una de sus más recientes obras, con la música de otros genios, Takasi Kako y Youchiro Yoshikawa, y los diseños del propio Amagatsu con seis bailarines, nos transportará, nos hará sentir tal vez, las "resonancias de lugares lejanos", quizás el espacio del origen, obra apoyada por el Theatre de la Ville de París, de grata memoria; el Biwako Hall Center for the Performing Arts de Shiga, Japón, entre otros, y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Conaculta, apuntándose un diez grandote por la elección. No lo olvide, el 25, 26 y 27 de julio a las 20 horas en el Palacio de Bellas Artes. No se lo pierda. Vale.