SABADO Ť 21 Ť JULIO Ť 2001

Jóvenes, al quite en el ingreso familiar

Personas de 15 a 24 años, 46% de la población económicamente activa: UAM

JOSE GALAN

repartidor_pizza01Los jóvenes en México que participan en el mercado laboral aportan ya 35 por ciento del ingreso familiar, mientras que 46 por ciento de ese sector, entre 15 y 24 años, forman parte de la población económicamente activa.

Más de 128 mil hogares mexicanos sobreviven del trabajo de sus hijos de menos de 16 años, reveló Marco Antonio Leyva Piña, especialista en trabajo juvenil de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Subrayó que más allá de las cifras, el trabajo infantil y juvenil representa para el sector productivo una fuerza laboral barata y, en algunos casos, incluso gratuita y "constituye una condición estructural de la reproducción del capital, de la explotación y de la dominación".

El investigador añadió que a pesar de la enorme fuerza laboral que representan los jóvenes en el país, se les ubica en los empleos más precarios, y reveló que en la segunda mitad de la década pasada, 46.3 por ciento de los jóvenes tenían el trabajo como única actividad en las zonas rurales, mientras que en las urbanas la proporción representaba 39 por ciento.

Leyva Piña expuso que entre las causas que motivan a los jóvenes a insertarse en el campo laboral destacan la caída del ingreso familiar, el deseo de preparación para el trabajo, la búsqueda de nuevos espacios de acción, de superación y un mayor reconocimiento social, pero sobresale la desintegración familiar.

"Las políticas públicas destinadas a la creación de empleos para los jóvenes deberán diseñarse tomando en cuenta sus necesidades materiales e intangibles y el estudio de las características del mercado laboral, que ponen fuertes condicionantes en términos de la propia segmentación, la demanda de capacitación y educación, pero sobre todo pasando por encima de las normas de pequeños grupos que han impuesto sus prioridades ante el interés general", finalizó.

Para Alfredo Nateras Domínguez, coordinador del diplomado en culturas juveniles de la Universidad Autónoma Metropolitana, las políticas públicas, además de asistenciales y moralistas, tienden a homogeneizar a la población juvenil, diluyen las diferencias por género, olvidan el contexto social y, por consiguiente, funcionan como mecanismo de control social.

El investigador dijo que si el gobierno federal en verdad desea mirar a los jóvenes de todo el país como ciudadanos, sujetos de derechos, "tendría que modificar" profundamente su visión sobre ese sector, que ocupa cerca de 40 por ciento de la población total del país, y reconocerlos como interlocutores valiosos.

"Este mecanismo de control social se manifiesta en la negación del otro y de su cuerpo. Las políticas públicas actuales buscan expropiar a las y los jóvenes de sus decisiones porque van encaminadas a la prohibición: no al embarazo en adolescentes; no al aborto; no al uso de drogas; no al ocio y, particularmente, no a la disidencia."

En las instituciones públicas y privadas hay "oídos sordos" y, con "sus infaltables políticas asistenciales, a veces cargadas de discursos moralistas, se da voz y poder para la acción a la intolerancia de los agrupamientos más conservadores y peligrosos del país. Actualmente para la mayoría de los jóvenes el futuro no existe y el presente tiende a volverse oscuro y borroso".

Los errores en las políticas dirigidas a los jóvenes del país "van en el sentido de que, a pesar de toda la alharaca de la democracia y el supuesto cambio, los jóvenes en realidad no son aún considerados como dignos interlocutores ni tampoco actores sociales, por lo que se les infantiliza y ubica como ciudadanos de segunda en un país de políticos de tercera", aseguró.