SABADO Ť 21 Ť JULIO Ť 2001
SPUTNIK
Baños de sudor
Ť Juan Pablo Duch
Moscu, 20 de julio. Las autoridades municipales de esta capital se salvaron este año de recibir las acostumbradas mentadas de ma-dre, masiva manifestación de in-conformidad de los contribuyentes por el corte del agua caliente en las casas, más o menos por esta época del año y como parte de los trabajos de mantenimiento del sistema urbano de calefacción para el invierno.
Sin ser brujos los funcionarios del ayuntamiento de Moscú, ahora el agua fría sale caliente. Ello se debe a la temperatura am-biente, empecinada durante ya varios días en rebasar los 34 grados sobre cero a la sombra, algo realmente inusual para estas esteparias tierras.
Lo común era, para poder bañarse, ca-lentar una olla con agua; ahora, es igual de incómodo porque hay que echarle mucho hielo a la olla con agua caliente. En ambos casos, ciertamente, se hace involuntario ejercicio al inclinarse, una y otra vez, para tomar con un pote el agua helada que se mezcla con el agua que debería salir fría.
A lo largo del día, sin necesidad de repetir el original procedimiento de la olla, se recibe aquí varios baños. Baños de sudor.
Quienes tienen masoquista vocación, el transporte público es el sitio ideal para sa-tisfacer su dosis diaria de placentero sufrimiento. Es difícil encontrar en otro lado una mezcla de olores semejante a la que se concentra en los vagones del metro o en los trolebuses, tranvías y autobuses, sobre todo en horas pico.
Los afortunados propietarios de automóvil propio, sin ser masoquistas, sufren a su manera. Por razones que no hace falta explicar, a menos que se quiera, honor po-co honroso, compartir honores con el descubridor del hilo negro, los coches en Ru-sia tienen todos calefacción y, casi ninguno, aire acondicionado.
Si por motivos también comprensibles, en esta calurosa época del año y con sensación de sacrificio que vale la pena, se prende la calefacción con los cristales su-bidos, argumentando que se descompuso el sistema eléctrico del coche, lo que normalmente sucede el día que se saca a pasear a la suegra, se produce el efecto que se podría llamar aire acocinado, dulce y su-dorosa la venganza del yerno.
El resto de la semana, sin necesidad de encender la calefacción y con las ventanas abiertas, los vehículos hacen las veces de baño ruso, una suerte de sauna pero más severa. Sobre todo, en los inevitables embotellamientos, perversa forma de describir la desesperación de los atrapados conductores, que nada pueden hacer, ni siquiera tomarse una botella de cerveza helada.
En las improvisadas playas junto al río Moskova, cada cual según sus naturistas costumbres y grado de autocrítica frente al espejo, se puede andar encuerado. En las casas, igual. No hay que ir muy lejos para comprobar esta última hipótesis: basta con salir al balcón a fumar un cigarrillo, aunque --en estricta reciprocidad-- los vecinos pueden hacer lo propio al saludar al nudista echador de humo.
Salir en pelotas a la calle no es muy recomendable, a pesar de que hay un antecedente histórico que podría servir de pretexto. En los bolcheviques tiempos, allá por los años 20 del siglo homónimo, Alejandra Kollontai encabezó el movimiento šAbajo la Vergüenza!, como revolucionaria manera de protestar contra la moral del opresor régimen anterior.
Al parecer, los seguidores de la iniciativa pronto se dieron cuenta que el invierno ru-so hacía poco propicio dejar en el ropero los complejos y, para evitar una fulminante pulmonía, se volvieron a vestir.
El calor ha dado origen a toda una moda ecléctica a la rusa, ausente el sentido del ri-dículo. Por ejemplo, el otro día se vio por acá a un orgulloso burócrata, infaltable el portafolio identificador, con zapatos de ca-tegoría, calcetines de seda, camisa de man-ga corta y corbata, pero en pantalón corto, un tipo de bermudas del Baikal, cual británico colonizador en India. Sólo le faltaba el gorro.
Gorros, cachuchas y sombreros llevan los niños y los ancianos, más vulnerables al solar castigo. Se forman largas colas por refrescos que no son necesariamente de cola. Se prefiere aquí el kvas, refresco a base de pan negro, que también se usa co-mo ingrediente principal de una sopa fría, la okroshka, el alimento infaltable estos días en las mesas de los rusos, cuando no la sviekolnik, sopa igualmente fría pero de remolacha.
La mala noticia, ligada al bochorno de estos días, es el elevado número de muertes, cerca de 200, ahogados todos, entre aquéllos que persisten en combinar un chapuzón en el Moskova y los lagos con el habitual medio litro de vodka.
La buena noticia es que las autoridades, para contener de alguna manera el vodkero consumo, decidieron inaugurar este sá-bado un Festival de la Cerveza, que tendrá una semana de duración. Torrentes de cerveza correrán por las calles de Moscú, a precio asequible, en barriles estratégicamente ubicados por toda la ciudad.
Además, para beneficio adicional de las autoridades, habrá mayor demanda de las cabinas públicas de paga que hacen las veces de salvador WC, con lo cual todos quedarán contentos. A sed saciada, vejiga vaciada, debería ser el lema del festival. El equilibrio perfecto entre las ganas de beber y la necesidad de desbeber, pues.