VIERNES Ť 20 Ť JULIO Ť 2001
LEY INDIGENA
Ť Para nosotros, con el nuevo gobierno nada cambió, dice el presidente del concejo municipal
Chenalhó, la zona más militarizada, después de Ocosingo
Ť Los paramilitares actúan impunemente Ť Polhó, escenario de la violación de garantías
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Municipio Autonomo San Pedro Polho, Chis., 19 de julio. ''Para nosotros, aquí, con el nuevo gobierno no cambió nada, estamos igual que antes'', dice un intérprete del municipio autónomo, quien traduce las palabras de Bartolo Gutiérrez Vázquez, presidente del concejo, quien sólo se dirige en tzotzil a su vocero y a otros dos miembros de la autoridad autónoma.
Las tierras altas y bajas de Chenalhó, un pequeño municipio de los Altos, son las más militarizadas de Chiapas (después de Ocosingo, que ocupa un territorio veinte veces más grande). También aquí es donde los grupos paramilitares conservan mayor presencia impune, no obstante la condena pública que pesa sobre ellos desde la matanza de Acteal.
Dos cifras: 25 campamentos militares permanentes, cerca de 11 mil desplazados por los paramilitares. O bien, dos imágenes contiguas y contrapuestas: la comunidad de Polhó, donde se arraciman 7 mil indígenas despojados de sus casas y tierras en distintas comunidades, y el bien acabado cuartel general de Majomut (según anuncia un letrero en su entrada), del Ejército federal, a menos de cien metros de aquí.
''Siguen en el mismo movimiento de día y de noche las patrullas del Ejército y la Seguridad Pública'', agrega el joven indígena que traduce al castellano las breves frases de Bartolo Gutiérrez, un hombre de edad media, ataviado con un breve calzón blanco a la usanza pedrana.
Los paramilitares siguen siendo un obstáculo infranqueable para que se resuelva el éxodo de miles de indígenas, bases de apoyo zapatistas y miembros de Las Abejas. ''Tzanembolom y K'anolal es lo más cabrón'', se refiere el intérprete a las comunidades en poder de los paramilitares. Esos que la PGR nunca ha podido cachar con las manos en la masa, chin.
''En Tzanembolom han quitado las láminas de todas nuestras casas, y siguen aprovechando la producción de nuestros terrenos. Estamos preocupados, no podemos trabajar nuestras tierras y el alimento no alcanza''. Refiere que en el campamento Ocho (uno de los ''barrios'' de Polhó City), en el último mes ha disminuido 50 por ciento la aportación de maíz que hace cada 15 días la Cruz Roja Internacional. ''Muchos de nosotros tenemos hambre. Hacen falta maíz, frijol''. Aunque parecen tomárselo con calma, las autoridades autónomas pintan un panorama casi desesperado.
La precariedad inicial de los toldos de hule que mal cobijaban a las familias desplazadas, se ha visto atenuada por los centenares de cabañas de tabla y lámina que dan a Polhó un aspecto notable, de pueblo de pueblos; no obstante, las actuales lluvias están causando estragos en la salud de mujeres y niños. ''Tenemos mucha infección de garganta, tos, calentura, catarro. Con el tiempo, los techos quedaron afectados. Ora cayó granizo, y tres años de lámina de cartón de las cocinas no aguantaron, se les vino el agua encima a las compañeras''.
Proliferan cuarteles
Al recorrer este municipio, cada pocos kilómetros sale al paso un cuartel, o un campamento de la policía, mientras los patrullajes son constantes tanto sobre la carretera asfaltada como en los caminos que surcan Chenalhó de Santa Martha a Calchihuitán, y de Chamula a Pantelhó. En cada una de las comunidades donde operan los paramilitares, y a las cuales no pueden volver miles de sus pobladores, se encuentra un campamento militar que, lejos de controlar a las bandas armadas, pareciera protegerlas. Esto ocurre en Yabteclum, K'anolal, Tzanembolom, Los Chorros, Chimix, Pechiquil, Poconichim, entre otras poblaciones donde la coexistencia de soldados y paramilitares impide el retorno de los desplazados.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, en su último informe anual (mayo de 2001), coincide con las apreciaciones del concejo autónomo. Las condiciones que en años anteriores dieron lugar a miles de desplazados en Chenalhó se mantienen ''iguales'', según el organismo. ''A pesar o precisamente por la presencia del Ejército y las corporaciones agrupadas en la Brigada de Operaciones Mixtas (BOM) en la región, continúan la impunidad y las acciones de hostigamiento e intimidación por los paramilitares contra Las Abejas y la gente del municipio autónomo de Polhó''. (De la memoria a la esperanza, CDHFBC, San Cristóbal de las Casas, p. 51)
En dicho informe se afirma que ''las condiciones de los desplazados siguen siendo las mismas, e incluso se han deteriorado por el hacinamiento, insalubridad y falta de leña, a pesar del apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja y algunas ONG''. Apoyo que, según declararon hoy a La Jornada las autoridades autónomas, ha disminuido hasta en 50 por ciento.
''El municipio de Chenalhó sigue siendo teatro de repetidas violaciones a los derechos humanos'', considera el amplio documento del CDHFBC. Y en relación a los paramilitares, el organismo concluye: ''Después de los negativos resultados que tuvo la Procuraduría General de la República en el operativo contra paramilitares (noviembre de 2000), las acciones encaminadas a desmantelar a esos grupos han quedado suspendidas''.
Por su parte, el libro Siempre cerca, siempre lejos. Las fuerzas armadas en México (coeditado por Global Exchange, Ciepac y Cencos. México, agosto de 2000) consigna 41 posiciones de la fuerza pública en Chenalhó, y la certidumbre de que existe un plan contrainsurgente en el estado: ''La paramilitarización, dentro del contexto de la guerra contrainsurgente busca, entre otras cosas, preservar la imagen del Ejército realizando en lugar de éste el acoso a la población zapatista, perredista o de la sociedad civil organizada, y haciéndola aparecer como neutral respecto al conflicto. De este modo, el Ejército no se muestra en la guerra sucia contra la población civil y las acciones contra ella son realizadas por grupos supuestamente incontrolados'' (p. 153).
Si en algún lugar opera, ''de manual'', una estrategia de contención y hostigamiento es en Chenalhó, donde se concentra la mitad de los más de 20 mil desplazados por el conflicto en Chiapas (entre los que se cuentan los exilados de Guadalupe Tepeyac, Taniperla, Tila y El Bosque). Visto desde aquí, el castigo del gobierno contra las comunidades en resistencia sigue inalterado. Si acaso hubo un cambio en México, a Chenalhó no ha llegado en absoluto.
Quizás por eso, al interrogar a Bartolo Gutiérrez y sus compañeros acerca del tema del día, la aprobación final en el Congreso de la Unión de la reforma constitucional en materia indígena, este enviado recibió por toda respuesta la mirada fija del intérprete, el rostro impenetrable del presidente del concejo autónomo y un largo silencio.