JUEVES Ť 19 Ť JULIO Ť 2001
Ť Estudio de la Universidad de Harvard, en colaboración con UNAM y UAM
Transgénicos, recurso ante problemas por sequía
Ť 52 organismos alertan sobre impacto ecológico en México de maíz genéticamente modificado
JOSE GALAN
La biotecnología agrícola no puede resolver los problemas más importantes del campo en México, ocasionados por políticas desfavorables, problemas de comercialización, falta de asistencia técnica e infraestructura adecuada. Pero sí puede solucionar la escasez de producción ocasionada por la sequía.
En un estudio realizado por la Universidad de Harvard, en colaboración con la UNAM y la UAM, titulado La percepción pública de la biotecnología agrícola en México, cerca de 52 instituciones y organismos vinculados con el sector consideran que la ingeniería genética no sólo podrá solucionar el problema de la falta de agua, sino también los ocasionados por infestación de plagas, enfermedades de plantas, uso elevado de pesticidas, baja fertilidad del suelo y fluctuaciones de rendimientos.
Por otra parte, manifiestan su preocupación por el impacto ecológico del maíz transgénico, y alertan acerca de los derechos para la propiedad intelectual, lo que podría poner en peligro los beneficios de cultivos transgénicos para campesinos de escasos recursos.
El documento, síntesis de un proyecto de investigación común del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, el Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana y el Instituto de Ingeniería de la UNAM, tuvo como objetivo investigar la percepción de la biotecnología agrícola entre los principales actores involucrados en el debate público en México.
Si bien los encuestados no consideraron suficiente la legislación relativa a los organismos genéticamente modificados, y están en favor del etiquetado obligatorio, es decir, que siempre lleven la leyenda de que se trata de productos transgénicos, temen que los problemas relativos a un sistema deficiente de comercialización impidan que los productores en áreas marginales aprovechen los cultivos de esta índole.
El proyecto fue financiado por el Fondo Nacional Suizo de la Investigación Científica y por la Fundación Hochstrasser, y la encuesta se dividió en ocho grupos institucionales: el del gobierno, incluyendo autoridades agrícolas y de salud, del medio ambiente y del comercio; el de ONG/Iglesia, con líderes de organizaciones de productores, consumidores e interés público, así como fundaciones para el desarrollo rural laicas y religiosas. El de la academia consideró entrevistas con profesores de biotecnología, ecología, ciencias sociales y agricultura. El del sector privado se dirigió a la industria semillera, agroquímica, cultivo del tejido, gastronomía y alimentación. Aparte de estos cuatro grupos, se encuestó a representantes del Poder Legislativo, de la prensa y a organizaciones internacionales.
Una de las conclusiones del documento es que los encuestados no rechazan, pero tampoco aceptan completamente esta nueva tecnología. El resultado del análisis de redes políticas también ha demostrado que el diálogo público en México sobre biotecnología agrícola está dominado por actores moderados de la academia y del gobierno.
Para los autores, es "muy importante" que se pueda mantener esta comunicación orientada más hacia el consenso, considerando los resultados científicos sobre riesgos y beneficios de esta disciplina, así como sus impactos sociales potenciales, "y evitar la lucha inefectiva entre posiciones dogmáticas".
Ante una lista de productos, los encuestados no consideraron que tengan un efecto negativo en el campesino de escasos recursos. El impacto más positivo se atribuye al arroz que contiene más vitamina A y hierro. En la papa, la resistencia al virus -un proyecto de investigación común entre la trasnacional Monsanto y el Cinvestav- fue considerada positiva. Del total de encuestados, 46 evaluaron el impacto de vacunas transgénicas contra enfermedades de ganado. Esto indica, dice el documento, que el desarrollo de esos productos es menos conocido.
El algodón Bt, resistente a plagas, que es el producto más conocido, también se consideró positivo, lo que fue relacionado por los autores con la "buena experiencia" que tienen los productores del norte de México que participan en un proyecto piloto.
Los encuestados atribuyeron menor impacto positivo al jitomate de madurez retardada, al maíz Bt resistente a las plagas, a la hormona recombinante BST -que induce un aumento en la producción de leche- y a la soya resistente a herbicidas, a la cual le atribuyeron un impacto "neutral".
Todos los grupos apoyan el potencial de cultivos tolerantes a problemas naturales como la sequía. Sobre la preocupación respecto a la insuficiente aplicación de leyes y regulaciones de bioseguridad, "resulta interesante observar que sólo los representantes del gobierno no estuvieron de acuerdo con argumentos negativos. Y lo mismo sucedió con aquellos sobre el potencial dañino para el medio ambiente".
Los encuestados no creen que la ingeniería genética en la agricultura tenga el potencial de disminuir los gastos de insumos de los campesinos, suponiendo que las regalías fueran a remplazar las erogaciones por pesticidas. Pero también piensan que México tiene la capacidad de crear sus propios cultivos transgénicos y, por lo tanto, puede beneficiarse de los niveles mínimos de protección de los derechos de la propiedad intelectual, mantenidos en el acuerdo TRIPS de la Organización Mundial de Comercio.
Entre los encuestados existe "un descontento fuerte" con la regulación a los organismos transgénicos, y no piensan que va a cumplirse con la aplicación de las leyes existentes, que no fueron diseñadas exclusivamente para organismos genéticamente modificados. La nueva ley de bioseguridad actualmente a debate "podría cambiar esta situación". También existe incertidumbre sobre las posibilidades de diseñar un sistema sui generis que proteja no solamente las patentes de nuevos productos transgénicos, sino también los conocimientos y los recursos naturales de las comunidades indígenas en México.
El análisis sobre las diferentes percepciones reveló tres grupos. El primero lo constituyen principalmente ONG que tienen una actitud crítica: "no ven ningún potencial en la biotecnología para la agricultura y consideran demasiado altos los riesgos". El segundo es más amplio y está integrado por representantes de organizaciones gubernamentales, del Poder Legislativo, del sector privado, la academia y organizaciones internacionales.
Este grupo presentó una actitud "moderada", que va desde muy favorable hasta una ligeramente crítica. Pero existe consenso en que la biotecnología tiene "cierto" potencial para resolver algunos problemas importantes en la agricultura mexicana.
El tercero concentra a representantes de casi todos los diferentes grupos institucionales, y es el que está más en favor de la ingeniería genética. Sin embargo, el análisis demostró que éstos se encuentran en cada cluster o grupo de percepción.
Esto indica que la frontera en el debate público entre los que se oponen y los que apoyan la ingeniería genética no está delineada por la afiliación institucional. Además, añade el documento, el hecho de que la mayoría de los encuestados se encuentran en la parte moderada del espectro de opiniones indica que la discusión pública no está tan polarizada como en otros países.
El análisis de redes políticas también demostró que la afiliación institucional "no parece clave en el debate". Por ejemplo, las dos personalidades más mencionadas en la discusión se asocian con cuatro o cinco instituciones diferentes en promedio, comprendiendo una ONG, una agencia gubernamental, una organización empresarial y un centro de investigación. Y son estas organizaciones diversas las que resultan más importantes como centros de intercambio de información sobre la ingeniería genética en el debate público.
Aunque la influencia directa de la academia y del Centro de Investigación para el Mejoramiento del Maíz y del Trigo en la opinión pública y las decisiones políticas no se observa como muy importante, son estas instituciones las que parecen disfrutar más la confianza de la opinión pública, de acuerdo con la percepción de los entrevistados. Además, la academia es considerada como el actor más importante en el debate sobre la biotecnología agrícola en general. Eso indica que ésta podría jugar un papel clave en la búsqueda de consenso sobre el uso apropiado de la ingeniería genética en México