MIERCOLES Ť 18 Ť JULIO Ť 2001
Alejandro Nadal
Los dueños del cielo
Ministros de medio ambiente y científicos de 160 países se reúnen en Bonn estas dos semanas para decidir el futuro del clima del planeta. Es la continuación de la conferencia de La Haya de noviembre del 2000 que colocó el Protocolo de Kyoto en artículo de muerte por la negativa de Estados Unidos a ratificarlo, y por controversias serias sobre sus reglas de aplicación. En Bonn se busca rescatar lo que se pueda del protocolo.
El Protocolo de Kyoto, firmado en 1997, fijó como meta reducir las emisiones de gases invernadero de los países industrializados a un nivel inferior en 5.2 por ciento al de 1990. Estas metas deberían alcanzarse entre 2008 y 2012, dependiendo de cada país.
La reunión de La Haya busca definir las reglas precisas y los llamados mecanismos flexibles que permitirían a los países ricos alcanzar las metas de Kyoto.
Para que el Protocolo de Kyoto entre en vigor se requiere sea ratificado por países responsables de 55 por ciento de los niveles de emisiones de 1990. Entre Europa y Japón se cubre 39 por ciento, y Rusia representa 17 por ciento. Estados Unidos es responsable de 35 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), y sin su participación el esfuerzo de Kyoto se convierte en un pedazo de papel.
Entre La Haya y Bonn sucedieron tres acontecimientos clave. Primero, la administración Bush-Cheney dio a conocer su plan de política energética. Su objetivo central es incrementar la producción de carbón, petróleo y gas. Es decir, para resolver el problema de la oferta de energía se propone empeorar el problema del calentamiento global. Los grupos corporativos vinculados a la industria automotriz y petrolera dominan esta visión de la política energética.
Segundo, la recesión en la economía estadunidense se ha confirmado. Bush denunció en marzo el Protocolo de Kyoto por su dudosa calidad científica y sus efectos nocivos sobre la economía de Estados Unidos. Las dificultades de su economía garantizan el rechazo de ese gobierno a cualquier cosa que se parezca al Protocolo de Kyoto.
Tercero, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), organismo que reúne a todos los climatólogos importantes del mundo, dio a conocer su tercer informe quinquenal sobre las tendencias y consecuencias del cambio climático. Esos documentos se encuentran disponibles en la página www.ipcc.org.
El IPCC confirma que el aumento de la temperatura en las últimas cinco décadas es atribuible a la actividad humana. Lo más grave es que la temperatura se incrementará más y a un ritmo más acelerado de lo que se estimaba hace cinco años. La década de los noventa fue la más calurosa desde que se iniciaron los registros anuales en 1861. Los efectos también son más intensos sobre el hielo de los polos, expansión de los mares, sequías, tormentas y huracanes.
Frente a este panorama desolador, la reunión de Bonn se concentrará en el calendario de metas, el mercado de emisiones permitidas, así como el espinoso tema de los sumideros de carbono como mecanismos para contrarrestar emisiones. Los últimos temas tienen problemas no resueltos y fueron objeto de profundas controversias en La Haya.
La negociación clave en Bonn es entre Estados Unidos, Japón, la Unión Europea y Rusia. Esa negociación se proyectará sobre la cumbre del G-8 en Génova. Los países en vías de desarrollo no están obligados a ceñirse a metas cuantitativas porque Kyoto obliga primero a los países que históricamente han inyectado más CO2 en la atmósfera. Ellos son los que se convirtieron en los dueños del cielo.
Europa considera seriamente ratificar el Protocolo de Kyoto y ceñirse a sus normas, aun cuando Estados Unidos no lo haga. Japón se mantiene a la expectativa. Rusia probablemente lo ratificaría, porque espera sacar provecho del mercado mundial de cuotas de emisiones de gases invernadero. En este mercado se intercambiarían las cuotas no utilizadas de emisiones permitidas, vendiéndose y comprándose los derechos a seguir inyectando CO2 en la atmósfera. Debido al colapso de la economía soviética, Rusia genera ahora 45 por ciento menos del volumen de CO2 que producía en 1990. Por eso cree que de convertirse en realidad el mercado de emisiones, podría obtener hasta 3 mil 500 millones de dólares vendiendo derechos no utilizados de emisiones de CO2.
El IPCC reconoce que existen lagunas e incertidumbre respecto a sus proyecciones. Pero las consecuencias negativas de la acumulación de gases invernadero en nuestra atmósfera no tienen comparación en los últimos 10 mil años. El principio precautorio aconseja actuar cuanto antes para estabilizar la acumulación de gases invernadero. No importa lo que crean los dueños del cielo.
(La semana próxima sigue un análisis de la Conferencia de Bonn.)