miercoles Ť 18 Ť julio Ť 2001
José Steinsleger
Suiza: navaja para zurdos
En los países ocupados por la Alemania nazi, antes de marchar a los trenes y camiones, la Gestapo (Geheime Staats Polizei) procedía de un modo firme y cortés: "pueden llevar una sola maleta... lo necesario para un nuevo 'realojamiento'...", decían a los deportados. Previamente, las SS (Schutzstaffeln, guardias de choque) se habían incautado de sus propiedades, que luego se vendían a los no judíos.
Al llegar a los campos, el equipaje era confiscado. Montañas de oro, plata, alhajas, billetes y monedas fueron enviados a las bóvedas del Banco del Reich (Reichsbank). Después vino el trabajo esclavo. Los cuerpos representaron la cuarta fase del saqueo productivo: cabellos para rellenar colchones, gafas con montura de oro, dientes y muelas de oro extraídos de los cadáveres. En las fundiciones de Alemania, el oro fue convertido en lingotes en los que se estampaba el águila del Tercer Reich con los rayos gemelos de las SS. Pero en agosto de 1944, en una reunión celebrada en el hotel Maison Rouge de Estrasburgo, los altos mandos de las SS infirieron que la guerra estaba perdida. En tandas sucesivas, parte del oro nazi fue transportado a los bancos de Suiza.
Con motivo de mi artículo "Por una Suiza blanca y transparente" (04/07/01), el señor Marcus Kaiser, embajador de Suiza en México, y Simon Geissbühler, agregado diplomático de la misión, enviaron a esta casa editorial una carta en la que dicen: "La afirmación según la cual los bancos suizos se enriquecieron a gran escala con los dientes de oro, joyas y otros objetos de valor sustraídos a las víctimas de los campos de concentración es rotundamente falsa..." (12/07/01).
ƑQué porcentaje de oro provenía de las dentaduras y de los objetos de valor de las víctimas y qué porcentaje procedía del saqueo de los bancos centrales de Bélgica, Holanda, Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Albania, Yugoslavia e Italia tras las caída de Mussolini? No fue algo que en mi artículo me pregunté, pero el señor Geissbhüler, con celo contable, nos dio la cifra exacta de lo primero: 0.5 millones de francos. ƑIncluye los intereses de medio siglo?
Tras admitir que el Banco del Reich hizo transferencias de esta riqueza a Suiza, los señores diplomáticos añaden: "...Según se puede comprobar, los bancos no tuvieron conocimiento de este oro". Sin embargo, el diario suizo Le Nouveau Quotidien descubrió que en 1985 el Banco Nacional (BNS) censuró parte de un informe redactado por Robert Vogler, uno de sus documentalistas.
Según Vogler, a más de demostrar el antisemitismo de Alfred Hirs (principal responsable del BNS en la Segunda Guerra Mundial), los párrafos censurados probaban que Hirs y sus colaboradores conocían el origen criminal del tesoro.
Al fin de la guerra, presionados por los países aliados, los bancos suizos devolvieron parte del oro nazi. ƑY la otra parte qué? ƑQuedó sujeta al artículo 726 del Código Civil suizo, según el cual "... aquél que de buena fe, a título de propietario, apaciblemente y sin interrupción, ha poseído durante cinco años un bien de otro se convierte en su propietario por prescripción"?
El caso de la señora Estelle Sapir, de nacionalidad polaca y residente en Nueva York, representa un buen ejemplo de la situación. Con documentos que probaban que su padre había depositado su dinero en un banco de Ginebra, Estelle viajó a Suiza en tres ocasiones. Una y otra vez los banqueros le dijeron que faltaba el certificado de defunción de su padre, muerto en un campo de concentración. Porque en Suiza la ley es la ley.
Los señores Kaiser y Geissbhüler agregan: "Cabe mencionar que una gran parte del comercio del oro del Banco del Reich se realizó a través de muchos otros países, por ejemplo, Portugal". Es verdad. Faltó decir que la banca suiza fue intermediaria exclusiva del trasiego.
En su Nueva historia de Suiza y los suizos (1983) el historiador Hans-Ulrich Jost, profesor de historia contemporánea en la Universidad de Lausana, escribió: "Durante seis días trabajamos para el III Reich y el séptimo rezamos por la victoria de los Aliados". En un arrebato de originalidad, un ministro de la Confederación trató públicamente a Jost de "traidor marxista-leninista".
De mí, el señor Geissbühler dijo que manejo una "noción extraña de la comprensión de la historia". Es probable. Porque al fin y al cabo, la comprensión ponderada de una historia como ésta, más que producir "nociones extrañas", hiela el corazón. Por ello, temo que entre la dictadura financiera y mediática global y los revisionistas del genocidio nazi estas historias acabarán siendo capítulos tan "oscuros" que ya nadie querrá saber, oír, ver ni creer nada de ellas.
Pienso que a todos los banqueros, y en particular a los suizos, corresponde dar cuenta de prácticas financieras criminales como las del caso de Suiza que lucró "...con la desgracia de los demás y creó un banco de calamidades humanas" (Chateaubriand).
A los suizos que luchan contra la amoralidad de su casta financiera, mis respetos. Y a los maestros fabricantes de cuchillos que inventaron las navajas diseñadas para zurdos, mi más sentida felicitación.