martes Ť 17 Ť julio Ť 2001

Marco Rascón

Por el Partido SLIM

Paradójicamente, México tiene una desgracia, pero suerte a la vez: la riqueza se concentra; sin embargo y por fortuna, un hombre bueno, globalifóbico, culto y sencillo se está convirtiendo en el dueño de todo. Por ello, convencidos de que al igual que en España la transición en México tiene un trasfondo de estabilidad económica, es que podemos convocar a la construcción del Partido Social Liberal Independiente de México (PSLIM), pues sólo así tendríamos alguna posibilidad de influir y aportar en el presente y futuro del país.

Nuestro nuevo partido sería creíble y respetado por ser una referencia del empresario bueno y próspero. Haría frente a esa pesadilla que vive hoy por hoy nuestro fundador, que concentra riqueza sin proponérselo ante la huida de los que se rajaron frente a la globalización: Roberto Hernández, Jerónimo Arango, los Garza Lagüera (Bancomer) y Harp, quienes abandonaron la idea de crear empleos y mejor se fueron a vivir de sus rentas.

El PSLIM, aun antes de su fundación, está presente en toda la cultura nacional: al tomar café, llamar por teléfono, al ver la televisión, al hojear una o varias revistas, usar el Internet, en el cine, al comprar un seguro de vida, ir a un concierto, grabar un disco, observar una ruina arqueológica, en la rehabilitación de un inmueble histórico, en fin, en todas partes está la semilla de este partido que, más allá de lo que se diga, proviene de un hombre que ha hecho historia y que ocupa el 25 lugar en la lista Forbes aventajando por mucho a Azcárraga, a Salinas Pliego, a Saba, a Romo y a González Barrera.

El PSLIM es estratégico y proponemos registrarlo ante el IFE, pues las 29 familias que le siguen terminarán vendiendo todo a las trasnacionales, por ello requiere convertirse cuanto antes en una fuerza política nacional.

A pesar de que nuestro fundador es bueno, una desgracia se cierne sobre él, porque la concentración y su éxito revelan cuán pequeño se está convirtiendo el país. Su fortuna de 10 mil millones de dólares es sana para la nación, pero es muy poca aún para contrarrestar el mar de dinero proveniente de la corrupción, calculada en más de 100 mil millones de dólares, que en su mayoría se fugan al exterior o se convierten en capital improductivo.

Por eso no debe importarnos de qué manera nuestro futuro partido amasó su fortuna, si nació de las privatizaciones salinistas o por prestar el nombre, pues al final, por el simple hecho de que los capitales se reinvirtieron en México, debemos estar agradecidos. Esa fortuna, en síntesis, es parte íntegra del producto nacional o producto interno bruto, y no debe considerarse riqueza privada.

El PSLIM es por su fuerza económica el único que podría llenar el vacío que dejó el PRI en 70 años y esto permitiría unificar a todos, pues tendría orígenes priístas, pero también foxistas y los perredistas seguirían afirmando que gobiernan la ciudad de México. La sede del partido podría ubicarse en el Centro Histórico, que será rehabilitado gracias a nuestro liderazgo económico, o en Azcapotzalco, sobre los terrenos del viejo rastro de Ferrería que con gran visión el gobierno del Distrito Federal ha dado como perrogrativa a Slim.

Sobre el aeropuerto internacional se-ríamos nosotros los que decidiríamos, gracias a nuestro PSLIM, y terminarán las rivalidades entre Televisa y Tv Azteca, entre la cerveza Sol y la Corona, entre la Coca y la Pepsi, pues serían fusionados entre sí y unidos a la nueva fuerza política, ya que como pequeños partidos empresariales difícilmente obtendrían su registro en las próximas elecciones o terminarían como el Partido Verde, el PSN, el PT o el mismo PRD.

Es momento de convocar, sobre todo luego de que todos los perredistas, por acuerdo del sexto congreso nacional, fuimos expulsados masivamente por la burocracia; con el PSLIM podríamos, por fin, hacer una política económica de Estado de largo plazo, transexenal y debidamente blindada.

Es una alternativa no sólo justa, sino urgente y necesaria ante el proceso irreversible de alta concentración de capital, por ineptitud de los viejos y nuevos capitanes de empresa que naufragan en la globalización y prefieren rematar sus emporios construidos bajo el proteccionismo priísta. Entre todos ellos sólo nuestro fundador ha sabido salir adelante y ha tenido la imaginación para darle sentido social al capital, el cual se acrecienta aceleradamente. Gracias a su globalifobia estamos ante una inédita alternativa nacionalista, misma que decidirá la transición en México, porque sabe hacia dónde vamos.

El PSLIM es desde su nacimiento un partido en el poder. Ya tenemos locales para reunión y afiliación en cada Sanborns y nuestro flamante lema: "šFuerza México!" hará caer las banderas de la izquierda, del centro y derecha al reconocer que el dinero manda y la política obedece, porque en el PSLIM se manda invirtiendo.

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