LUNES Ť 16 Ť JULIO Ť 2001

Ť El presidente de EU dormirá en un portaaviones protegido por miles de soldados italianos

Medidas de seguridad extremas por cumbre del G-8

Ť El gobierno suspendió el libre tránsito; no impedirán las manifestaciones, dicen activistas

LUIS HERNANDEZ NAVARRO ENVIADO

Genova, Italia, 15 de julio. Las cosas han cambiado en los últimos años. Durante la reunión del G-7 efectuada en Nápoles en 1994, el presidente William Clinton caminaba por la ciudad, se mezclaba con la gente, comía pizza y bebía vino casi como un ciudadano más. En los próximos días, en la cumbre del G-8 en Génova, su sucesor, George Bush, no podrá hacer lo mismo: dormirá a bordo de un portaaviones, protegido por barcos militares italianos, por unos 4 mil policías que tratarán de evitar el paso de manifestantes descontentos y por mil 500 soldados que resguardan puertos y aeropuertos.

La escenografía

La ciudad de Génova, sede del G-8, tiene grandes méritos mercantiles en su historia. Los primeros bancos y aseguradoras nacieron aquí. Marinos y comerciantes de esas tierras surcaron mares para encontrar civilizaciones distintas. Sus nombres se estudian en los cursos escolares de casi todo el mundo. El pesto, la salsa tradicional genovesa que condimenta la pasta, es un buen símbolo de este espíritu emprendedor: se elabora con ajo y albahaca originalmente provenientes de Vietnam y China.

La riqueza histórica de este puerto civil mediterráneo -hoy ocupado con naves de guerra de la marina italiana- puede verse en sus calles, iglesias y palacios de diversos estilos arquitectónicos. Riqueza derruida por el abandono, el tiempo y la crisis de la industria naval que obligó a cerrar astilleros, pero restaurada aceleradamente durante los últimos meses.

Cientos de trabajadores laboraron a marchas forzadas para dar al casco urbano un nuevo rostro: limpiaron y pintaron fachadas y barandales, colocaron nuevo alumbrado, cambiaron pisos, pavimentaron calles y colocaron nuevas bancas de madera. En muchos puntos de la ciudad se respira aún el olor a pintura fresca y al alquitrán del chapopote.

Vestido informalmente en medio de un séquito de funcionarios ataviados con traje y corbata, Silvio Berlusconi, el empresario dueño de algunos de los más importantes medios de comunicación, que funge como presidente del Consejo italiano, supervisó los trabajos del maquillaje citadino e inauguró obras. Comunicador eficaz declaró: "En Génova casi todo está listo".

Mientras tanto, con la cuenta regresiva a punto de concluir, las aplanadoras se apresuran a dejar a punto calles y avenidas, y grandes carteles presentan a la ciudad como capital mundial de la cultura europea. El centro histórico sigue siendo un laberinto de pasajes angostos y trazo caprichoso, edificios altos con interiores que no ocultan el uso y el paso del tiempo, pero con fachadas remozadas.

Disfrutarán del renacimiento del Centro Histórico los miles de migrantes que viven allí mayoritariamente, muchos de ellos provenientes de Ecuador y otros de distintas naciones africanas, que mandan sus remesas regularmente a los suyos, y las gentes de la tercera edad. Por lo menos, lo harán hasta que la inevitable ola de especulación urbana que asalta las zonas regeneradas los obligue a trasladarse a los suburbios.

Las paredes y los murales anuncian la batalla que se avecina. Al lado de unas cuantas pintas de protesta que sobreviven a la operación de embellecimiento, conviven carteles que buscan educar y denunciar a los transeúntes. Uno se manifiesta en contra del "Muro de la Vergüenza", otro dice "Stop G8", otro más muestra una mujer negra con los pechos descubiertos amamantando a un bebe blanco.

Los negocios localizados en la zona prohibida, o zona roja, informan que no abrirán durante una semana. Y en muchos puntos, policías y carabineros resguardan las calles. En el estadio pegado al mar no hay conciertos musicales ni partidas deportivas, peroitaly_g8_security decenas de vehículos policiacos aguardan el momento de la acción en sus estacionamientos.

Las primeras escaramuzas

En contra de sus ofrecimientos originales, el gobierno italiano abrogó el Tratado de Schengen, que permite el libre tránsito de ciudadanos a través de las fronteras de los países de la Unión Europea, restableció el control de documentos y valijas y cerró la estación ferroviara de Brignole en Génova, y elaboró una lista de 3 mil extranjeros "indeseables".

Vittorio Agnoletto, el médico que encabeza la lucha contra el sida y que funge como vocero del Genoa Social Forum (GSF) acusó al gobierno de mentiroso, y dijo que el Ministro del Exterior, Renato Ruggiero, no era "un interlocutor creíble". El funcionario gubernamental respondió diciendo que él "no es un adversario y que el diálogo debe continuar".

Las medidas afectarán a unas 10 mil personas que vendrán de países como Francia, Grecia, Inglaterra, el Estado Español y Alemania, quienes deberán permanecer horas en las fronteras. El bloqueo de la segunda estación ferroviaria de Génova provocará más problemas a los italianos. Génova es una ciudad muy difícil, no se puede llegar a ella por cualquier parte. Los miles de personas que vendrán van a tener muchas dificultades para llegar y regresar a sus casas.

De acuerdo con Luciano Muhlbauer, integrante del Consejo de Portavoces del Genoa Social Forum, "el gobierno tomó estas medidas no sólo para obstaculizar el traslado de personas, sino para golpear políticamente el movimiento", pues "crea las condiciones para que haya divisiones sobre cómo hacer las cosas. Quieren crear violencia y disturbios."

Para enfrentar los obstáculos, el GSF está enviando brigadas a las fronteras y estableciendo módulos de información. Piensan intervenir en casos de bloqueos ilegítimos. Muhlbauer advierte: "Si no nos van a dar la estación de tren, van a ver problemas en toda Italia. No vamos a permitir que construyan el Muro de la vergüenza". En sentido parecido opina Fiorini Antorno, integrante de ATTAC. Según él, "después de muchos años la policía ha descubierto una ley contra el terrorismo de los años 70 que sirve para intimidar. Todo eso no para el movimiento. Mucha gente quiere llegar por otros medios".

Y, efectivamente, los organizadores han comenzado a alquilar autobuses y trenes que llegarán a otras estaciones abiertas, mientras que cientos de ciclistas pedalean afanosamente por las carreteras rumbo a Génova. Quienes no podrán llegar conforme a lo anunciado serán los napolitanos que, con las casacas rojas de Garibaldi, pensaban embarcarse desde su ciudad rumbo a Liguria. Según los organizadores, "las presiones contra el armador" impidieron a la nave zarpar.

Mientras tanto, en la ciudad, los preparativos para las protestas y para la realización del foro alternativo continúan. Voluntarios que llegan de distintas organizaciones participan en todo tipo de reuniones. El movimiento de agricultores ha donado víveres para alimentar a los nuevos huéspedes, mientras que Médicos sin Fronteras se prepara para cuidar la salud de los manifestantes.

Hormigas en acción

Vista a distancia, la actividad de quienes organizan el encuentro alternativo parece un hormiguero. Cientos de activistas se desplazan aceleradamente, aparentemente, sin rumbo fijo. Pero observados en detalle, los movimientos tienen sentido.

Según Christophe Aguiton, un francés representante de ATTAC, este G-8 es unitaly_g8_mcg evento clave para el movimiento. El hecho de que participen en él más de 10 mil personas de otros países de Europa, en plena época de vacaciones, habla por si sólo. "Va a haber más extranjeros que en Praga", dice orgulloso, y añade: "Es la movilización contra la globalización neoliberal más importante que jamás ha habido".

Lo que alimenta esta iniciativa, de acuerdo con el mismo Aguiton, es que el G-8 es un instrumento muy relevante para los grandes del mundo. Es un lugar clave para organizar el mundo financiero, económico y político a nivel mundial, que funciona de hecho pero no de derecho. Enfático, afirma: "Jamás la ONU ha dado a este organismo un poder oficial". Y añade: hay un temor de los gobiernos al crecimiento de este movimiento. Puede verse claramente con la construcción de este Muro de la Vergüenza, similar al que levantaron en Quebec, pero aquí, en esta ciudad medieval tan bonita es más absurdo.

Los organizadores solicitarán el próximo lunes a un grupo de 80 parlamentarios de centroizquierda que, en contra de las orientaciones de su coalición votaron una iniciativa a favor de la Tasa Tobin, trasladarse a Génova durante las manifestaciones para representar una parte del Legislativo y actuar como observadores.

Por lo pronto, cada grupo se prepara para participar en las protestas a su manera. Los católicos ayunando un par de días y rezando. Los pacifistas ubicándose frente a la zona roja con las manos pintadas de blanco. ATTAC intentará entrar a la franja prohibida a través del aire, porque -dice Antorno- "el aire no se puede controlar". Los centros sociales usaran su cuerpo para romper la red que protegerá la zona roja.

Todos ellos practicando la desobediencia civil. El GSF asegura que no atacará a nadie y que no hará daño alguno a la infraestructura de la ciudad. De acuerdo con Antorno, el asedio a la cumbre y la entrada a la zona roja a pesar de la prohibición gubernamental para hacerlo proviene del hecho de que "no se puede reconocer la legitimidad del G-8" y por eso van a intentar asediar la ciudad y entrar al área prohibida. "Queremos contrastar -señala- que no es justo que ocho personas puedan decir que es justo y legítimo el que una parte de una ciudad se cierre y que no hay posibilidad para todos para entrar. Eso no lo podemos admitir, y lo vamos a demostrar."