LUNES Ť 16 Ť JULIO Ť 2001
Ť En AL la elite económica tomó el poder político, dice
El arte de gobernar, convertido en una mercancía: Roitman
Ť Ahora hay una creciente despolitización de la sociedad
KARINA AVILES
América Latina vive un proceso de "involución política", caracterizado por una despolitización creciente de la sociedad, en el que la elite económica ha tomado el poder político, apunta el científico social Marcos Roitman, al expresar que en ese contexto "surge la sociedad anónima en contraposición a la sociedad civil".
El cambio de este siglo XXI, explica, consiste en que las elites económicas actúan sin intermediarios, es decir, prescinden de las elites políticas. A diferencia de décadas anteriores, "el arte de gobernar se transforma en una mercancía que se compra y se vende".
Dicha involución política se expresa en la frustración que supone demandar espacios de mayor libertad y democracia "obteniendo como respuesta la represión y la exclusión de las grandes mayorías del proceso de toma de decisiones". Ejemplos de ello, serían, entre otros, "las demandas en Bolivia y Ecuador de los pueblos indios pasando por la libertad de Pinochet y terminando con la ley de la Cocopa".
El catedrático de la Universidad Complutense de Madrid dictó un ciclo de tres conferencias en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, que tuvieron el objetivo de vincular las formas de lucha por la democracia en América Latina, las nuevas dinámicas del imperialismo para contrarrestar dichas luchas y las alternativas y opciones anticapitalistas.
En principio, explica que en América Latina los proyectos de construcción de ciudadanía reivindican una forma de democracia política incluyente de los espacios de lo social, económico, cultural y lo multiétnico. Tales espacios han sido reivindicados en tiempos distintos y con características disímiles aunque las peculiaridades de todos ellos son su fisonomía popular, nacionalista, y desde la década de los 50, socialista y anticapitalista.
Las luchas democráticas comenzaron a principios del siglo XX con la Revolución Mexicana, cuya influencia se dejó sentir en todas las luchas antimperialistas y democráticas en las décadas de los 20 y los 30, expone.
La Primera Guerra, la crisis de entreguerras y la Segunda Guerra Mundial dieron un giro a las luchas democráticas, indica. La consolidación del socialismo y la lucha antifascista determinaron durante más de 20 años la forma y los estilos de hacer política en Latinoamérica. No obstante, "el fin de la Segunda Guerra Mundial dejó un escenario completamente distinto. La Guerra Fría y el anticomunismo son factores ideológico-políticos que condicionan los procesos políticos democráticos en América Latina.
"Es el inicio de la lucha contrainsurgente y de la doctrina de la seguridad nacional, apoyada en el Tratado Interamericano de Defensa Recíproca y en la Escuela de las Américas en la zona del canal de Panamá. Las dictaduras en Guatemala, con el derrocamiento de Jacobo Arbenz, la invasión a República Dominicana y el intento de derrocar la última gran revolución nacionalista, la cubana, siete años después de la boliviana, son un ejemplo de esta estrategia", señala Roitman.
"La lucha por la democracia integrará el socialismo y el anticapitalismo. La invasión a Bahía de Cochinos es el punto de inflexión. Es así como las luchas democráticas en América Latina siempre han sido movimientos políticos amplios y heterodoxos, con profundo sentido popular, no populista. En la década de los 70 -explica- y tras el derrocamiento de la unidad popular, emerge una propuesta neoliberal en lo económico e involucionista en lo político. Chile será el primer país que encabece la contrarrevolución liberal, antes que Reagan y que Margaret Tatcher".
En el espacio de refundación del orden y del poder neoligárquico, surge la Revolución Sandinista en el 79, "quizás el último movimiento y lucha democrática fundado en los principios de una guerra justa contra el tirano y el imperialismo estadunidense".
Las guerras de baja intensidad, la lucha contrainsurgente, la reversión de procesos y el combate al narco serán las nuevas formas que adopte el imperialismo, para evitar el desarrollo de las luchas democráticas en Latinoamérica. "La fundación de un orden neoligárquico desarticula y desestructura las clases sociales, yéndose hacia un sistema despolitizado y empresarial. Es el fundamento de las teorías de la gobernabilidad desarrolladas por la trilateral y los organismos multinacionales como el FMI".
Los años 80, indica, enseñan una nueva forma de imperialismo tecnológico-financiero, desde el que se reorientan los procesos políticos hacia un orden de pérdida de la ciudadanía y emergencia del consumidor. "En esta pléyade de cambios surgirá el primer movimiento de respuesta al neoliberalismo en la lucha por la democracia en América Latina: El EZLN, que no se trata de un movimiento del pasado. Es una respuesta a la profunda desigualdad y explotación que expresa el neoliberalismo, después de dos décadas de implantación".
Por último, manifiesta que si se hace un "resumen de las luchas democráticas en América Latina, nos damos cuenta que la reivindicación de la ciudadanía plena ha tenido que ser mediante la fuerza ante el carácter antidemocrático de las clases dominantes y de las elites políticas y económicas que han controlado los destinos de los países latinoamericanos".