DOMINGO Ť 15 Ť JULIO Ť 2001
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Ť Eduardo Galeano

La maldición

Nació llamándose Langland. Era una nave de tres palos y casco de hierro, que llevaba a Europa salitre de Chile y guano de Perú.

Cuando cumplió 20 años, pasó a llamarse María Madre; y ahí empezó la mala suerte. Ella siguió cumpliendo sus travesías de la mar, pero la desgracia la perseguía, y andaba de mal en peor.

A principios de siglo, ya dolida de muchas averías, quedó atrapada en el puerto de Paysandú. Allí estuvo prisionera, durante 40 años, por no sé qué enmarañado pleito por algún contrato no cumplido.

En 1942, fue reflotada. Y nuevamente cambió de nombre. Llamándose Clara Y, volvió a la mar. Zarpó con un cargamento de mil toneladas de sal.

A poco andar, a la salida del río de la Plata, una nube gigante, en forma de cigarro, se elevó desde el horizonte. Mala señal: en seguida volaron las olas como banderas locas y el viento pampero embistió a la Clara Y, le rompió el timón y los mástiles y todo lo demás y arrojó a tierra los despojos. Ella cayó abatida en la playa Las Delicias, a los pies de la casa de Lorenzo Marcenaro. ...él era el hombre que la había bautizado por tercera vez.

Desde entonces, ninguna nave se atreve a cambiar de nombre en esta agua del sur. La mar es libre; pero sus hijas, las naves, no.