Ť Fueron a ver actuar a José Joel; el Príncipe develó la placa
Juntos, Anel y José José en las 400 funciones de El hombre de La Mancha
ARTURO CRUZ BARCENAS
Anel y José José dieron la nota -como se dice en el gremio periodístico- el pasado jueves en el Centro Cultural Telmex, durante la función número 400 de El hombre de La Mancha, de Dale Wasserman, con música de Mitch Leigh y letra de Joe Darion. La actriz y el cantante, distanciados por la vida, ocuparon sus respectivos asientos. Ambos fueron a ver a su hijo José Joel, quien actúa como Anselmo y el monje en la puesta en escena que finalizará sus presentaciones el próximo 26 de julio.
El Príncipe de la canción había sido invitado a develar la placa por las 400 representaciones de la pieza teatral inspirada en el inmortal Don Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. Se esperaba a José, pero no a Anel. Los reporteros los rodearon y las preguntas fueron en el sentido del significado de ese encuentro, difícilmente fortuito, más cuando su ámbito natural son los espectáculos.
Que nada, que todo fue coincidencia. Acabada la representación, ambos dieron un aplauso de pie a su hijo y a la compañía. El musical dirigido por Rafael Sánchez Navarro, producido por Morris Gilbert, había hecho su efecto: sensibilizar al público, y Anel y José José no podían quedarse atrás.
Con el habla de cuchillo cortando piedra, José José destacó la importancia de musicales como el que acababa de ver el público. Anel pudo comprobar lo señalado en numerosas publicaciones, lo dicho en programas de radio y de televisión: su ex padece una enfermedad, tal vez de la garganta, tal vez de los pulmones.
Padre y madre aplaudían a su hijo, a la colectividad de actores, técnicos, casi 200, que hacen posible el musical que seguirá los pasos de El fantasma de la ópera. Se irá.
El drama sentimental de Aldonza-Dulcinea y Alonso Quijano-Don Quijote se sobredimensionó con la realidad de Anel y José. El amor ideal perdura; el terrenal puede acabar. El amor acaba. Una fuente autorizada de BMG, disquera de José José, señala que éste no se da un tiempo de descanso porque tiene deudas con el fisco.
Sobre la obra, algunos comentaron que la orquesta no estuvo a la altura. El final, diseñado para ser apoteósico, fue débil en la orquestación. Es cosa de hedonismos; lo que se ve con mirada intelectualizante acaba por no ser del gusto de nadie. Hay quien se emociona y llora en el cuadro de la muerte de Alonso Quijano.