SABADO Ť 14 Ť JULIO Ť 2001

ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Joselito Huerta o el pundonor como un arte

LOS VILLAMELONES, ESOS aficionados e incluso críticos especializados que alardean de saber mucho de toros, aunque en el fondo no atinen a relacionar tauromaquia con cultura, pretenden reducir el arte del toreo a una estética preciosista -con frecuencia rodeada de artificio-, descalificando o disminuyendo la emoción intrínseca de la lidia, es decir, del espíritu de quienes, al ejecutarla, se entregan.

SI A LO anterior se añade el racismo a flor de piel en ciertos sectores de la sociedad, puede concluirse que tanto en México como en España la trayectoria torera de José de la Paz Huerta Rivera, Joselito Huerta para la historia intemporal de los auténticos héroes de la fiesta brava, alcanzó tintes de epopeya.

NO SE TRATO únicamente de que sufriera y superara el trauma de una docena de dolorosas cornadas, varias de las cuales lo tuvieron al borde de la muerte, sino de que habiendo sido hijo de un humilde campesino poblano (Tetela de Ocampo, 24 de enero de 1934), José llegara a ser, por méritos propios y no por influencias de poderosos, uno de los toreros más importantes del mundo, en esa aristocracia del carácter que algunos otros egregios mestizos de México pasearon por las plazas de España, como Gaona y Armillita, indios atrevidos que fueron a la cuna del toreo a deletrearles a sus inventores la voluntad de saber ser ellos mismos y de triunfar por encima de las adversidades.

En España, su solitaria y reiterada lucha


CUESTA IMAGINAR A un desconocido novillero azteca, moreno y correoso, arribar en 1955 a la península ibérica con el pretensioso nombre taurino de Joselito, leyenda e icono intocable del martirologio torero español. Pero este indio mexicano, con un torerismo sin geografías, supo honrar tan comprometedor apodo y, sobre todo, la gloriosa memoria de José Gómez Ortega, Gallito o Joselito el Gallo, muerto en Talavera de la Reina 35 años antes.

NO, DE NINGUNA manera Joselito Huerta fue "un Joselito más en la larga lista de Joselitos que en el toreo han sido", como escribió algún recopilador de fechas y anécdotas metido a historiador, sino simple e indiscutiblemente el otro Joselito del toreo del siglo Veinte.

PORQUE DESPUES DE José Huerta ningún novillero mexicano ha salido a hombros por la Puerta del Príncipe de la Real Maestranza de Sevilla, luego de cortar orejas, ni tampoco ha dado cinco vueltas al ruedo la tarde de su debut en la madrileña Plaza de Las Ventas, ni ha recibido la alternativa en Sevilla de manos de Antonio Bienvenida, ni le ha brindado a Juan Belmonte, compañero y rival de Joselito el Gallo, una apoteósica faena, ni ha regresado a la península otras cuatro temporadas, tan triunfales como sangrientas.

A PROPOSITO DE su proeza en España de haber hecho valer desde el principio su perturbador -para los villamelones- apodo, existe una hermosa fotografía en la que José Huerta, a los 21 años de edad, es flanqueado, nomás, por Belmonte y Rafael El Gallo, hermano mayor de Gallito, en la cena que el primero le ofreció con motivo de sus triunfos en el albero sevillano. Mayor reconocimiento no pudo haber.

En México, la guerra interminable


PERO MUY PROBABLEMENTE fue en su propio país donde Huerta tuvo que hacerse valer con más esfuerzo. Ya no era sólo el indio atrevido que se hacía llamar Joselito, sino que además carecía de la refinada clase de los exquisitos del toreo y tenía que alternar y superar a los ases nacionales e importados que le pusieran enfrente.

SOLO LOS QUE se arriman a la lumbre se queman. Joselito Huerta, además de ser un diestro poderoso de sólida técnica, amaba la entrega y el celo delante dePALOMO los toros, por eso éstos lo castigaron tanto, sin que a la postre ninguno doblegara su carácter ni su vocación. Veinte años en activo y otros tantos toreando festivales tras su despedida fueron estremecedor testimonio de su refinado gusto por el riesgo deliberado, luego de que varias de las cornadas recibidas, hay que repetirlo, casi le cuestan la vida.

MEXICANO UNIVERSAL DEL arte del toreo verdadero -torero de bronce, no de pose; macizo, no narciso-, a lo largo de su ejemplar existencia (67 años de jugar con su vida, como si suya no fuera) Joselito Huerta se demostró a sí mismo y al mundo que la grandeza torera tiene que ver con la grandeza de espíritu y con la autoestima bien entendida, no con los egos remilgados ni los complejos de adinerados. Su privilegiada inspiración para con serenidad saber enloquecer delante de los toros alcanza niveles que rebasan lo meramente estético.

HACE UNOS AÑOS, en el colmo de la gentileza torera, en un inolvidable festival en la hermosa plaza de Tlaxcala José me hizo el honor de brindarme la muerte de su novillo, diciéndome: "Tienes razón en mucho de lo que escribes, pero estás solo".

DESPUES DEL FESTEJO le pude decir: "Todos estamos solos, admirado José, pero tu sombrero charro en mis manos me confirmó que no ha sido en vano este remar contra la mala corriente taurina de México". Sonrió y dijimos šhasta pronto!