SABADO Ť 14 Ť JULIO Ť 2001
Ť Jorge Alberto Manrique
Xavier Moyssén (1924-2001)
No quiero ahora hablar del historiador del arte, el maestro y el investigador, ni de sus méritos a partir de su opera prima, la edición anotada de Pintura colonial en México, de Manuel Toussaint, hasta que culminó con el libro Crítica de arte del siglo XX con la colaboración de Julieta Ortiz Gaytán. Quiero recordar al amigo, el compañero y colega de muchos años.
El, como yo, nació en Azcapotzalco cuando el antiguo reino de los tepanecas era un pueblo entre el campo, con muchos establos, ligado sólo por la calzada de Tacuba. Eramos chintololos (es decir ''nalgones" en náhuatl), aunque no nos conocimos, dada la diferencia de edades. Coincidimos en San Ildefonso, en la prepa (la única), en las cuatro esquinas célebres: dos cantinas, una pulquería y la última era la Facultad de Derecho. De la prepa nos íbamos en trenes amarillos a escuchar a Justino Fernández, Francisco de la Maza y José Servín en la Facultad de Filosofía y Letras, en Mascarones, la Ribera de San Cosme y Damián.
Xavier tenía el amor por los libros. Desde su época de estudiante frecuentaba y visitaba a los libreros: los Porrúa, en la esquina de Argentina; los Robredo, en Guatemala (la casa antigua de los Avila); mantuvo una relación con el librero y editor español Modesto Vázquez, que era republicano antes de la guerra franquista (por cierto, su hija Zoraida era nuestra compañera, amiga de tantos y tantos años). Después cultivó la amistad de Texeidor y quien le acompañaba, Justino Fernández.
Trabajó en la Compañía de Luz, ya casado, y por lo tanto tuvo que concluir sus estudios en la facultad. Cuando me fui a Jalapa, Xavier entró con una plaza de medio tiempo en la universidad, en el Instituto de Investigaciones Estéticas. En la hornada llegamos el malogrado Raúl Flores Guerrero, Xavier, Manuel González Galván, yo, Eduardo Báez y Elisa García Barragán.
Moyssén fue ayudante en la cátedra de don Justino, en la de arte moderno y contemporáneo, e inició la edición del libro de Toussaint; por su afición, el director le dio el encargo de comprar los libros en la biblioteca (la hoy Biblioteca Justino Fernández) y pudo adquirir para el instituto los libros que fueran suyos.
Otra encomienda suya fue la edición de la revista Anales y ayudó a formar los suplementos de exposiciones y galerías (y además preparó el aporte de ''textos de crítica", cuando fue director).
Por la amistad con Justino y su interés en el arte contemporáneo pudo visitar muchas colecciones privadas y asesoró a varias.
Xavier figuró dos veces en la terna de la dirección del Instituto de Investigaciones Estéticas, sustituyó a Pedro Rojas en el sitio de la Academia de Arte. Colega en Investigaciones Estéticas, en la facultad, compañero en jurados, comisiones, comités y consejos.