Ť Nombra Bush a Otto J. Reich como su próximo secretario asistente de Estado
Amigos de la contra, en los principales puestos de política exterior de EU para América Latina
Ť Rehabilita la Casa Blanca a viejos estrategas y asesores de la guerra fría en el subcontinente
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 13 de julio. Sólo falta Oliver North. Esta es la única conclusión lógica después de que el presidente George W. Bush decidió nombrar en los principales puestos de política exterior para América Latina, tanto en el Departamento de Estado como en el Pentágono, a los mismos funcionarios que fueron los asesores y estrategas del programa de apoyo estadunidense a la contra ni-caragüense en los años 80.
Esta semana Bush nombró formalmente a Otto J. Reich como su próximo secretario asistente de Estado para Asuntos del He-misferio Occidental, designación que deberá ser ratificada por el Senado.
El abogado de origen cubano, ex embajador de Estados Unidos en Venezuela en la década de los años 80, fue un cabildero que ayudó a redactar la ley Helms-Burton, que fortalece las sanciones contra Cuba.
Pero también en los 80 Reich encabezó la Oficina de Diplomacia Pública del Departamento de Estado, entidad que trabajó secretamente para generar el apoyo público en Estados Unidos a la contra. Si es ratificado por el Senado, Reich ocupará el puesto que hoy ejerce Peter Romero.
El nombramiento formal de Reich se produjo la misma semana que el gobierno del presidente Bush filtró a la prensa que está por nombrar a Roger Pardo-Maurer, ex oficial político de la contra nicaragüense, co-mo subsecretario asistente de Defensa para Asuntos Interamericanos.
Pardo-Maurer escribió un libro sobre sus experiencias con la contra y otro informe sobre negocios con México, pero incluso los conservadores en Washington no conocen mucho de sus credenciales.
Estos dos nombramientos asegurarán que las decisiones hacia América Latina de los puestos de más alto nivel con responsabilidad para América Latina en el Departamento de Estado y en el Pentágono quedarán en manos de gente que apoyó la asistencia a la contra nicaragüense, incluso después de que el Congreso prohibió explícitamente toda asistencia de Estados Unidos para ellos.
Además, en la Casa Blanca el Consejo de Seguridad Nacional anunció recientemente que Elliot Abrams, el ex secretario asistente de Estado para América Latina en los 80 y quien admitió haberle mentido al Congreso en torno al controvertido operativo Irán-contra, ocupará un puesto como principal asesor encargado de promoción de democracia y derechos humanos.
Misión casi imposible
El nombramiento de Abrams al Consejo de Seguridad Nacional y el de Pardo-Maurer al Pentágono no requieren la ratificación del Senado, pero Bush tendrá que ganar el apoyo de una mayoría de los cien Senadores antes de que Reich pueda ejercer su nuevo puesto en el Departamento de Es-tado, y eso podría no ser tan fácil.
Los senadores Christopher Dodd y John Kerry han criticado severamente la designación de Reich, y adelantaron que lo interrogarán en detalle sobre sus actividades en el escándalo Irán-contra.
En 1987 la contraloría general de Estados Unidos concluyó que la oficina bajo la dirección de Reich en el Departamento de Estado había participado "en actividades de propaganda encubierta prohibidas", diseñadas para influir a la opinión pública de Estados Unidos.
Reich y su oficina trabajaron para intentar revertir una decisión legislativa para bloquear la asistencia estadunidense a la contra, y usó fondos del Departamento de Estado para promover una campaña publicitaria para la contra en Estados Unidos.
Pero Reich, quien durante los últimos meses ha buscado apoyo para ocupar el nuevo puesto, ha organizado a varios simpatizantes para ayudarlo a lograr su confirmación en el Senado.
"El embajador Reich ha demostrado las normas más altas de ética, desempeño y logros profesionales a través de todo su dedicado servicio", afirmaron 22 ex funcionarios del Departamento de Estado en una carta de apoyo enviada esta semana al Senado estadunidense.
Aunque la misiva está firmada por mu-chos de sus viejos amigos, un nombre que no aparece es el de Oliver North.
El ex coronel de los marines, acusado de otorgar asistencia ilegal a los contras, tiene ahora su propio programa de radio que se trasmite nacionalmente. Pero aún participa en la política y fuentes republicanas en Virginia señalan que algunos desean que busque ser electo al Senado.
Si lo hubiera hecho en la última elección nacinal y hubiera ganado, seguramente ha-bría gozado por ser otro voto para asegurar la ratificación de Otto J. Reich, su camarada en la causa.