Luis González Souza
Antitransición ingobernable
En las legislaturas locales de Michoacán y Nayarit antier terminó de abrirse el cauce para dar rango constitucional al bazucazo del Congreso de la Unión contra la posibilidad de un México tan pacífico y democrático como pluriétnico y multicultural. Los cínicos vividores de la politiquería -con los legisladores artilleros por delante- ya preparan su proverbio-coartada: "Echando a perder se aprende". Lindo proverbio, sí, pero con dos excepciones: 1) si lo que se echa a perder no es muy valioso ni irreparable, y 2) cuando los destructores conservan un mínimo de capacidad y disposición al aprendizaje. Ambas excepciones están presentes en el caso de los destructores del mandato de paz justa y digna en nuestro país.
No es cualquier cosa lo que echaron a perder los legisladores-bazuca o paralegisladores (igualitos a los paramilitares, pero con "inmunidad legislativa"). En lo más inmediato, echaron a perder todos los esfuerzos del nuevo gobierno de Fox -incluidos sus incuantificables esfuerzos discursivos- encaminados a resolver "en 15 minutos" (ja, ja, ja) el conflicto en Chiapas. Pulverizados tales esfuerzos -con la complicidad o no del propio Fox, quien no quiso defender su iniciativa de ley indígena, es decir, la de la Cocopa- en mucho quedan destruidos los anhelos y las confianzas en el cambio profundo que para muchos entrañaría la alternancia electoral del 2 de julio. De paso se prepara el terreno para la destrucción de la presidencia foxiana, y tal vez ya no sólo en términos de credibilidad.
Pero no sólo quedan destruidos los primeros siete meses de esfuerzos foxistas por la paz, como ayer lo editorializó La Jornada. También quedan traicionados y pisoteados más de siete años de lucha cívica y pacífica de la sociedad mexicana, hombro a hombro con un EZLN dispuesto a abandonar la lucha armada cuando ésta deje de ser necesaria, al menos para reactivar la capacidad de aprendizaje de nuestra fauna politiquera.
Y bajo una visión un poco más amplia, la constitucionalización del bazucazo antiindígena y antiCocopa lo que está destruyendo es el larguísimo caudal de luchas que vienen dando cuerpo a la ya muy cacareada -y hoy estropeada- transición de México a la democracia: desde las luchas libertarias del movimiento estudiantil de 1968, hasta las luchas de hoy mismo por la liberación de la verdad y la justicia por lo menos en los episodios más ominosos de represión y violación de derechos humanos (Tlatelolco, Aguas Blancas, Acteal, encarcelamiento del general Gallardo...). Desde luchas unificadoras que llevaron a la creación de la CNPA, la Conamup y el CNI, hasta las que hoy mismo se libran para formar un Congreso de la propia ciudadanía. Desde luchas por la autonomía de sindicatos (Tendencia Democrática, CNTE, Cosina) y universidades (Sinaloa, Guerrero, Puebla, UNAM), hasta la de nuevas organizaciones (Equipo Pueblo, MCD, RMALC, Causa Ciudadana) y, por supuesto, la autonomía de municipios indígenas (Chiapas por delante, con pasamontañas cada vez más comprometedores).
Ese caudal de luchas agarró su fuerza decisiva con la aparición de la lucha indígena zapatista. Y es exactamente esta lucha-parteaguas definitivo de la transición nacional a la democracia, la que se golpea directamente con el bazucazo ahora constitucional. Con este golpe inicia, pues, la antitransición. Es decir, la regresión de México a su peor época de gobernabilidad tan racista como autoritaria; su acercamiento a precipicios de quién sabe cuánta negritud y profundidad.
Lo único positivo de todo ello, es que ahora sí ya sabemos quién capitaliza la revuelta electoral del 2 de julio. Al día siguiente parecían sencillos la disyuntiva y el debate: instauración de un nuevo régimen o recomposición del viejo. Como mucho se ha tardado lo primero, ahora presenciamos el nacimiento de un híbrido multipartidista, idéntico al que disparó el bazucazo anti-Cocopa, cuyo proyecto, lejos de ser nacional, se reduce a conservar sus propios cotos de poder y privilegios, a costa de lo que sea. Por lógica, es el híbrido el núcleo duro de la antitransición. Y si ésta desemboca en un México ingobernable, como seguro lo hará, pues tanto mejor para las momias multicolores de la antitransición. En ríos democráticos, no tienen idea de cómo nadar. En cambio, sus mejores pescas se registran en las turbulentas aguas de la antidemocracia.
Hay buen espacio, pues, para un amplio frente a favor de la democracia plena, y en contra de las momias antitransición: artilleros no sólo contra el EZLN y los pueblos indios, sino contra todo lo que huela a transición en verdad democrática.
Los zapatistas ya llevaron su lucha hasta la tribuna del Congreso oficial, pero dicen los artilleros que de nada sirvió. Veremos si entonces sirve el Congreso Ciudadano que la propia sociedad comienza a darse a sí misma. Por lo pronto, decimos NO al bazucazo legislativo, y damos luz verde a la aplicación de la ley Cocopa.