Ť Recibió multitudinario homenaje en la Cineteca
La de Leñero, vida permeada por la ética: Rascón Banda
Ť Fons: la lógica estremecedora, base de su pensamiento
Ť Se entusiasma con los triunfos ajenos: González Rubio
CESAR GÜEMES
-Como comprenderán, estoy abrumadísimo -dijo Vicente Leñero la noche del miércoles en la Cineteca Nacional, mientras con los dedos de la mano derecha se peinaba el cabello hacia atrás en su clásico gesto de amable agobio.
No era para menos, era lo justo. Uno tras otro los ponentes de la mesa del homenaje fílmico, que se le brinda a lo largo de una semana, ponderaron sus virtudes de guionista, escritor, aficionado al beisbol y tejedor de tramas narrativas.
-Estoy abrumadísimo y agradecidísimo por este acto que empezó de alguna manera con una trampa de Ana Cruz y de Magdalena Acosta, que hablaban de organizar ciclos sobre guionistas para darles su lugar en el cine -continuó el paradigma del periodista que es escritor o del novelista que es dramaturgo.
Antes, Víctor Hugo Rascón Banda dio inicio a las ponencias conducidas por la titular de la Cineteca, Magdalena Acosta. El dramaturgo declaró, sin ambages ni rubores: ''Dichosos los que somos sus alumnos y amigos porque con su obra y sus enseñanzas ha estimulado y enriquecido nuestra escritura. ¿Quién que necesite un consejo, aun del poder público, no acude a Vicente Leñero? El inspira credibilidad y confianza. No siempre entre los escritores existen la ética y la sabiduría, la honestidad y la inteligencia, la dignidad y el talento. En Leñero sí. Hay escritores excelentes, pero mezquinos; de extraordinaria calidad, pero de mala leche. Para Leñero la ética permea su vida y su conducta, la calidad de su obra va de la mano con su calidad de ser humano. Es un caso raro en el país de las letras: no forma parte de ninguna capilla o cacicazgo, y sin embargo su voz se escucha porque una opinión suya es un juicio autorizado".
Todo en Vicente es pasión
Marcela Fernández Violante, luego de hacer un amplio recuento de su trabajo al lado de Leñero, afirma con hechos apoyar su trabajo a fin de ''tributar a Vicente Leñero como testimonio de mi admiración por su enorme talento".
Jorge Fons no llevaba nada escrito, ni le hacía falta. ''Vicente piensa en imágenes -apuntó-, en acciones, y además siempre lo hace con una lógica estremecedora. Ya sabe Vicente que en el cine siempre hay que ser muy objetivos y trabajar con el sentido común al lado, porque las abstracciones que surgen de las escenas son resultantes de esa objetividad base. Lo que me entusiasma de él es que antes que nada es un dramaturgo: sus personajes son de carne y hueso, creíbles, coherentes".
Desde muy joven, contó el también guionista Guillermo Arriaga, admira a Leñero, y recordó: ''Los que hemos tenido la fortuna de platicar con Vicente lo hemos oído hablar de beisbol, que casi no le gusta. El beisbol es para él una pasión tremenda, cuando habla del tema le brillan los ojos, se emociona, lo mismo que cuando habla de la vida o del cine o de la literatura. Todo en Vicente es pasión".
Ana Cruz, coordinadora del catálogo titulado precisamente Homenaje fílmico a Vicente Leñero, se refirió al escritor desde diversas facetas, ente ellas, de los errores que puede cometer, de los cuales dijo: ''Lo mejor es que gusta hablar de ellos, algo inusitado en los creadores. Y cuando platica de cine habla de sus preocupaciones, de sus vicios de carácter, pero también de sus muchos aciertos y de sus hallazgos al escribir. Lo más admirable en él es que nada lo desalienta a seguir escribiendo".
A su vez, dentro de ese catálogo, Javier González Rubio Iribarren escribió: ''Vicente sabe escuchar y, otra rareza, se entusiasma sinceramente con los triunfos ajenos''.
En su turno, Enrique Rentería lo vio como a un ingeniero que, a diferencia de sus compañeros de labor, sí había leído lo que es preciso leer:
''A este ingeniero, que me regaló sus diferentes ediciones de La divina comedia y su variación mexicanizada del infierno, maestro generoso, cuestionante, compañero y amigo, gracias por estar aquí y enseñarnos."
Fernando León, participante del taller de Leñero, cerró la noche con anécdotas refrescantes, novedosas y, como le ha ocurrido a generaciones enteras, firmes en su admiración por el trabajo del escritor.
Luego de la gentil espera, entonces sí, Vicente Leñero se vio abrumado de verdad ante el lleno completo de la Sala Salvador Toscano de la Cineteca Nacional. Acompañado, aunque finalmente a solas con su público, habló de ''este impresionante, estimulante, doloroso, inolvidable acto por el que les agradezco muchísimo a todos, y todos lo saben, sus palabras, su sobrevaloración a mi trabajo de guionista".
No hay secreto para su labor: ''Aprendí a escribir guiones escribiéndolos, leyendo los guiones de mis compañeros, viendo las películas desde el punto de vista del guión, escuchando, observando y aprendiendo mucho de mis compañeros talleristas que me han enseñado más a mí de lo que he podido transmitirles. Eso ha culminado en una profesión donde me encuentro ahora sumergido, entusiasmado por el trabajo, sintiendo que todo lo que he escrito antes es inferior a lo que deseo hacer en el futuro".
Su labor dentro del guionismo se apreciará en las cintas que restan por proyectarse a partir de hoy: Los albañiles; Estudio Q; Mariana, Mariana; Miroslava y El callejón de los milagros.
El secreto, en todo caso, es el talento natural, ordenado y pulcro de Vicente Leñero, ingeniero y maestro del guión cinematográfico.