jueves Ť 12 Ť julio Ť 2001

Octavio Rodríguez Araujo

Más grave que la abstención

El abstencionismo en las elecciones de Baja California es, ciertamente, el más alto en la historia reciente de la entidad. En 1989, año en que la abstención fue muy alta, no llegó a 60 por ciento. Ahora ha superado esta cifra. Con los datos preliminares de 92 por ciento de las casillas computadas, la participación electoral se estima entre 34 y 36 por ciento del listado nominal de electores.

En tiempos de predominio del PRI la abstención no sólo se interpretaba como apatía, sino como un factor de manipulación para restarle votos a la oposición. Cuando el PRI disminuía sus votos, curiosamente aumentaba la abstención y viceversa. De esta forma se castigaba a los partidos opositores proporcionalmente al aumentarse hábilmente la abstención. Eran los tiempos en que el padrón electoral era controlado y manipulado por el gobierno, según su conveniencia. En Baja California este fenómeno fue claro entre los años de 1974 y 1989, como ya alguna vez lo demostramos Alvaro Arreola y quien esto escribe (Véase "Las caras del abstencionismo: Baja California, Chihuahua y Michoacán. 1974-1989", Perfil de La Jornada, 24 de julio de 1989.)

Pero es el caso que ni el gobierno ni su partido, Acción Nacional, controlan el padrón. Cuesta trabajo pensar que ahora el PAN está siguiendo los mismos métodos que antes usaba el PRI en los lugares en donde era gobierno. El Revolucionario Institucional lo intentó en Yucatán y no le fue posible, Ƒpor qué el blanquiazul podría manipular el padrón en Baja California sin que nadie se dé cuenta? Habría que buscar otra explicación.

En el largo periodo de gobiernos priístas se manejaba la hipótesis de que a mayor urbanización y desarrollo mayor participación. Asimismo, que en las elecciones locales y en las federales intermedias habría mayor abstención que en las presidenciales. No era difícil demostrar estas hipótesis. Se comparaba la abstención entre Michoacán y Baja California o entre Oaxaca y Nuevo León, y no quedaban dudas. Las explicaciones principales eran dos: a) en zonas urbanas o de mayor desarrollo la población está mejor informada, tiene mayor cultura política y, por lo tanto, participa más; y b) por la misma razón, en las zonas rurales, donde hay mayor pobreza y analfabetismo, además de no darse la tendencia a participar mayoritariamente, era más fácil para el PRI manipular, coaccionar o comprar el voto que en las ciudades.

Sin embargo, Baja California es uno de los estados con más altos niveles de vida del país, prácticamente urbano y el campo altamente tecnificado. Posee también un bajo índice de analfabetismo y, por lo mismo, su población en teoría debe estar bien informada. ƑPor qué entonces tan alta abstención?

Jaime Martínez Veloz, colaborador también en estas páginas y candidato del PRI a la alcaldía de Tijuana, declaró recientemente a La Jornada que él no contendió contra un candidato sino contra "una maquinaria que no escatimó el dispendio de recursos públicos y la utilización de recursos del estado a favor de los candidatos de su partido". En otras palabras, lo que Jaime ha dicho es que el PAN en el gobierno está haciendo lo mismo que el PRI cuando gobernaba. El coordinador de la campaña del candidato del tricolor a la alcaldía de Ensenada, actualmente en manos de su partido al igual que la de Tecate, "sostuvo (para el periódico Frontera de Tijuana) que las autoridades electorales son responsables de rasurar el padrón electoral y haber propiciado que muchos ciudadanos no pudieran votar." Lo mismo hubiera dicho un candidato panista cuando el PRI era todopoderoso, con la diferencia de que antes era cierto y ahora poco probable, aunque posible.

La hipótesis de la manipulación del voto o de la alteración del padrón electoral no puede descartarse, porque es posible todavía, de la misma manera que sigue siendo válida la hipótesis de que hay mayor abstencionismo en zonas rurales y pobres que en zonas urbanas y ricas. Pero quizá ahora nos enfrentemos a otro problema: la falta de credibilidad de los ciudadanos en los partidos y en los gobiernos. Que el candidato del PAN-PVEM a la gubernatura de Baja California llegue con menos de 18 por ciento del listado de electores (casi 270 mil votos) no significa sólo abstención, sino algo más grave: una legitimidad muy cuestionada, aunque su triunfo sea legal. Esto y no la abstención en sí (como antes) es lo que deberá analizarse, porque de continuar esta tendencia nos van a salir muy caros los partidos y las elecciones... para poca cosa. La teoría de la representación deberá ser revisada también.