MIERCOLES Ť 11 Ť JULIO Ť 2001 '

Alejandro Nadal

La otra mitad del sexenio

Toda la evidencia indica que la primera mitad del sexenio de Vicente Fox estará marcada por el estancamiento de la economía mexicana. Eso implicará el incumplimiento de las promesas de campaña. Los pronósticos de corredurías y analistas independientes son francamente pesimistas. Las proyecciones sobre el crecimiento del producto interno bruto son 1.3 por ciento (CAIE), 1.5 por ciento (Bursamétrica) y 2.4 por ciento (CIEMEX). Si se toma en cuenta que el año pasado el crecimiento fue de 6.9 por ciento, cualquiera de estos escenarios representa un desplome significativo.

Desde luego, si la economía mexicana crece 1.5 por ciento este año, eso no significa que los ingresos de todos los sectores y todos los hogares crecerán uniformemente. En algunos sectores los despidos serán más numerosos y la cantidad de empresas en quiebra será más alto. En general, las distorsiones sectoriales y regionales se intensificarán.

Además del colapso en materia de crecimiento, la economía mexicana experimenta ya un serio desequilibrio en sus cuentas externas. El año pasado, la economía creció 6.9 por ciento y el déficit en la balanza comercial fue de 8 mil millones de dólares (mmdd). Este año, con un crecimiento de 1.4 por ciento, el déficit en la balanza comercial será de entre 10.4 mmdd (CAIE) y 18 mmdd (Bursamétrica).

ƑPor qué se disparará en forma desmedida el déficit en la balanza comercial a pesar del estancamiento? La explicación está en dos frentes. Primero, las exportaciones maquiladoras y no maquiladoras son las más afectadas por la desaceleración de la economía norteamericana.

Segundo, la fuerte sobrevaluación cambiaria que sobrepasa 25 por ciento explica el crecimiento de las importaciones de bienes de consumo. Mientras las importaciones de bienes de capital e insumos intermedios se han desplomado, las de bienes de consumo han aumentado un 30 por ciento.

El déficit en la cuenta corriente superaría este año los 22 mmdd y las divisas para financiarlo vendrán de la cuenta de capital. Se espera recibir 13 mmdd de inversión extranjera directa, 5 mmdd de inversión de cartera y el resto provendría de endeudamiento del sector privado.

Esta entrada de divisas constituye una forma artificial de financiamiento porque el déficit en la balanza comercial es crónico y estructural. La prueba es que en el pasado reciente frenar el crecimiento de la economía mexicana fue convirtiéndose en el mecanismo por excelencia para reducir el déficit de la balanza comercial. La política monetaria restrictiva, además de buscar abatir la inflación, fue otro camino para controlar lo que el banco central denominó el sobrecalentamiento de la economía mexicana. Esta opción de política económica ya se agotó porque el estancamiento inducido coexiste con un abultado déficit en la balanza comercial.

Además de esta configuración negativa, el gobierno de Fox enfrenta una crisis fiscal larvada por empeñarse en reconocer y asumir los desastres de los gobiernos anteriores en materia fiscal (Fobaproa, rescate carretero y PIDIREGAS). Además, el estancamiento conlleva una caída en los ingresos tributarios, y por eso se avecina un recorte presupuestal.

Para el sexenio de Fox las cosas no se presentan bien. Aún suponiendo una recuperación de la economía estadunidense en el segundo semestre del 2001, los efectos favorables en México se comenzarán a sentir hasta el segundo trimestre del año entrante. Pero los daños sufridos en el aparato económico pueden retrasar más la respuesta de la economía mexicana a un eventual repunte estadunidense. El desplome espectacular del sector agropecuario en el primer trimestre (-5.55 por ciento) es comparable a la crisis de 1995. En la industria manufacturera la caída es de -1.16 por ciento (cuando el primer trimestre del 2000 creció al 9 por ciento). En consecuencia, aun en el escenario optimista, el crecimiento para el 2002 será de aproximadamente 3 por ciento.

Y si todo sale bien, en el año 2003 la economía mexicana crecería al 5 por ciento. Para entonces, el sexenio estará a la mitad de su vida. Los empleos generados esos años serán insuficientes, el rezago estructural en materia de salud, educación, bienestar social e infraestructura no sólo no se habrá revertido, sino que habrá empeorado. Ningún problema de la economía mexicana estará solucionado. Aun en el escenario optimista, la otra mitad del sexenio no será suficiente para revertir el proceso de deterioro económico y social en México. Por supuesto, las cosas pueden ser peores si la recesión estadunidense se prolonga hasta mediados de 2002.

Vicente Fox podía haber encaminado el país hacia una estrategia económica más constructiva en la que el mercado doméstico ocupara el lugar que merece. Su obstinación por mantener el modelo heredado de los dos últimos gobiernos, ambos marcados por la ilegitimidad y la corrupción, cancela sus promesas de cambio.