REPORTAJE
Una labora en Mochicahui, Sinaloa; otra estará en Juchitán, Oaxaca
En México, las primeras dos universidades indígenas de América
La universidad indígena de Mochicahui se había mantenido ''casi en secreto" para no disparar la demanda a nivel nacional, la cual no podría satisfacer. Sin embargo, con un sistema educativo innovador, cuenta con una matrícula aproximada de 520 estudiantes y una planta de 43 maestros-asesores. Durante el tercer ciclo escolar, que arrancará en agosto, llegará a mil estudiantes y su tope es de 3 mil jóvenes.
ARTURO JIMENEZ ENVIADO
Mochicahui, El Fuerte, Sin. Las dos primeras instituciones de educación superior para indígenas en México y en América con el carácter y nivel de "universidad", se gestan en extremos geográficos del país: el noroeste y el sureste.
Una es ya realidad desde 1999 en la comunidad mayo-yoreme de Mochicahui, en el municipio de El Fuerte, al norte de Sinaloa. Y otra planea abrir sus puertas para el año 2002, "con o sin el apoyo federal", en la ciudad de Juchitán, en la región zapoteca del istmo de Tehuantepec, en Oaxaca. Incluso, cuenta ya con los terrenos donde se asentará.
La universidad indígena de Mochicahui se había mantenido "casi en secreto" para no disparar la demanda a nivel nacional, la cual no podría satisfacer. Sin embargo, con un sistema educativo innovador, cuenta con una matrícula aproximada de 520 estudiantes y una planta de 43 maestros-asesores. Durante el tercer ciclo escolar, que arrancará en agosto, llegará a mil estudiantes y su tope es de 3 mil jóvenes.
Con escasos recursos ?7 millones de pesos anuales asignados por el gobierno de Sinaloa, que encabeza Juan S. Millán Lizárraga-- y severas medidas de austeridad, cuenta con un plan gradual de consolidación que la llevará a convertirse en la "Universidad Autónoma Indígena de México".
Mientras, la universidad indígena de Juchitán es todavía un detallado proyecto escrito, pero la impulsan legisladores zapotecos en las cámaras de Diputados y Senadores y tiene la simpatía del gobierno del estado de Oaxaca, que encabeza José Murat. Como la de Mochicahui, sus apoyos federales son "cabildeados" en la oficina de asuntos indígenas de la Presidencia de la República, que dirige Xóchitl Gálvez. Sin embargo, la existencia de ambas no depende de esos recursos.
Aunque con la simpatía de diversos sectores sociales sinaloenses, la universidad de Mochicahui es más bien un proyecto promovido por el gobierno estatal. El encargado del programa es el secretario general de Gobierno y presidente de la Comisión para la Atención de las Comunidades Indígenas de Sinaloa, Joaquín Vega Acuña. Y el director general es el antropólogo, pedagogo y escritor Jesús Angel Ochoa Zazueta.
En tanto, el proyecto de Juchitán se mueve "desde abajo" y comienza a ser promovido por grupos sociales, escritores, artistas e intelectuales zapotecos. Entre las cabezas está el poeta y narrador bilingüe Macario Matus, autor principal del proyecto, el cual plantea contar con el estatus de "autonomía" desde el comienzo.
Existen en México otros centros de educación superior para estudiantes indígenas, como la normal mixe en Oaxaca, que tiene nivel de licenciatura. No obstante, con el carácter de "universidad" y de "indígena", los proyectos de Mochicahui y de Juchitán no tienen precedente en la historia de resistencia cultural de las etnias de México y de América.
Mochicahui, la realidad de un sueño
Afuera, en un pequeño jardín a la entrada del edificio principal del Instituto de Antropología-Universidad -como por el momento se le denomina a la universidad de Mochicahui-, un letrero expresa sin modestia:
''Estamos construyendo un sistema educativo que en otras latitudes es un sueño."
El edificio sede mira hacia la sosegada plaza pública del poblado, vecino de la ciudad de Los Mochis. Es el último domingo de mayo, el calor es sofocante y casi no hay estudiantes, pues la mayoría visita sus comunidades los fines de semana.
Adentro, en una oficina siempre abierta y al parecer provisional, el director general del Instituto de Antropología-Universidad (IA-U), el antropólogo, pedagogo y escritor Jesús Angel Ochoa Zazueta, comenta:
''El factor fundamental aquí es enriquecer la autoestima de los muchachos. Y eso se logra volteando hacia las tradiciones y, a la vez, abriendo de capa al estudiante a la confrontación, a la competencia en el mercado de trabajo. Nuestras gentes llegarán hablando en tres lenguas (yolem'me-mayo, español e inglés), con una relación de la cultura bien firme y con el manejo de tecnología de competencia."
El IA-U atiende sobre todo a jóvenes indígenas del tronco etnolingüístico yoreme (yolem'me es el nombre correcto, aclara el director), sobre todo a los mayos del norte de Sinaloa y a los mayos y yaquis del sur de Sonora.
Pero la intención es abarcar en una segunda etapa las más de diez etnias de todo el noroeste de México, así como a otros grupos yolem'mes de Arizona, en Estados Unidos. Además, los mestizos de la región también pueden asistir a la universidad de Mochicahui.
En la región se calcula que hay unos 70 mil indígenas bilingües, pero la cifra aumenta a más de 200 mil, pues cada uno tiene en promedio tres familiares monolingües en español. ''Estos han crecido en el espacio cultural yolem'me y piensan y actúan como tales".
Ni profesores, ni alumnos ni reprobados
Ochoa Zazueta, Premio Nacional de Antropología 1988 y autor de libros sobre los mayos, los kiliwa de Baja California y otros, dice que este modelo educativo surgió de las necesidades locales.
''Mi tesis plantea el concepto de 'la etnia derrumbada', el problema de la educación, de por qué los muchachos no podían ir a la escuela. Por ejemplo, para ir y venir a la Universidad de Occidente, en Los Mochis, se necesitan 14 pesos diarios, pero no los tienen, al igual que 'ropa adecuada'."
Por eso, otras de las características principales del IA-U es su política de reclutamiento de los jóvenes egresados de las preparatorias de la región y la atención personalizada de su desarrollo académico. Pero también atienden las causas familiares o sociales por las que pudieran desertar.
Es más, los estudiantes cuentan con ''padres y madres paralelos" o tutores. ''No los soltamos fácilmente", dice sobre este programa, llamado Chapulín.
Ochoa Zazueta comenta otras singularidades del sistema educativo. ''Esta universidad no tiene profesores, ni alumnos ni salones de clase, no quiere saber nada del concepto de enseñanza. La educación aquí es personalizada, los que 'enseñan' desaparecieron y en su lugar hay asesores o 'facilitadores académicos'. Y el estudiante no se llama alumno sino 'titular académico' y es la persona más importante para nosotros".
Tampoco hay reprobados. ''Nosotros no trabajamos para demostrar que la gente no sabe. Y eso, ni con Piaget ni con Freire. El objetivo es crear un sistema educativo sin reprobados, porque eso afecta la autoestima. Con asesorías, el joven se prepara y cuando ya se siente capaz se presenta a una o varias evaluaciones, hasta que aprende".
El IA-U cuenta con cuatro licenciaturas: turismo empresarial, cultura popular, sociología rural e ingeniería en sistemas computacionales. Aunque tienen el nivel previo de ''técnico profesional asociado".
Para el siguiente ciclo escolar, en agosto, agregarán periodismo, etnopsicología, contabilidad y ventas. Con los primeros egresados, en dos años impartirán tres maestrías: educación social, negocios y ventas.
Los universitarios indígenas de Mochicahui se hospedan en tres albergues ubicados en edificios donados por personas del lugar. Una de las fincas más grandes, un vetusto edificio colonial, alberga la Biblioteca del IA-U, abierta a todo público.
Hospedaje, alimentación, colegiatura y equipo son totalmente gratuitos. Debido al sistema educativo y al óptimo manejo de los escasos recursos, el costo por cada estudiante es muy bajo: 2 mil pesos anuales.
La computación es parte de la columna vertebral de esta universidad indígena, sobre todo el uso de Internet y la concentración de información e instrucciones en su página Web (www.mochicahui.udo.mx). Por ejemplo, mediante ella puede estudiarse ''a distancia" en contacto con los asesores o comenzar los trámites de inscripción.
Esta y las demás características, sostiene Ochoa Zazueta, convierte a la universidad de Mochicahui en un modelo a seguir no sólo en México sino en América Latina. Este proyecto, dice, ayudará a reorientar el gasto en educación pública.
Entre una parabólica y la Cruz del Perdón
La afirmación: ''El aula es la realidad misma", la hace Ochoa Zazueta en referencia a una enramada dominada por un altar religioso. El lugar, al fondo del patio central universitario, es a la vez auditorio y área de danzas y rituales.
Es sábado 26 de mayo y al día siguiente recibirán al gobernador Juan S. Millán, a Xóchitl Gálvez y otros funcionarios estatales y federales, así como a 22 gobernadores tradicionales o cobanaros (cabeza grande o señor de la tierra, en lengua mayo). El objetivo, buscar recursos.
El director de esta universidad se detiene junto a una Cruz del Perdón de madera
adornada con flores. Señala desde allí la antena parabólica de la universidad, en la azotea del edificio. Esa imagen sintetiza el proyecto educativo, comenta, y expresa: ''Hacer coincidir todo eso es una felicidad".
Más que salones tradicionales, tiene salas de discusión grupal, cubículos para las asesorías personales y otras áreas de estudio, casi todas dotadas de modestas computadoras ''rescatadas de la basura" y reparadas por asesores y estudiantes.
No todos los profesores o ''facilitadores académicos" son indígenas, pues uno de los problemas graves de las etnias es la falta de profesionales. Por ello, en Mochicahui se abocaron a una primera etapa de seis años: formar recursos humanos.
''Son tan pocos que el INEGI ni siquiera menciona cuántos hay. Nosotros ya sabemos que son 0.1 por ciento de la población total indígena. Además, llegan a las universidades y los desmantelan. La educación de los indígenas en México es un proceso para desarticular, desmembrar y desbaratar la concepción étnica.
Ese ha sido ''el indigenismo de los no indígenas". Pero ahora ''el indigenismo de los indígenas" reclama: ''Momento, somos mexicanos, tenemos derecho a la mejor educación de la cultura occidental, y a la vez a que respeten nuestra cultura".
Ochoa Zazueta lo ilustra: ''Pueden ir a la Luna y, también, bailar las danzas del Venado, del Coyote, el Pascola". Los muchachos del IA-U, agrega, usan computadora, saben matemáticas, discuten sobre Platón o Levi-Strauss y rinden culto a San Lázaro, de quien tienen un altar en la universidad.
Reflexiona: ''Tradicionalmente se ha considerado que la cultura indígena limita el desarrollo, pero nosotros sabemos que es fundamental para el desarrollo".
El entusiasmo en Ochoa Zazueta es amplio. ''Como podamos, a la primera generación, que saldrá en dos años, la vamos a mandar a estudiar al extranjero, para que regrese a dirigir el proyecto. Este proyecto es para que lo dirijan los indígenas. Afortunadamente, mi edad me obliga a que me retire, pero dejaré el campo listo para que sean indígenas, no políticos".
Juchitán, un sueño para la realidad
El proyecto de un grupo de legisladores e intelectuales zapotecas para fundar en Juchitán la ''Universidad Nacional Autónoma de las Lenguas Indígenas de México" avanza y todo indica que podría abrir sus puertas a finales de 2002, ''con o sin el apoyo federal".
''Nos vamos a lanzar, con poco o mucho apoyo. Los intelectuales, los escritores, los artistas, los científicos, los profesionistas en diversas áreas, toda una planta de gente ya está lista para comenzar", asegura Macario Matus, escritor zapoteca y uno de los principales promotores de ese proyecto en el istmo oaxaqueño.
''Ya fueron suficientes 500 años, no vamos a esperar más", insiste. ''Lo arrancamos y sobre la marcha vemos''. Jurídicamente, agrega, tampoco habría problema, porque la universidad se inscribiría en el marco de las demás universidades públicas.
Incluso, destaca que el proyecto es avalado por el gobernador de Oaxaca, José Murat, quien se comprometió a donar el terreno ante el senador juchiteco Daniel López Nelio, otro promotor del proyecto.
Matus, quien reside en la ciudad de México, fue director de la Casa de la Cultura de Juchitán, que impulsara el pintor Francisco Toledo en los años setenta y ochenta. Era la época de auge de la COCEI (Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo).
Este proyecto de universidad del pueblo de los binni záa también es promovido por el diputado federal Héctor Sánchez, juchiteco y perredista como López Nelio, y por los hermanos Roberto y Francisco de la Cruz, escritores y antropólogos.
Interculturalidad vs Plan Puebla-Panamá
El proyecto cuenta con un detallado documento de más de cien páginas que incluye varios capítulos y anexos. Se argumenta:
''Las lenguas y culturas de México, valores definitorios de cohesión e identidad de las etnias para acceder a los beneficios de la nación en condiciones de igualdad, tienden a desaparecer por varias razones: la transculturación, la falta de medios que estimulen su revaloración eficaz, el señalamiento discriminatorio y racista de que su presencia genera atraso, entre otros."
Se advierte que ''las nuevas generaciones muestran, respecto de su origen étnico, un desarraigo cada vez en mayores dimensiones". Y luego de plantearse como necesaria la creación de una universidad indígena en Juchitán, se menciona entre sus objetivos principales lograr el ''bilingüismo" y la ''interculturalidad", la que definen como ''aprender y enseñar a convivir en la diferencia con actitudes de tolerancia y respeto a la diversidad cultural".
Pero Matus da otros argumentos para fundar esa universidad en el sureste del país:
''También busca enfrentar el Plan Puebla-Panamá, que viene tal vez a destruir la riqueza nuestra, incluyendo las culturas y las lenguas indígenas. Además, no nos pidieron permiso a los indígenas."
Advierte que con ese plan del gobierno federal se llevarán al sureste industrias maquiladoras. ''Nos van a ocupar sólo como mano de obra. Y como los indígenas no podemos detener ese plan monstruoso, tendremos que enfrentarlo no con armas, sino construyendo una universidad que sirva como un dique".
Matus no rechaza la creación de empleos, pero critica que las maquiladoras instalarán ''industrias ajenas a la región". Señala en cambio que es necesario formar profesionales en áreas científicas, técnicas y humanistas relacionadas con la problemática económica, social y cultural de la zona. Habla de especialistas en, por ejemplo, recursos petroleros, marinos, agrícolas y culturales.
Sólo en el estado de Oaxaca hay 16 idiomas originarios (huave, zoque, mixe, chontal, mixteco, etcétera), y el número aumenta a más de 20 si se considera la parte del istmo de Tehuantepec ubicada en Veracruz, además de estados vecinos como Chiapas.
Por eso, una de las primeras carreras de la universidad de Juchitán será la licenciatura en lenguas, que se impartirá de manera bilingüe: español y el idioma indígena respectivo. En una primera etapa se consolidaría el rescate y promoción de la lengua zapoteca; enseguida, de los otros idiomas oaxaqueños, sobre todo los que sufren procesos de extinción; y después, de las lenguas vecinas, hasta conformar una ''universidad de las lenguas indígenas del país".
También será fundamental el aprendizaje de lenguas extranjeras como inglés y francés, al igual que el dominio de las nuevas tecnologías como computación e Internet.
Matus destaca la necesidad de que junto al estatus de ''universidad" y de ''indígena", este centro de educación superior cuente con el de ''autonomía". Esta ''es necesaria porque siempre los otros han decidido sobre la vida y la existencia de los indígenas. Estamos cansados que desde hace 500 años nos digan qué vamos a hacer. Pero ya no les haremos caso".
La universidad indígena en Juchitán es promovida por los legisladores Daniel López Nelio y Héctor Sánchez en ámbitos de los gobiernos oaxaqueño y federal, sobre todo en la oficina de asuntos indígenas de la Presidencia de la República, que encabeza Xóchitl Gálvez. Ahí les informaron que está en estudio.
Destaca que si la Presidencia avalara el proyecto, el Ejecutivo lo enviaría al Congreso como iniciativa de ley, a fin de nacer con validez jurídica y un presupuesto asignado por los gobiernos estatal y federal.
Concluye el poeta: ''Somos una raza indómita, somos como una fiera que no ha sido dominada. Un tigre jamás enjaulado. Por eso siempre andamos así, inquietos y libres. Por eso crearemos una universidad indígena y autónoma en Juchitán".
Etnia-desarrollo, escurridizo asunto
Las necesidades materiales del Instituto de Antropología-Universidad de Mochicahui son modestas, pero los apoyos federales no se avizoran en el corto plazo. Tres son sus planes inmediatos de consolidación académica, para los que sólo necesitan 65 millones de pesos:
El Centro de Información Sistematizada, para el que ya les regalaron un lote y en el que instalarían 200 computadoras; la Residencia Indígena Universitaria, a fin de ampliar el sistema de albergues; y el Centro Etnográfico del Zuaque, como se denomina la región en la que se ubica Mochicahui y el cual ''ofrecerá la relación de las dos culturas, es decir, la posibilidad de ver hacia atrás y hacia el futuro, de armonizar la visión histórica y la futurología", dice Jesús Angel Ochoa Zazueta.
El director del IA-U argumenta: ''Con esa cantidad, le podemos ofrecer rápido a México respuestas muy concretas y halagadoras. Esta universidad podría ser un ejemplo, un modelo a seguir o un proyecto piloto. Con el bajo costo de 2 mil pesos por alumno, elevamos la excelencia académica y atendemos un problema fundamental en México al que nadie le ha podido entrar: el papel de la etnia en cuanto a la coherencia con el desarrollo nacional".
El domingo 27 de mayo de este año, Xóchitl Gálvez, responsable de la Oficina de la Representación para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, de la Presidencia de la República, visitó la universidad de Mochicahui. La calificó como ''un proyecto extraordinario" e indicó que hay esfuerzos similares en varios estados del país.
Tras la clausura del tercer Encuentro Yoreme en la isla de Orabá, en Culiacán, Gálvez señaló a La Jornada:
''El planteamiento que estamos haciendo en la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe (de la SEP) es que se regionalice la educación de acuerdo con las propias situaciones culturales."
Sobre posibles apoyos de la Federación a la universidad de Mochicahui, respondió que los recursos son insuficientes. ''El presidente Vicente Fox me ha manifestado que mucho dependerá de la Reforma Fiscal que se puedan captar mayores recursos para las comunidades indígenas. Pero este tipo de proyectos son los indispensables de apoyar".
De momento, dijo Gálvez, la ''única posibilidad real" de apuntalar a la universidad indígena de Mochicahui es con ''algunas becas" del Programa Nacional respectivo. Aparte será, agregó, lo que el gobierno de Sinaloa pueda lograr en sus negociaciones directas con la SEP. (ARTURO JIMENEZ)