Ť Teresa del Conde
Maco de Oaxaca: exposición-debate
La actual directora del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, Femaría Abad -fue fundadora de la Galería Quetzali- sucede a Fernando Solana Olivares en la dirección del Maco desde principios de este año. Una de sus acciones más llamativas, pertinente y a la vez controvertida ha consistido en la organización de una muestra nutrida que con el título de Propios y extraños atrajo público de toda índole, así como abundantes comentarios en la prensa local y en la nacional. La exposición acaba de terminar exhibición en Oaxaca, pero itinerará en la ciudad de Puebla.
Se integra con obras de 39 artistas que se encuentran en las siguientes situaciones: a) todos deambulan por el mundo de los vivos; b) unos son nacidos en Oaxaca, viven y trabajan allí la mayor parte del tiempo; c) otros no nacieron en Oaxaca, sino en diversos estados de la República o en el extranjero, pero se han asimilado desde hace tiempo al medio oaxaqueño, se trata, pues, de oaxaqueños por adopción; d) los hay también que, oriundos de allí, sólo ocasionalmente se asimilan al campo artístico de su lugar natal, y e) existen ciertos artistas que pasan en Oaxaca un trimestre o cuatrimestre al año. Ese es el caso del autor de las mejores esculturas expuestas, Jorge Du Bon, que habitualmente vive en Francia, pero pasa todo el otoño y el invierno en Oaxaca. La pieza de metal que presentó, de reciente factura (le conozco más bien esculturas en madera) me pareció magistral.
Mary Stuart, pintora del establo de la GAM, también está en ese caso: me sorprendió observar la finura de sus composiciones abstractas, ese cambio la ha favorecido. No obstante, si de obras bidimensionales se trata, la palma se la lleva Emi Winters, y si algunos la consideran outdated por el minimalismo estructurado llevado a la perfección del que hace gala, quiere decir que no están en sus cabales, porque nada hay nuevo bajo el sol en ningún lado y porque ahora todo se vale.
Otras piezas notables (en tanto provocan sorpresa) presentes en la exposición son de la autoría de un neoyorquino de origen polaco del que jamás había oído hablar ni había visto nada. Pinta con la misma delicadeza del prerrafaelita Watts, pareciera un simbolista que preconizó el surrealismo. Me refiero a Steven Cieslawski. A uno pueden gustarle o no sus pinturas, pero de que pinta, pinta, sin duda alguna.
He dicho que hay pocas obras tridimensionales en esta muestra. Ninguna de las que corresponderían a la categoría de arte objeto logra llamar la atención porque todas, incluidas las del colombiano-mexicano Santiago Rebolledo, que es capaz de crear con elementos como los que empleó, orquestaciones mucho más fuertes o más ''significantes'', si se quiere. Lo que exhibió en esta ocasión me resultó banal. Por la perfección en el acabado y por su austeridad modernista, destaca en este rubro el textil en forma de colguije, con un pattern modular, de Trine Ellitsgaard. Es una pieza de ornato y cumple bien su función.
También me decepcionó un poco el ultravanguardista, endiosado por curadores internacionales Demian Flores, único oaxaqueño joven a nivel universal, se dice. Es oriundo de Juchitán y presentó dos obras totalmente diversas entre sí, que parecen de distintos autores. Una es complaciente y la otra sí resulta ser más detectable de su autoría. Considero que este juchiteco es más dibujante y grabador que pintor. Resulta que el estadunidense James Brown está muy venerado ahora por aquellas regiones. Y lo que me pareció de muy buen nivel es el conjunto de gráfica que exhibe en el IAGO. Las pinturas expuestas en Propios y extraños son, nada más, bonitas.
El título de la muestra ha provocado escozor . Tal vez eso fue lo que se buscó. A decir verdad, los ''propios'' son muy detectables aquí y sí me parece prudente decir que -aunque no existe, como ya quedamos, una ''escuela oaxaqueña''-, lo que sí se advierte es algo que pudiera denominarse ''estética oaxaqueña'', identificable a leguas no sólo en los consabidos, sino en pintores como Guillermo Olguín, Eddie Martínez, Alejandro Santiago. Bien diferentes entre sí los tres. Igualmente José Villalobos, que no es abstracto, sino organicista, no mimético, o como quiera llamársele, es oaxaqueñista. Una de sus participaciones, titulada Piedra en pequeño formato, me pareció más afortunada que Viento de grafito.
La muestra y el ciclo de conferencias que la acompañó a lo largo de su exhibición, fueron dedicadas in memoriam de Robert Valerio, el poeta y crítico de arte británico radicado en Oaxaca desde 1986, que falleció hace tres años. Los protagonistas del debate fueron Fernando Gálvez de Aguinaga (vive en Oaxaca desde hace cuatro años), Santiago Espinosa de los Monteros, Sylvia Navarrete, Enrique Franco Calvo (oaxaqueño que retornó a su lugar de origen hará cinco años), Carlos Blas Galindo y Carlos Aranda.