martes Ť 10 Ť julio Ť 2001

Alberto Aziz Nassif

El bono vs. el desempeño

Prácticamente en todas las transiciones a la democracia hay un proceso de desencanto de la sociedad, porque las promesas de campaña de los candidatos y las decisiones gubernamentales parecen ser dos mundos completamente diferentes. Hace poco tiempo una noticia sobre un país de América del Sur que hoy podría ser México: "A un año de su victoria en las urnas, el gobierno no ha logrado cumplir sus promesas de estabilidad, aumento del empleo, combate a la pobreza, y en cambio ha dictado impopulares medidas de ajuste y austeridad" (La Jornada, 25/10/2000).

El triunfo del 2 de julio generó, por tratarse de la primera alternancia presidencial en 71 años, un nutrido bono democrático al nuevo gobierno y sobre todo al presidente Fox; sin embargo, la práctica de gobierno, el déficit institucional, los errores de política, las declaraciones en falso, la impopular reforma fiscal y la caída del crecimiento económico, han empezado a comerse el bono de forma acelerada. Ese famoso bono democrático, con el que Fox recorre el mundo, tuvo una composición muy diversa, fue muy productivo durante los meses de la transición, cuando las expectativas todavía estaban muy firmes, pero a medida que avanzan los meses del gobierno, el capital político tiene rendimientos decrecientes. Ese bono fue el resultado de: el 2 de julio y las expectativas de cambios; el optimismo por un gobierno que iniciaba y la estabilidad económica del país en un cambio sexenal; una nueva etapa del país; el apoyo de la comunidad internacional; el carisma del presidente Fox y la derrota histórica del PRI; las ilusiones democráticas alimentadas por un estado de ánimo de sí se pudo.

En la contraparte, hay un déficit político poblado de herencias problemáticas que poco a poco consume el bono: una pobreza generalizada y creciente que no tiene solución en el corto plazo (58 por ciento de los mexicanos, según el Banco Mundial), acompañada de una polarizada distribución del ingreso, que tampoco parece modificarse en las políticas públicas; una ciudadanía frágil formada por grandes sectores del país que tienen derechos disminuidos por su condición de subalternidad y que forman un círculo vicioso, por ser pobres y marginados, no pueden ser ciudadanos de plenos derechos y por lo tanto tampoco puden salir de la pobreza; una institucionalidad debilitada y sin credibilidad, sobre todo en las áreas de justicia y seguridad, en combinación con la presencia cada vez mayor del crimen organizado y el desdibujamiento entre policías y delincuentes, por lo que no se ha podido marcar la frontera entre el mundo del crimen y el de la justicia. En este tablero es donde el gobierno de alternancia tiene que tomar decisiones y reconocer que los resultados están por debajo de las promesas de campaña.

Después de más de siete meses de gobierno, se puede decir que el marcador foxista no le favorece y que hasta la fecha no ha tenido un triunfo claro con el cual pueda contrarrestar los goles que le han metido y los autogoles. El discurso político empieza a tener dificultades para sostenerse y la popularidad inicial inicia su bajada. El calendario ha marcado los problemas que la opinión pública ha destacado, y mes con mes hemos experimentado algún conflicto: diciembre, el presupuesto; enero, Tabasco y Yucatán; febrero y marzo, la reforma indígena; abril, la posposición de la reforma fiscal; mayo y junio, los ajustes económicos y la recesión.

Los grandes momentos en los que el presidente Fox ha invertido su bono han tenido soluciones poco favorables: Chiapas en 15 minutos y la ley sobre derechos y cultura indígenas que se mandó al Senado desde diciembre del 2000, se enfrentó a una posición conservadora que transformó el proyecto en una ley y disminuyó las premisas de la ley Cocopa; en consecuencia fue repudiada por los zapatistas y llevó a un nuevo rompimiento de las negociaciones entre el gobierno y los zapatistas. Otro flanco importante ha sido la iniciativa fiscal, que no pasó en el primer intento, polarizó a los partidos y generó un rechazo masivo en la población por el cobro del IVA en medicinas y alimentos. Además, hay un "atorón" económico, se pierden empleos, los apoyos sociales disminuyen y el crecimiento baja.

En medio de estos escenarios ha habido una cantidad importante de detalles y errores que han causado escándalos innecesarios en la opinión pública, desde la desafortunada reunión del presidente Fox con los líderes sindicales el 1o. de mayo, hasta el escándalo por las toallas y sábanas del menaje de casa presidencial. Si la curva del bono sigue cayendo sin reinversiones, el défict puede terminar por imponer sus inercias y el país podría entrar en una crisis de gobernabilidad. Hasta hoy, déficit mata bono.