LUNES Ť 9 Ť JULIO Ť 2001
Ť Una fiesta de toros aburguesada, sin apoyos ni escuelas, a diferencia de otras épocas
"La aventura afina la bohemia, pero templa el carácter": El Loco Ramírez
Ť Hay oportunidades, faltan estímulos Ť El abismo entre saber torear y torear bonito
LEONARDO PAEZ
Para los aficionados de hace medio siglo, la temporada novilleril de 1954 en la Plaza México fue inolvidable, más que por la imaginación empresarial desplegada, por el surgimiento de dos interesantes prospectos, tan diferentes como carismáticos: José Huerta y Amado Ramírez El Loco, que actuarían once y catorce tardes respectivamente, dos de ellas en mano a mano, con llenos impresionantes. Algo inimaginable en estos enrarecidos tiempos de transición y demagogia.
A sus 69 años y 30 de impartir clases de tauromaquia, "para que siga trascendiendo la escuela de Alberto Cosío El Patatero, banderillero de Rodolfo Gaona y maestro de Heriberto García, Fermín Rivera, Ricardo Torres y mío, entre otros", El Loco Amado, quien en su momento dio a ganar dinero a todos, observa:
"Hoy como nunca es necesario enseñar la técnica del toreo, pues sin bases es muy difícil que delante del toro brote en los chamacos la personalidad, aún más rara que la vocación, la inteligencia y el valor, un valor normal, suficiente, no de cosacos o de suicidas, porque el toreo es un arte, no una puerta falsa."
"Pero creo -añade un Loco impecablemente vestido- que antes había más estímulos taurinos para los novilleros. Si no iba uno de matador pues iba de banderillero o de sobresaliente, y nos daban nuestros centavos para la renta del vestido y nuestros pasajes de camión. Los torerillos íbamos a los novenarios en poblaciones de Jalisco y a festejos modestos en Michoacán. Ibamos por nada, por un petate para dormir en la escuela, por un dinerito y por el gusto romántico de ponernos delante del toro criollo, cebú, mestizo o de desecho. Había vocación y a la vez disposición a la aventura. La aventura afina la bohemia pero a la vez templa el carácter. Hoy no hay esos estímulos pues la fiesta se ha aburguesado, y sin esos estímulos ya no hay por qué querer ser. Saciada el hambre física en los noveles, por lo general se sacia la afición, es decir, el hambre de ser.
"Anteriormente primero aprendíamos a lidiar porque el toro exigía que se le diera una lidia, pero hace años, con los petos y puyas empleados, los toreros lo único que quieren es torear bonito a un animal sumamente mermado de facultades, por ello sólo por excepción se ven faenas en los medios y la mayoría se realizan en las tablas o en el tercio.
Falta sensibilidad política
"La realidad -desatado continúa El Loco- es que actualmente aquellos gobiernos que con sensibilidad política apoyan al arte y al deporte resultan los más beneficiados, pues al haber artistas y deportistas interesantes hay menos tensión social, más turismo y con éste más divisas. Por esos afanes autorregulatorios, en México no existe un apoyo oficial al espectáculo taurino, sino un dejar hacer, como si la fiesta de toros no tuviera antecedentes socioculturales de gran relevancia, o como si el mexicano careciera de vocación artística. Al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, en España, donde, además de ciertos subsidios, cada empresa taurina aporta determinado porcentaje de sus utilidades para el sostenimiento de una escuela y para pagar bien a los maestros, que pueden entonces exigir disciplina y elevado rendimiento a los alumnos. Faltan esos estímulos oficiales y empresariales a nuestra fiesta, con los que..."
-ƑNo es el toro actual -me le logro atravesar a El Loco- el que determina el bajo nivel tecnico-artístico de nuestros toreros y el creciente desinterés de los públicos?
-Bueno, muchas ganaderías han ido pasando a manos de los hijos de los ganaderos señores, y los herederos no siempre tienen la dedicación y el celo necesarios para seguir manteniendo esa casta, o todavía peor, si la mantienen, sus animales ya no son del agrado de figuras y empresas. Lo que muchos ganaderos han olvidado es que ésta primero es una fiesta brava, no dócil ni bonita. Su ingrediente básico no es sólo el toro en plenitud de facultades, sino el toro con bravura, con peligro evidente, para que el torero lo sepa esquivar con arte y destreza. Con esos ingredientes reunidos, más escuelas taurinas organizadas y coordinadas, el público regresa a las plazas.
"Pero sin escuelas taurinas -vuelve a encarrerarse El Loco-, no habrá esfuerzo que valga para salir de tan prolongado bache taurino. La única escuela más o menos organizada que quedaba, ya desapareció. Se requiere de buenos y sostenidos apoyos por parte de gobierno, empresas y ganaderos. Y, repito, se requiere de estímulos inteligentes para los muchachos. Que el que se arrime y esté mejor, a los pocos días sea repetido en esa o en otra plaza, sin ningún pretexto, pagándole y con una promoción más allá de la mera oportunidad. Sin estímulos a la enseñanza y económicos a los jóvenes, el bache va a continuar."