LUNES Ť 9 Ť JULIO Ť 2001

Ť Ponen en circulación la novela Las mariposas no tienen alas, de Pino Páez

El barrio de La Merced, conjunción de paradojas

CESAR GÜEMES

Después de una indagación de orden sociológico, más la vivencia en el barrio de La Merced y sus alrededores, el escritor y periodista Pino Páez decidió abordar diversas aristas de la problemática de la zona a partir de la peculiar existencia que ahí llevan las sexoservidoras. De esta suerte su tercera novela, Las mariposas no tienen alas (Costa-Amic Editores), testimonia literariamente el terreno donde las mujeres dedicadas a esa labor se han visto cosificadas tanto por los usuarios como por las autoridades.

-Es posible que ésta sea la primera novela sobre La Merced. ƑQué te lleva a ella?

-Siempre he abordado en las crónicas la vida que se genera en los barrios. Dentro de ellos uno de mis sitios preferidos es sin duda La Merced, conjunción de paradojas, lo nuevo y lo viejo, la tragedia y las ganas de vivir, los nacimientos numerosos y las personas que viven suicidándose de diversas maneras. Un tipo específico de habitante de este sitio lo conforman las trabajadoras sexuales. Por eso mis personajes centrales son ellas, las mujeres que ofertan placer sexual en Manzanares, Anillo de Circunvalación y otras calles de la zona.

-Tienen, además, un signo extra, el de la violencia. Los personajes de tu novela serían muy distintos si la ubicaras en el Pedregal de San Angel o en Coyoacán.

-Las mujeres que ahí trabajan en ese giro se vuelven diferentes, esto es, más fuertes, porque lo requieren. La Merced es eso, la dulzura y la acidez. Y a la siguiente cuadra aparecen personas en vísperas de la muerte. Y a la calle siguiente hay iglesias y templos arquitectónicamente perfectos que además son circulados por feligreses de una enorme esperanza.

"Un ambiente preciso y constante"

-De modo que había varias novelas en el ámbito, pero eliges escribir la presente. ƑA qué lo atribuyes?

-A diferencia de otros personajes que viven o pasan por La Merced, a las trabajadoras sexuales del rumbo las han cosificado. Es verdad que la prostitución entre este sitio y uno del sur o el norte de la ciudad es muy distinta: en La merced ejercen lo mismo mujeres muy jóvenes traídas de varios estados cercanos a la ciudad de México, que mujeres trabajadoras desempleadas. Eso nos indica que no tienen una entidad como sujeto, sino que se convierten en objetos a partir del trato que les dan no sólo los asiduos, sino las autoridades. Por ejemplo, si se da un crimen en su contra no hay en muchos casos ni siquiera una averiguación previa.

-ƑEn qué consistió la parte dedicada a investigar el sustrato de tu novela?

-Ha sido de manera formal e informal. He estado ahí a lo largo de muchos años, como visitante cotidiano y como habitante de un barrio cercano. De tal suerte que conozco bien, en los hechos, el sitio; sin embargo, tuve que realizar amplias conversaciones con muy distintas trabajadoras sexuales de allí. De ellas obtuve una gran cantidad de elementos que integré en términos literarios.

-No es una novela testimonial, pues.

-No del todo, aunque contiene materia real, concreta y verificable.

-Desde fuera, por las consejas o por haber pasado al menos una vez por La Merced, parecería un mundo muy conocido pero en realidad no lo es. ƑQué otra Merced propones en la novela?

-Lo ideal es pasear por el barrio, con las debidas precauciones. Acudir a medianoche es sólo para suicidas. Es preciso ir de día para conocer el sitio en su esplendor: apreciar la arquitectura, probar la comida, mirar a los personajes de primera mano. Luego, en la novela creo que se inicia un proceso de dignificación para las mujeres que allí trabajan, como ciudadanas que deben ser respetadas. Sus intentos de organización no sólo han de ser vistos con buenos ojos, sino apoyados por la sociedad. Así que en la novela me alejo de cualquier elemento moralino, no califico, sino que muestro en términos literarios un ambiente preciso y constante de esta ciudad.