lunes Ť 9 Ť julio Ť 2001

 Carlos Fazio

Círculo rojo y paranoia

! EL PRESIDENTE VICENTE Fox está comenzando a desarrollar "el síndrome de Luis XVI". No logra comprender por qué la gente no lo apoya con fervor patriótico. Por sus encuestólogos, sabe muy bien qué es lo mejor para México. Es el hombre mejor informado y siente que está haciendo todo lo que la nación necesita. Por eso repite que la situación está muy bien. El país cambió. México vive en democracia. La economía está boyante; casi copeteada. Vamos, es la mejor de América Latina. Chiapas vive en santa paz.

George W. Bush lo llama "cuate". A su paso por Centroamérica los dignatarios lo llamaron "hermano mayor", y salvo los "tontos", todos los magnates asiáticos inclinaron ante él su cabeza. ¡Qué caray! Todo eso es muy bueno para México, pero la gente no se da cuenta. Lo critica. Quiere resultados ¡Ya! ¡Hoy! Lo que pasa es que el pueblo no comprende, es malagradecido. Debe tener paciencia. Aunque, no. Fox sabe que entre la población hay optimismo y esperanza. Es un pueblo luchón. La culpa es de los medios de comunicación. Bueno, no todos. De algunas "plumas". Escritores, analistas.

Ellos son los impacientes. Lo tratan de manera "injusta", "dura". Con sus comentarios adversos, los críticos del "círculo rojo" (donde según Fox reveló los tiene) lo maltratan. Promueven el desencanto. Lo están "fregando". Lo friegan tanto, que uno de los nuevos voceros de la Presidencia -tras la renuncia de la señora de Fox-, Juan Ignacio Zavala, clamó que existe un clima de "linchamiento" e "intolerancia" contra su jefe. Que el Presidente no tiene escapatoria: todo lo que haga o deje de hacer es cuestionado. Don Juan, adscrito a comunicación social en Los Pinos, rubricó su aserto con un "no mamen". ¡Vaya que salió bravo el hombre! Pese a todo, Fox alega que él sí trata bien a las plumas hostiles y reporteros buscabullas. Invita a los "mamones" (Zavala dixit) a comer en Los Pinos. Los mantiene informados. Les explica cómo va México. Les dice que la "nota" es lo positivo. Además, es humano con ellos, hasta campechano. Pero no hay caso, sus críticos no atienden. Después sólo recibe "andanadas". Como con en el "toallagate". La prensa "confundió" las cosas.

Manejó una situación "falsa". Y los críticos "ladraron" otra vez. Tal vez, como sugirió el propio Fox, se deba a que "suspendió todas las entregas (a los periodistas), cantidades muy fuertes". "¿Los sobres? ¿Las mordidas?", preguntó su interlocutor. "De todo eso había muchísimo a los medios", respondió el Presidente. No obstante, Fox dijo que necesita que "la luna de miel" con la prensa continúe. Pidió a los medios: "No me divorcien".

2. Dice Peter McLaren que el capitalismo predatorio tiene hoy un parecido escalofriante con la forma clínica de sicosis conocida como paranoia y
megalomanía. Según Paul Smith, la paranoia es una sicosis, no una neurosis, porque ésta puede ser curada. Sin embargo, los paranoicos muestran los síntomas que habrán de ser "descubiertos" para ser curados.

Pero esos síntomas no necesitan ser descubiertos porque han sido naturalizados como parte de la realidad cotidiana. Como dice Lacan, con un paranoico no se puede razonar, porque la paranoia es en sí misma una interpretación. La economía interna del paranoico o las identificaciones imaginarias que se forjan a partir del narcisismo primario del sujeto construyen un trastorno libidinal entre el sujeto y la realidad que percibe. La libido se vuelve preponderante respecto del "yo", y todo lo que provoque disgusto es proyectado hacia los objetos externos. El yo es percibido como el bien, y todo lo que esté fuera del yo es contemplado como el depositario de la destrucción.

Lo mismo sucede con el capitalismo rapaz. El ciudadano es reducido a su fuerza de trabajo o considerado según su valor como consumidor. En Estados Unidos, los trabajadores indocumentados son acusados de robar el dinero de los contribuyentes. Por eso las leyes en California son escritas con paranoia. En México se criminaliza la pobreza, y si se es pobre e indio, más. Cualquiera que obstruya las fusiones, ganancias y acumulación -o salvaciones como el Fobaproa y ventas tipo Banamex- es considerado enemigo de "la libertad y la democracia". El yo del paranoico se infla. El mundo externo es satanizado; enviado al círculo rojo. Una forma de amnesia evita el desarrollo de la moral. El paranoico no admite la naturaleza ilusoria del mundo que ha creado. El yo queda desconectado de la memoria histórica del orden social y su capacidad de producción imaginativa. El yo del paranoico es incapaz de hacerse reproches.

Los señores del capital, igual; operan desde un discurso de metaparanoia en el que el mundo exterior es construido al servicio de su propia agenda de acumulación, reproducción de ganancia y control sobre el mercado. Las masas se convierten en objeto de deseo y repulsión. Ante cada conflicto con el mundo exterior, el paranoico busca esconder su obsesión megalómana mediante la reivindicación de su autoridad. ¡Aguas!