LUNES Ť 9 Ť JULIO Ť 2001

Marcos Roitman Rosenmann

Globalización, Ƒenemigo fantasmagórico?

Entre los siglos XV y XIX, el conocimiento científico, los inventos tecnológicos y la colonización de continentes produjeron una gran transformación en las formas del pensar y del actuar.

Durante cuatro siglos, inventos como el microscopio o el telescopio provocan una auténtica revolución. Abren el saber a un mundo desconocido. Galaxias, nebulosas, canales en Marte, satélites en Júpiter, cráteres, incluso mares en la Luna. La imaginación se dispara. Lo microscópico y lo macroscópico. Ver donde el ojo no alcanza. Pensar en magnitudes hasta entonces inimaginables revolucionan la matemática, la física, la geodesia, la cartografía, la medicina, la filosofía y tambien la ciencia política, entre otras.

Desde entonces, el proceso de cambios no se ha detenido, profundizándose en esa direccción. La revolución científico-técnica se ha producido, pudiéndose hablar de una continuidad en la revolución. Los avances que en la actualidad interpretamos como innovacion tecnológica tienen sus presupuestos científicos en los descubrimientos pretéritos. La ciencia avanza con lentitud mientras la tecnología lo hace a gran velocidad, y ello puede crear confusión.

La innovación tecnológica guarda una relación instrumental con el conocimiento científico. No presupone cambios estructurales en las formas de pensar, de concebir la ciencia y el conocimiento. Tiene efectos secundarios sobre ellos, aunque afecta las maneras de actuar, en tanto generaliza el uso de aparatos e instrumentos que modifican nuestra cotidianidad. Igualmente, acelera y facilita los cambios, sobre todo en las ciencias de la vida y la materia. Simulación, robótica o realidad virtual, entre otras.

Sin embargo, hay que destacar que las grandes innovaciones tecnológicas, junto a los elevados presupuestos con que cuenta la investigación aplicada, se han producido en el ámbito de la industria militar. Desde los antibióticos, las latas conserveras, los textiles impermeables, hasta la teoría de juegos, la cibernética o la informática tienen en la guerra su punto de partida. Es con posterioridad cuando dichos descubrimientos y avances han revertido el ámbito civil olvidándose con ello su origen bélico. También los avances tecnológicos se aplican al mundo del trabajo y las relaciones industriales. El fordismo y el taylorismo. Aquí, la innovación tecnológica mantiene y profundiza los mecanismos de dominio y explotación asentados en las relaciones sociales del capital.

He querido llamar la atención hacia este fenómeno para señalar cómo el concepto de globalización no introduce nada nuevo desde una perspectiva teórica. Se trata de un concepto vacío cuya importancia radica en proponer una visión neutral valorativa de los actuales procesos de cambio y transformación productiva. Es decir, busca identificar la importancia que para el proceso de organización del trabajo y la producción tiene el actual momento de innovación tecnológica con un periodo revolucionario de transformación en las formas del pensar y del conocimiento científico. Confunden reformas con transformación estructural.

Hoy no se puede afirmar con tanta ligereza que la llamada "globalización" es un fenómeno hasta ahora desconocido. Si miramos en profundidad, si hacemos teoría, podemos comprobar que la aceleración de los cambios no conlleva una ruptura en los mecanismos de explotación y dominio, sobre los cuales se ha desarrollado el conjunto de innovaciones tecnológicas o la empresa de maquila, por ejemplo. Son cinco siglos de transformaciones reales, del siglo XV al siglo XX lo que se alza como principio de explicación de un orden en continua internacionalización. La innovación tecnológica y los conocimientos aplicados son herederos de esta tradición. El proceso de la trasnacionalización de los mercados, el trabajo, el consumo, los medios de cambio no son nuevos.

Por el contrario, si el concepto de globalización quiere ser explicativo de una realidad específica, debe ser pensado para identificar la evolución de las relaciones de explotación y dominio emergentes en Europa occidental y trasferidas al mundo del capitalismo colonial entre los siglos XV y XIX. Con ello se podría dar cuenta de los descubrimientos científicos, geográficos, de los cambios en el comercio internacional, del nacimiento de los Estados-nación o de las guerras por la distribución del mundo. Pero para ello ya existe un concepto específico: el imperialismo.

Africa, Asia, América, Europa y Oceanía son las masas continentales sobre las cuales se asienta la población humana que ha dado vida al planeta en su totalidad histórica. Reinventar el mundo puede hacernos olvidar los actuales orígenes de la civilización occidental: la explotación y el colonialismo. No se puede luchar eficazmente contra un enemigo fantasmagórico: la globalización. Sin embargo sí se puede luchar contra la explotación, la tiranía del mercado impuesta por los organismos internacionales y a favor de un orden democrático, igualitario, ético, cultural, política y económicamente.