DOMINGO Ť 8 Ť JULIO Ť 2001

Ť Debate de expertos en foro de La Jornada y Casa Lamm

Exige EU sellar la frontera sur a cambio de empleo para mexicanos

Ť Mientras allá ganan dinero al no darles prestaciones sociales, aquí se invierte en preparar a personas que luego emigran: DIF

MIREYA CUELLAR

La política migratoria del gobierno foxista está enfocada a conseguir más visas y mayor contratación de trabajadores temporales mexicanos en Estados Unidos; a cambio, Washingyon le exige sellar la frontera sur a inmigrantes centroamericanos y de otros países, y limitar el movimiento de sus propios ciudadanos en la frontera norte.

Las migraciones, el caso mexicano en relación con Estados Unidos, fue el tema que congregó ayer a especialistas e interesados en el foro de debate que cada semana organizan La Jornada y Casa Lamm, durante el cual se abordó el problema de la migración en el contexto de la globalización, sobre todo qué debe hacer el gobierno mexicano frente a la postura de su principal socio comercial, que está dispuesto al intercambio de mercancías, pero no de trabajadores.

El recuento de las muchas ventajas que obtiene el vecino del norte por la migración ilegal mexicana corrió a cargo de Primitivo Rodríguez Oceguera, encargado del programa de apoyo a la familia migrante, del DIF, quien recordó que los indocumentados no sólo reciben los salarios más bajos, tienen alta productividad y pagan impuestos, sino que no se les regresa buena parte de sus constribuciones al fisco (carecen de seguro y prestaciones sociales), lo que en los últimos 10 años ha significado a Estados Unidos ganancias cercanas a los 20 mil millones de dólares.
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En contraparte, el país está invirtiendo en gran cantidad de ciudadanos que después serán mano de obra calificada del otro lado de la frontera. Según estimaciones recientes, más de 60 por ciento de los becarios de Conacyt, que en su gran mayoría van a Estados Unidos, no regresan al país. Y por si fuera poco, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, considera que los inmigrantes son un valioso intrumento para controlar el empleo inflacionario y los salarios de los trabajadores locales. (Cuando hay mucha demanda de mano de obra, las empresas se ven obligadas a ofrecer mejores condiciones salariales y prestaciones. Entonces, una medida regulatoria es fomentar la legalización de migrantes o hacerse de la vista gorda frente al trabajador indocumentado para aumentar la oferta).

No son los más pobres los que se van, afirma funcionario de la SRE

Gustavo Mohar Betancourt, director de Políticas Migratorias y Asuntos Consulares de la Secretaría de Relaciones Exteriores, aderezó el dato señalando que ya no es la población con menos recursos del país la que está emigrando, sino que los mexicanos que se van tienen en promedio una escolaridad de ocho años; lo hacen porque son emprendedores y en Estados Unidos hay "un mercado de trabajo". El 85 por ciento de la migración no se genera en los municipios más pobres del país, según los datos de la cancillería.

El debate de la migración no es exclusivo de la región, sino a nivel mundial, contextualizó el funcionario, quien mencionó el caso de la Unión Europea, donde una vez resuelto el problema de cómo manejar el problema laboral entre los países miembros, ha cerrado sus fronteras a los trabajadores de Afria, Asia y Europa oriental.

Y centró el asunto: ¿qué quiere hacer México frente a este problema?, dado que echar la culpa a los migrantes de todas las calamidades del país vecino -violencia, desempleo, recesión económica- se ha vuelto una constante en Estados Unidos. Cuando hay desempleo se dice que hay una gran cantidad de extranjeros ocupando las plazas que corresponderían a sus ciudadanos... la migración es un asunto que se ha politizado mucho en aquel país. Ahí está el caso del ex gobernador Pete Wilson y las operaciones Guardián, Río Grande... Entonces, ¿qué hacemos nosotros?

Hay que partir de una realidad, dijo el funcionario: hay ocho millones de mexicanos en Estados Unidos; entre 11 y 15 millones más de mexicanoestadunidenses y cada año se van entre 300 y 400 mil más. Las remesas que mandan son un componente fundamental de la balanza comercial, más estable incluso que los ingresos petroleros.

Lo primero que hay que hacer es tratar de que no se vayan, pero revertir la migración llevará no menos de 30 años al país -crear empleos suficientes y que signifiquen una posibilidad de mejoramiento, porque muchos de los que se van tienen trabajo, pero no bien remunerado-, así que por el momento, según el funcionario, México tiene que hacer valer el hecho de que en Estados Unidos "hay un mercado laboral", tienen necesidad de la mano de obra migrante y entonces hay que regular el flujo, acabar con la ilegalidad que le cuesta al país más de 500 muertos al año, entre los que perecen deshidratados en Arizona y quienes se ahogan en el río.

Así, dijo, la política migratoria mexicana está enfocada a asesorar a quienes viven allá para que regularicen su situación y al establecimiento de programas temporales de envío de trabajadores y reglas para que funcionen.

Organizaciones de connacionales ya no quieren que vayan más mexicanos

También está el problema de que los mexicanos que viven en Estados Unidos están muy divididos; hay organizaciones que ya no quieren que vayan más, así que "no todas son nuestros aliados". Lo importante, consideró, es que el tema migratorio se ha metido en la agenda y es para el gobierno mexicano el más importante -"prioritario"- de su relación con Estados Unidos.

"Ya tenemos un TLC, reglas para el flujo de bienes. Ahora vamos por la regularización del flujo de personas. Y puedo anticipar que no hay una solución fácil porque cada acción tiene pros y contras", señaló Gustavo Mohar, quien dijo también que el problema migratorio va a poner a prueba la relación México-Estados Unidos, porque "vamos a ver si de veras somos socios y estamos buscando una relación de madurez, como le ocurrió a España con el resto de Europa".

Mirando para la otra frontera, reconoció que es una asignatura pendiente el cómo enfrentar el problema de las personas que vienen de Centroamérica y otros países, la mayoría de los cuales quieren pasar hacia Estados Unidos. Hasta el momento lo que se hace es aplicar la ley de migración, que establece: a quien entre al territorio sin documentos hay que regresarlo. El funcionario informó también que con Guatemala, El Salvador y Honduras el problema de la migración se ha empezado a discutir muy recientemente.

Aprovechó entonces para negar las aseveraciones que unos minutos antes había hecho Fabienne Venet, de la organización Sin Fronteras, en el sentido de que México le está haciendo el trabajo sucio a Estados Unidos conteniendo la migración que viene del sur queriendo llegar a sus fronteras. "No está en la mesa de negociaciones, eso no es cierto. ¿Qué hacemos? ¿Les abrimos las fronteras para que pasen?", replicó el funcionario de la cancillería.

Y es que Venet dijo que el Plan Sur es un "operativo de contención", y preguntó si es el costo necesario que debe pagar México en la negociación con Estados Unidos de un mejor trato a sus nacionales. La representante de Sin Fronteras se mostró preocupada por la falta de una política migratoria; "una dependencia informa una cosa y otra lo desmiente, ¿qué está pasando?, ¿hay política migratoria o no?". Esto en alusión a la existencia o no de la llamada cajita feliz y del programa para detener a quienes vienen del sur. ¿Será que en el gobierno cada quien hace lo que se le antoja?, preguntó.

Es preocupante, expresó, que el gobierno esté pensando solamente en regular los flujos migratorios -con tratados sobre trabajadores migrantes- y no se empeñe en programas orientados a detener la presión migratoria, a prevenir el problema.