JUEVES Ť 5 Ť JULIO Ť 2001
Ť La escritora y periodista gestiona en México la publicación en español de Rey Lopitos
El Indio Fernández, en París, me enseñó a matar, dice Vilma Fuentes
Ť Traducida al francés, la novela agotó ediciones en Canadá y está por hacerlo en Francia
Ť Recrea con mucha imaginación la historia real de un líder y cacique guerrerense
CESAR GÜEMES
El Indio Fernández, en París, le enseñó a matar. Y así haya sido tan sólo una lección verbal, a Vilma Fuentes el dato habría de serle útil al trabajar, varias décadas más tarde, su novela Rey Lopitos que ha agotado ediciones vertidas al francés en Canadá y está por hacerlo en Francia. La escritora y periodista se encuentra de paso por México a fin de auspiciar la publicación en español de la obra que narra, a partir de hechos reales aunque con mucha dosis de imaginación, la vida de Alfredo López Cisneros, conocido como Rey Lopitos a mitad del pasado siglo, híbrido social que lo mismo puede verse como un líder a favor de causas comunes que como uno de los últimos caciques guerrerenses.
La sugerencia de Borges
-No debió serle fácil el acercamiento a un personaje como el Rey Lopitos, desde Francia.
-En realidad mi interés hacia él viene de hace 30 años, cuando conocí aquí en México al portero de un jardín de niños al que nadie le hablaba. Poco a poco fuimos haciendo conversación y él me dijo que era de Guerrero. Por casualidad, le pregunté, Ƒsabe usted quién fue el Rey Lopitos? Y sabía. En aquella época, con parte de lo que él me contó hice un cuento que me publicó Ramón Xirau en Diálogos. No sé cómo llegó a manos de Borges ese ejemplar de la revista. El caso es que cuando conocí a Borges en Biarritz se acordó que había leído ese cuento mío, que le había gustado porque se planteaba el problema del ser que está irremisiblemente condenado a muerte. Me sugirió que hiciera un relato, algo más amplio que mi cuento aunque no una novela. Total que a lo largo de muchos años quise hacer la novela, desde la tercera persona. Pero en el 2000, quién sabe cómo, se me ocurrió narrarlo desde el punto de vista del asesino de Lopitos, quien por cierto de tanto pensar en él casi se confunde con su víctima. Así nació.
-ƑQué significaba para usted el Rey Lopitos hasta antes de enterarse de que alguien lo había conocido?
-Había oído de Raúl Garduño, poeta ya fallecido, y de un periodista chiapaneco que firmaba como Arles, quien escribió miles y miles de páginas sobre el personaje, trabajo que finalmente se perdió. Por eso le pregunté al portero sobre Lopitos.
Empeño de una escopeta
-ƑHubo investigación hemerográfica de tu parte?
-Para nada, soy incapaz y muy floja para eso. Todo es invención y creación a partir de lo que hablé en su momento con aquel señor y de cómo esas impresiones se transformaron dentro de mí con el tiempo.
-Si bien un escritor se da la posibilidad de vivir muchas vidas, por su imagen se me hace muy difícil darle vida a un hombre con ametralladora, como el que aparece en la novela y resulta verosímil.
-Para mí esa afirmación es un elogio que agradezco, porque no creo en la literatura ''femenina". En cuanto al manejo de las armas, fue el Indio Fernández, en París, quién me enseñó a matar. Me decía: ''Mira, a mis actores en las películas, cuando disparan, los hago echarse hacia atrás para que la cámara tenga un muy buen ángulo. Pero si necesitas matar a alguien, échate hacia delante y dispara enseguida. Además, la ametralladora es muy segura, casi ni necesitas apuntar". Pues desde ahí, de esa enseñanza, así haya sido verbal, se me quedó la idea de cómo es posible atacar a una persona y darle muerte sin lugar a dudas. Además, para que en efecto una trama como la que ofrezco en Rey Lopitos tuviera verosimilitud en las escenas de violencia, he aprovechado mis conversaciones con cuanto militar mexicano pasa por París.
-ƑDesde cuándo le interesa el manejo de las armas?
-Es un interés entre otros, que conste. Me ocurrió algo muy singular con un arma. Tenía 16 o 17 años y fui a empeñar una escopeta Mauser que había en casa. En el Monte de Piedad no me dieron ni un centavo, al contrario, le hablaron a mis padres y a las autoridades. Esa fue mi mayor cercanía con un arma, a solas. He visto de cerca las pistolas que portan los guardias de las comitivas presidenciales que van a París desde que estoy allá, pero nada más.
Pasado muy cercano
-Más allá de la anécdota, es cierto que consigue el efecto de mimetizar al Rey Lopitos y a su asesino, sin que se confundan a ojos del lector.
-Así es, eso es parte del tejido de la trama, como lo son un arquitecto que construyó Puerto Marqués, un incendio criminal y un gringo comunista que soñaba con construir el paraíso. Y a partir de ahí casi todo es invento.
-ƑCómo se escribe desde Francia sobre un México de hace medio siglo?
-Con los recuerdos de mi papá, que ya murió. Lo mismo de lo que escuché de sus amigos. Además de que sí es bueno tener la perspectiva temporal y espacial. Así me resulta mejor. Después de todo y en particular en este caso hablar de un sujeto como el Rey Lopitos que tuvo una vida concreta, real, cuyo nombre aparecía en los diarios y que se convirtió por un tiempo en una especie de leyenda, siempre será mejor hacerlo desde lejos.
''Y fíjate que no tanto, porque como mexicana entiendo parte de su forma de pensar y de actuar. Sé lo que es la violencia en el país y cómo se arreglan o se desarreglan las cosas a veces.
''Digamos que la historia que cuento se puede enmarcar en un pasado muy cercano, del cual evidentemente todavía no podemos desprendernos.''