MEXICO-ESPAÑA: MODERNIDAD ASEPTICA
El
presidente Vicente Fox y su huésped José María Aznar,
presidente del gobierno español, protagonizan un encuentro de Estado
que ocurre en circunstancias novedosas para ambos países. El primero
sale de siete décadas de partido de Estado, y el segundo culminó
hace ya tiempo su transición a la democracia, dejó atrás
el franquismo y el interregno del Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), en el que algunos analistas peninsulares observaron, en su momento,
rasgos semejantes al Revolucionario Institucional mexicano.
A lo largo del siglo pasado la relación bilateral
fue conflictiva debido a traumas históricos y circunstancias específicas;
fértil en lo cultural y comercial, multifacética y siempre
cargada de intensidades.
El exilio de los republicanos fue germinal en México
y permitió la preservación de una memoria histórica
fundamental para España. El asilo a los derrotados de la Guerra
Civil y la ruptura con el franquismo dignificó a nuestro país.
Posteriormente, la transición española fue un punto de referencia
en el largo proceso de democratización en el que los mexicanos estamos
todavía empeñados.
En el encuentro de estos días dichos antecedentes
han sido relegados. En España y en México gobiernan hoy sendas
versiones del conservadurismo moderno, y el discurso utilizado por Aznar
en esta visita parece dominado por un eficientismo empresarial y policiaco
que pretende mirar hacia un futuro de intercambios comerciales sin reparar
en la vasta tradición de influencias y contagios políticos
y culturales que vinculan a ambas naciones.
Diríase que ambos gobiernos parecen más
empeñados en relacionar economías que sociedades, y que uno
y otro repiten, en ese afán, las consignas del pensamiento único:
apertura comercial, estabilidad económica, competitividad.
Sin menospreciar lo importante que resulta, en el mundo
contemporáneo, propiciar los flujos de mercancías y capitales,
la insistencia en esos temas y la exclusión de todo lo que no suene
a eficientismo --así sea en el terreno de la persecución
del Estado español a presuntos etarras refugiados en México--
resulta, en el contexto de las relaciones hispano-mexicanas, un tanto árida,
aséptica y triste.
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