MIERCOLES Ť 4 Ť JULIO Ť 2001

Ť Cada vez hay menos fieles en la zona metropolitana, asevera

La Iglesia católica debe modernizar sus estructuras pastorales, señala Rivera

JOSE ANTONIO ROMAN

En una seria autocrítica al trabajo de la Iglesia, el cardenal Norberto Rivera Carrera reconoció que la población católica en la zona metropolitana de la ciudad de México "ha ido decreciendo" en las últimas décadas, sobre todo en las zonas "muy ricas y en las más pobres", que se inclina hacia los "nuevos grupos religiosos".

Dijo que el vertiginoso fenómeno de la urbanización, que siempre va acompañado de la migración, de la creciente desigualdad social y la inseguridad pública, representa un enorme desafío para la Iglesia católica, la cual debe dejar atrás los métodos convencionales de evangelización y catequesis y modernizar sus estructuras pastorales.

Al participar en el primer Congreso Interamericano de Pastoral Urbana, que se realiza en la parroquia del Inmaculado Corazón de María, en la colonia Guerrero, el prelado pidió no perder de vista que la ciudad es, hoy en día, el laboratorio de una nueva era en la que se juega el destino de la humanidad, como un microcosmos donde se decide el futuro de la civilización.

En su ponencia magistral, Rivera Carrera señaló que las grandes cuestiones de hoy: globalización; posibilidades de la informática; las grandes decisiones políticas y económicas y sus rumbos para los próximos años; lo más sobresaliente del desarrollo intelectual, científico y de las artes; los graves problemas de contaminación y desequilibrio ecológico; las amenazas de la salud, como el estrés, el sida y la drogadicción; las nuevas formas de pobreza y de miseria que van mucho más allá de la pobreza de ingreso, para convertirse en verdaderas pobrezas humanas, por mencionar unos cuantos hechos, son cuestiones preponderantemente urbanas.

Agregó que a esto se suma la "creciente ingobernabilidad" que existe, sobre todo en las grandes ciudades, y que muestra la complejidad y actualidad de lo urbano, desafiando la condición y el trabajo pastoral de la Iglesia.

Por ello, insistió, la institución eclesiástica no puede ni debe permanecer ajena.

La Iglesia vive en las ciudades y su misión necesita inculturarse tanto en sus métodos, contenidos y lenguaje, como en sus prioridades y en sus estructuras, iluminando también con sus principios evangélicos las posibles soluciones a los problemas humanos.

Citando el documento Ecclesia in América, el cardenal Rivera señaló que evangelizar la cultura urbana es un reto apremiante para la Iglesia, que así como supo evangelizar la cultura rural durante siglos, hoy está llamada a llevar a cabo una evangelización urbana metódica y capilar mediante la catequesis, la liturgia y las propias estructuras pastorales.

Durante el congreso, en el cual participan religiosos y especialistas en los temas América, Europa y Asia, Rivera Carrera se refirió a los problemas de la desigualdad y la exclusión social como signos de la pobreza urbana. Dio un solo dato: los ingresos de los tres más importantes multimillonarios del mundo son superiores al producto interno bruto de todos los países menos desarrollados y sus 600 millones de habitantes.

También citó el caso de México, cuya economía nacional corresponde al lugar número 12, pero está sólo 14 posiciones arriba del país con condiciones más desiguales del planeta. Y el Distrito Federal no es la excepción: con casi 9 millones de habitantes, 2 millones y medio de personas perciben un ingreso que los coloca en un grado de pobreza severa.

Todas estas cuestiones, aseveró, son un verdadero desafío que la Iglesia no puede soslayar.