MIERCOLES Ť 4 Ť JULIO Ť 2001

Ť Piden apoyo a la ONU y a gobernantes de EU, Gran Bretaña, Alemania y Francia

Indiferencia de Moscú ante ayuno de 31 chechenos que demandan paz

Ť Exigen refugiados en la república de Ingushetia el fin de la guerra y el comienzo de pláticas
 
Ť Catorce huelguistas de hambre fueron hospitalizados de urgencia ante la gravedad de su estado

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 3 de julio. Una indiferencia ab-soluta ha sido, hasta ahora, la respuesta del Kremlin a los 31 refugiados chechenos, entre ellos 17 mujeres y un adolescente que, des-de hace 18 días y en un campamento instalado en la vecina república de Ingushetia, mantienen una huelga de hambre como acción ex-trema para exigir el fin de la guerra en Chechenia y el comienzo de pláticas para un arreglo político.

No ha habido ninguna reacción oficial, a pesar de que este martes 14 huelguistas tuvieron que ser hospitalizados de urgencia ante la gravedad de su estado.

Las noticias procedentes de In-gushetia indican que las personas que fueron ingresadas, con un cuadro clínico cercano a la extenuación, siguen negándose de forma categórica a recibir alimentación.

Tampoco influyó en los ánimos de las autoridades de Moscú el inusual y muy significativo gesto de que hoy se hayan incorporado a la huelga de hambre dos ciudadanos rusos.
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De ese modo, y a contrapelo de la actitud del Kremlin de oídos sordos y ojos que no quieren ver, la activista de derechos humanos, Liudmila Pavliuchenko, y el pe-riodista Aleksandr Bogoslavski quisieron expresar su solidaridad con los refugiados chechenos.

"Es terrible la situación de las familias chechenas que se vieron obligadas a abandonar sus hogares --declaró Liudmila Pavliuchenko-- y los rusos, nos guste o no, somos responsables de ello. Hay que hacer algo para detener los horrores de esta guerra".

La mayoría de los 200 mil refugiados chechenos que ha ocasionado la "operación antiterrorista", llamada así todavía en el lenguaje de los comunicados oficiales del Kremlin, encontraron albergue temporal y en condiciones muy precarias en la vecina Ingushetia.

Hacinamiento y hambre

El presidente ingush, Ruslan Au-shev, confirmó que en la república tan sólo con registro, sin contar el número indeterminado de quienes temen represalias y no acuden a los centros de asistencia, hay 148 mil refugiados chechenos, que desde hace dos años viven en tiendas de campaña y que por tercer mes consecutivo se alimentan prácticamente de pan y agua.

"Su situación es de total desesperación. Dejaron una república en ruinas; tienen por delante, un futuro sin esperanza", definió Au-shev con estas palabras el ambiente que prevalece en los campamentos para refugiados.

La huelga de hambre, afirmó Aushev, es un recurso extremo, que denota que estas personas ya no creen que algún día habrá paz en su tierra y un futuro tranquilo para sus hijos.

La principal exigencia al gobierno ruso para suspender la huelga de hambre es el cese inmediato de las operaciones militares en Chechenia y el comienzo de negociaciones con el presidente checheno Aslan Masjadov, reiteraron este martes los huelguistas.

Cansados de esperar de Moscú una respuesta que parece tener visos de no llegar nunca, solicitaron ayuda a la comunidad internacional, en un mensaje dirigido a los presidentes de Estados Unidos y Francia y a los jefes de gobierno de Gran Bretaña y Alemania, así como al secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y los presidentes de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.

Los refugiados en huelga de hambre proponen que el jefe de Estado de algún país occidental ofrezca sus buenos oficios como intermediario entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y el checheno, Aslan Masjadov.

Asimismo, piden que la ONU envíe un contingente de cascos azules para establecer una franja de seguridad, que separe a las partes en conflicto y permita el retorno de los desplazados.

No es la primera vez que se plantean estas demandas. Tampoco será la última que el gobierno del presidente Putin insista en que Chechenia es un asunto interno de Rusia y que no acepta la intermediación de nadie.

Y por lo mismo tampoco sorprendió que no hubiera comentarios oficiales a las declaraciones hechas aquí por el presidente francés Jacques Chirac, quien al reiterar su rechazo al uso de la fuerza como alternativa para Chechenia, subrayó que su país aprendió con los errores que la fuerza militar no era la solución para el separatismo, en una abierta alusión a la ex-periencia francesa en su ex colonia Argelia (1954 -1962).

"Los intentos por encontrar una solución militar siempre ocasionan consecuencias deplorables, aun cuando no es lo que los líderes buscan --dijo Chirac en la úl-tima jornada de una visita de tres días--. Siempre se debe buscar una solución política. Eso es lo que le dije a Vladimir Putin".

Entre tanto, el problema de los refugiados no es exclusivo de Chechenia. Por ironías del destino, el pasado 20 de junio, en que por resolución de la Asamblea General de la ONU se conmemoró por primera vez el Día Internacional del Refugiado, el gobierno ruso canceló el programa migratorio federal.

Era el único instrumento, financiado aún con escasos recursos públicos, que pretendía atenuar de alguna manera los severos problemas de los rusos residentes en otras ex repúblicas soviéticas, que se ven obligados a regresar a su tierra de origen.

La diáspora rusa

Víctimas de discriminación étnica y forzados a emigrar al ser considerados, en algunos lugares, "no ciudadanos", el Kremlin no encontró posible continuar financiando di-cho programa y, de hecho, cerró las puertas a por lo menos 4 millones de rusos, cifra estimada de personas que estarían considerando el retorno a su patria histórica.

Al tiempo, de un solo plumazo, 200 mil refugiados rusos, procedentes de ex repúblicas soviéticas y que ya se encuentran en territorio de Rusia, pierden toda garantía de recibir vivienda, y otras 40 mil familias dejarán de obtener créditos para construir casas.

Esta decisión, calificada de in-moral por varias organizaciones no gubernamentales que exhortaron al presidente Putin a reconsiderar la cancelación del programa migratorio federal, se produce en un contexto demográfico de suyo catastrófico para Rusia.

Según los expertos, si las cosas siguen como hasta ahora, hacia 2016 la población de Rusia sufrirá una merma de 15 millones de personas y, para mediados de este siglo, habrá tan sólo 70 millones de rusos, justo la mitad de habitantes que tiene ahora el país.

A todo esto, Putin, al menos en tres ocasiones recientes en Rostov, Novosibirsk y Astana, subrayó la idea de que los rusos residentes en otras ex repúblicas so-viéticas "son una valiosa reserva para el desarrollo de Rusia".

Negarles, de facto, la posibilidad de volver a millones de rusos, no parece la mejor forma de llevar a la práctica la afortunada idea.