miercoles Ť 4 Ť julio Ť 2001

Arnoldo Kraus

Homosexualidad

Hasta 1980 uno de los principales textos de la American Psychiatric Association, el Diagnostic and Statistical Manual, incluía la homosexualidad como una anomalía en la conducta, lo cual implicaba que era una enfermedad. Si la profesión médica tardó más de cien años -el término homosexualidad se empezó a utilizar en 1869- para "empezar" a entender que no es una patología, Ƒqué debe esperarse de la población general?

Dos semanas atrás, Amnistía Internacional (AI), en un informe que integra la campaña Tortura, nunca más, declaró que en más de 70 países las relaciones entre personas del mismo sexo son consideradas un delito, por lo cual son perseguidas. En varios de ellos -México figura en la lista- son torturados, sometidos a abusos sexuales, obligados a recibir tratamiento psiquiátrico e incluso forzados a huir de sus países a causa de la violencia. En algunas naciones, como Irán, Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos, incluso son castigados con la pena de muerte. En el informe más reciente de AI, Delitos de odio, conspiración de silencio, se señala que en múltiples países latinoamericanos se han registrado "niveles alarmantes de abusos contra transexuales, incluso tortura". Asimismo, en no pocos sitios se considera que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son "antiafricanas", "anticristianas" o brazos de la "decadencia burguesa". Desde la óptica dominante de la heterosexualidad, la homosexualidad representa todo un menú de intolerancia.

Si se repasa la historia se entiende el porqué de estas acciones. El término homofobia -actitud negativa e irracional contra homosexuales- empezó a utilizarse en 1967. Sus principales promotores han sido los fundamentalismos religiosos y los defensores del heterosexismo, creencia que asevera la superioridad moral de instituciones y prácticas asociadas con la heterosexualidad. En 1987 un estudio en Estados Unidos demostró que casi 70 por ciento de la población preferiría no trabajar con homosexuales. Cuando se analizan las características de las personas homofóbicas se distinguen otro tipo de prejuicios, como el racismo. No sobra recordar que en la Alemania de Hitler los negros, los judíos, los homosexuales y los testigos de Jehová, entre otros, constituían lo subhumano. En la actualidad, en países como Zimbaue o Namibia se les considera "infrahumanos", mientras que en otros se ha sugerido que deben ser eliminados de la faz de la Tierra.

La homofobia ha sido utilizada también como instrumento político. En Malasia sirve para desviar la atención de los ciudadanos o para desacreditar o silenciar a los disidentes. Tiempos atrás, Jean Paul Sartre acusó a Fidel Castro de haber escogido y hostigado a los homosexuales en vista de que no había judíos.

Diversas investigaciones aplicadas en sociedades y naciones heterogéneas no han demostrado que la población homosexual tenga conductas psicopatológicas que la hagan distinta de los heterosexuales. Tampoco hay estadísticas o cifras que demuestren que los/las homosexuales produzcan daños "especiales" en la sociedad o que, debido a sus afinidades sexuales, lesionen el tejido social. Entonces, Ƒpor qué se les denuesta, se les estigmatiza?

Como en tantos otros ámbitos, además de la intolerancia, el problema estriba en la falta de educación. En Estados Unidos, en el currículo de las escuelas de medicina, durante los cuatro primeros años se dedican, en promedio, solamente tres horas y media al tema de la homosexualidad. En México, hasta donde sé, no existe facultad de medicina que se ocupe del tema. ƑCómo informar a la población si los médicos, quienes deberían ser vanguardia en el tema, carecen de información? Amnistía Internacional hizo una serie de recomendaciones a los gobiernos para combatir la discriminación homosexual y subrayó que "la defensa de los derechos humanos de los homosexuales sólo por homosexuales es imposible", y que "tienen que ser personas que no son víctimas de esta sociedad hostil, sean homosexuales o heterosexuales, las que deben hacer suya la lucha por los derechos humanos".

La lucha por los derechos humanos es sinónimo de la liza contra la intolerancia y es extensión de la lid contra la homofobia. Las sinonimias son tan amplias como la intolerancia y ésta, por desgracia, es ilimitada. Lo humano como extensión de la persona y de su ser es la única herramienta con la que se cuenta para acortar la fuerza de la intolerancia. No hay duda que ha pesado mucho más el silencio y la inacción de quienes deberían contrarrestar el peso de la violencia que las acciones de los grupos fanáticos. Emmanuel Lévinas preguntaba: "Ƒes que siendo yo no mato?", a lo cual, modestamente, agrego, Ƒacaso no tienen derecho a ser los homosexuales?