Lunes en la Ciencia, 2 de julio del 2001
Efectos fisiológicos del abuso del alcohol y experimentos para evitar los daños a la mañana siguiente La resaca Miguel Rubio Godoy Prácticamente todos nos hemos despertado alguna vez con una resaca que nos hace sentirnos como el insecto kafkiano Gregorio Samsa; una sed inextinguible, un dolor de cabeza que retumba, pulso de maraquero, náusea, fotofobia... Lo cual en principio resulta curioso si lo ponemos en el contexto de lo que ha avanzado el conocimiento biomédico hasta nuestros días; si podemos hacer trasplantes de órganos, fertilizaciones in vitro, y estamos ahora, gracias a la ingeniería genética, acercándonos a modificar incluso a los seres humanos antes de que éstos nazcan, Ƒpor qué no hay un remedio de la ciencia para hacer más amena la mañana posterior a la pachanga? La respuesta es sencilla: según el parecer de la mayor parte de los gobiernos, los médicos y las industrias, si se desarrollara una cura para la resaca (como le dicen los españoles y algunos tecnicistas; la cruda para los cuates) se desataría un catastrófico aumento en el consumo de alcohol, pues incluso las personas normalmente moderadas tenderían a beber en exceso, confiadas en el mágico elixir que les evitaría que al día siguiente la madre naturaleza los castigara. Por lo tanto, amables lectores, no pierdan tiempo buscando remedios avalados por la literatura científica. Solución a la resaca no la hay; pero sí se ha hecho mucha investigación acerca de los efectos del alcohol sobre el organismo, y al analizarlos, se cuelan algunos datos que podrían hacer la cruz del bebedor más llevadera. En un número especial de la revista británica New Scientist (www.newscientist.com/alcohol) previo a la proverbial pachanga del fin del milenio ųy cruda que la acompañóų, se reportó lo que una esforzada docena de voluntarios averiguaron al echar mano de dichos datos, alentados claro por un puro afán científico y la altruista misión de hacer más llevaderas las crudas de la humanidad. Los intrépidos investigadores accedieron a ponerse hasta las manitas cuatro fines de semana consecutivos y curarse la cruda con remedios distintos; aquí reporto sus hallazgos.
Beber agua La deshidratación es la consecuencia mejor documentada del consumo de alcohol, por lo que en su primera cruda experimental todos los voluntarios bebieron cerca de medio litro de agua. El alcohol etílico (o etanol) es una sustancia diurética, por lo que ocasiona que se deseche más agua de la que se consume. Actúa en el cerebro sobre la glándula pituitaria y bloquea la producción de la hormona vasopresina, que hace que los riñones reabsorban gran parte del agua filtrada antes de que llegue a la vejiga. Una vez apagado este switch hormonal, nuestro chorrito de orina cobra dimensiones torrenciales. Para combatir esta falta de líquido, el cuerpo junta toda el agua disponible en el organismo. En el cerebro esta repentina sequía ocasiona que este órgano se encoja ligera y temporalmente. El cerebro mismo no tiene receptores de dolor, pero al retraerse arruga a la dura madre, una membrana situada entre el cerebro y el cráneo, y ésta sí cuenta con receptores de dolor. Se especula que la falta de agua es la que causa el dolor de cabeza, y probablemente también este mecanismo subyace a otros dolores corporales previos al Alka-Seltzer. Sin embargo, como los voluntarios y sin duda varios de los lectores de esta página han constatado, el agua sola no hace gran diferencia. Y es que el exceso de visitas al baño no sólo hace que perdamos líquido, sino también gran cantidad de sales y minerales. El sodio y el potasio, por ejemplo, son esenciales para el correcto funcionamiento muscular. Ciertos desbalances químicos ocasionados por la falta de sales en el cuerpo podrían explicar varios síntomas como el dolor de cabeza, la náusea y la fatiga. Además, el alcohol también arrasa con nuestras reservas de azúcar, por lo que al día siguiente estamos un poco hipoglucémicos. Lo hace al inducir la conversión de glucógeno en glucosa en el hígado, y este azúcar también es eliminado en la orina.
Agua con sales y azúcares Los crudos experimentales, tomando en cuenta lo anterior, decidieron evitar la segunda resaca al tomar bebidas deportivas del tipo del Gatorade antes de irse a la cama, pues éstas proporcionan tanto sales como azúcares. La diferencia con respecto al agua sola no fue muy importante; al día siguiente algunos incluso se quejaron de que no sólo estaban crudos sino inflados por el gas del refresco, lo cual no les resultaba muy agradable.
N-acetil-cisteína El tercer remedio fue la n-acetil-cisteína (NAC), un aminoácido que se vende como suplemento alimenticio en tiendas naturistas. Todos concordaron en que la NAC era una solución genial. Se piensa que la NAC funciona al inutilizar los compuestos químicos dañinos conocidos como radicales libres, mismos que se acumulan en el hígado como producto de la degradación del alcohol. Los radicales libres generalmente son capturados por el glutatión, pero después de una parranda, las reservas de esta enzima se ven muy disminuidas. La NAC ayuda pues posee mucha cisteína, que es parte activa del glutatión; al haber suficiente cisteína, el glutatión hace su labor sin problemas. Y este descubrimiento brinda sustento científico a algunos de los remedios tradicionales de la cruda, tales como ostiones y los huevos fritos, pues ambos son ricos en cisteína.
Más alcohol El último remedio probado también se conoce popularmente desde hace mucho tiempo: un trago de alcohol justo al despertar. La explicación científica de este remedio puede ser que lo más macabro de la cruda comienza cuando el cuerpo en realidad ya se deshizo del etanol y comienza a dar cuenta de su primo cercano el metanol; este otro alcohol es un contaminante localizado con frecuencia en pequeñas concentraciones en ciertas bebidas de escasa calidad. El hígado arregla el desorden doméstico en estricta secuencia; primero da cuenta del etanol y después se ocupa del metanol y otras impurezas. Pero la degradación del metanol tiene un as bajo la manga, pues entre otros compuestos resulta en la producción de ácido fórmico, que se piensa puede ser el causante de varios males (acaso, como su nombre indica, Ƒtambién de algunos casos de hormigueo?). La adición de más alcohol al torrente sanguíneo la mañana de la resaca funciona pues el hígado de nueva cuenta se encarga de éste y no del metanol, con lo que se deja de producir ácido fórmico; pero el remedio es pasajero, pues eventualmente se reiniciará la degradación del metanol.
Al final del experimento, los voluntarios estuvieron de acuerdo en que no hay una cura universal. Así pues, los habitantes del siglo 21 tendremos que seguir confiando en los remedios tradicionales y algunos de los que he citado aquí para hacer más llevadera la mañana posterior a una gran pachanga; para muchos el mejor remedio siempre seguirá siendo la moderación, pues imagino que habrá pocos dispuestos a optar por la verdadera cura universal: no beber en absoluto. El autor es biólogo y actualmente cursa un doctorado en inmuno-parasitología de peces en la Universidad de Bristol, Inglaterra
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