LUNES Ť 2 Ť JULIO Ť 2001
TOROS
Ť A falta de novilladas en la Plaza México, interesante corrida en La Florecita
Honran la memoria de don Rodrigo Tapia bravos toros de su ganadería
Ť Gran juego de por lo menos tres astados Ť Magnífica actuación de José Luis Herros
LEONARDO PAEZ
En México todavía quedan ganaderos, o sus descendientes, con una idea clara de lo que es la bravura en el toro de lidia, y con la convicción de que por encima de toreros famosos y faenas bonitas, sólo la bravura hará regresar a la gente a las plazas.
En el quinto aniversario de su fallecimiento, el ganadero de Zinapécuaro, Michoacán, don Rodrigo Tapia, fue honrado por sus sucesores con un encierro "como los de antes", es decir, sin exceso de kilos pero con trapío, y con unos pitones que evidenciaban la edad, cuyos problemas, aunados a la casta, se tradujeron en una función esencialmente interesante.
Convertido el pequeño y agradable coso de La Florecita -2,500 localidades- en el último escenario taurino de la ciudad más poblada del mundo, luego de comprobado una vez más el nivel de imaginación empresarial del promotor de la Plaza Muerta, como bien bautizó Lumbrera Chico al desolado panteón taurino de Insurgentes, el público abarrotó los tendidos para presenciar una insólita corrida.
Insólita por varios motivos, amén de conmemorar al ganadero: la entrada fue gratuita, alternaron José Luis Herros (doce años de alternativa), Miguel Reyes El Biafra (ocho años de matador) y Luis Ricardo Pasión Gitana (un año), este último organizador y promotor del festejo, habida cuenta de que, además de torero, es un próspero hombre de negocios cuyo éxito no ha matado su afición.
Pero lejos de aliviarse con un festivalito de luces, los alternantes le salieron a seis ejemplares que corroboraron lo que a los neoempresarios taurinos del país ya se les olvidó: la auténtica bravura, ésa que paraliza a los vendedores y calla a los gritoncitos, la misma que obliga a hacer lo que se sabe y pica el amor propio de los toreros con alma, es la última posibilidad que tiene el espectáculo de recuperar al gran público que posibilita el negocio taurino.
Importando cada año a tres llena-plazas y nueve medianías, nuestros despistados empresarios lo único que han logrado es aumentar la dependencia taurina con respecto a España y despojar a México de exponentes locales con imán de taquilla, mientras los gobiernos del cambio, al igual que los anteriores, ni ven ni oyen los problemas que embargan a la fiesta brava del país.
Cada quien en su lugar
El verdadero problema de la bravura es que pone a cada quien en su lugar, por lo menos a empresas, ganaderos, toreros y subalternos, los dos últimos hoy por hoy a merced del miedo e incapaces de formar un frente común que aterrice de una vez por todas a los antojadizos ricachones metidos a promotores.
ƑSe imaginan a matadores, banderilleros y picadores exigiendo reivindicaciones realistas, so pena de paralizar el espectáculo taurino en todo el país, no sólo en una plaza? Ya verían a quién le duelen más las utilidades, si a los todopoderosos o a la fuerza laboral que posibilita el alicaído espectáculo, y ya veríamos de lo que es capaz la autoridad -del color que sea- para meter en cintura a los contumaces "actores" de la fiesta.
Con el paso del tiempo, José Luis Herros madura y evoluciona en su fina expresión torera. Superior y meritorio trasteo logró con el que abrió plaza, al que Beny Carmona dejó una vara en todo lo alto y Paco Herros colgó sensacional par. En los medios estructuró José Luis su faena -que brindó al matador Gabriel España-, en tandas por ambos lados en las que hubo de aguantar y mandar en serio a un toro muy bien armado y con sentido. Volcándose sobre el morrillo dejó dos estocadas enteras y recibió merecida oreja.
Con su segundo, un cárdeno brocho que manseó, Herros quitó con tres bellos lances a pies juntos y una media de lujo, para que luego Alfredo Acosta, crecido, dejara los palos asomándose al balcón. Tras brindar a la ganadera, José Luis a base de trincherazos y medios pases llevó al astado a los medios, donde de nuevo, a base de decidida colocación, consiguió muletazos imposibles, coronados con media estocada para recibir sonora ovación.
ƑQue en México no hay toreros con potencial? Lo que ha faltado es voluntad para promoverlos con imaginación.
Por su parte, El Biafra enfrentó al más bravo del encierro -espectacular salida desprendiendo dos tablones de la barrera, y al que Sergio González puso un gran par- y al de menos hechuras, pero también con recorrido, sin embargo, en ambos el carismático diestro se vio eléctrico, acortando las tandas e incluso yéndose de las suertes. No fue su tarde.
Y Luis Ricardo -Pachón gitano, apuntó algún desalmado- anduvo voluntarioso con el mejor lote, esparciendo detalles agitanados, es decir, con sabor pero sin ligar, con expresión pero sin obligar. Si se toma en cuenta que a los consagrados se les tolera el detallismo... Afuera, el busto de Don Difi dibujaba su enigmática sonrisa.