LUNES Ť 2 Ť JULIO Ť 2001

TUMBANDO CAÑA

Ernesto Márquez

Apología del café con leche

veracruz-pv2-jpegA MUCHOS VISITANTES del Puerto Jarocho les llama la atención la costumbre que tienen sus habitantes de tomar café con leche a cualquier hora del día. Esta reconfortante bebida que aún se conserva entre las rarezas criollas, junto al agua de tinaja, los dulces caseros y los bocadillos de frituras, es una de las preferidas del paisanaje porteño tanto como la cerveza o mucho más.

El café con leche comenzó sustituyendo al chocolate en el desayuno y merienda desde tiempos de la Colonia. Según me dicen la costumbre de tomar café fue impuesta por la aristocracia colonial como el reto de acceder a una bebida fuerte y caliente en un clima tropical. Pero lo cierto es que lo españoles abandonaron el gusto por el chocolate con churros y se aficionaron a la mezcla de café con leche por el "levantón" que supone su ingesta, contrario al efecto relajante y/o narcotizante de la bebida de cacao.

ASI, POCO A POCO, la mezcla de café con leche se fue popularizando hasta hacerse un hábito cotidiano. Era costumbre en los ámbitos rural y urbano preparar una cazuela de café con leche y brindarlo a las visitas como refresco. Costumbre que se tornó culto religioso a tal grado que negarse a aceptar una taza de café con leche devenía insulto o blasfemia.

RELACIONADA CON LA VIDA social, esta bebida se tornó en pulso de la economía social. Cuando el dinero escaseaba en el hogar constituía el plato salvador. Pero a medida que se prosperaba, se reducía su consumo. No sé si por esa causa se le llamó sube y baja, o por la graciosa forma de servirlo en los cafés, con dos cafeteras en mano, y haciendo el mesero gala de precisión con cada una, para no echar de más ni de menos: justo el toque perfecto en la mezcla, subiendo y bajando rápidamente los brazos.

EL CAFÉ CON LECHE O "LECHERO" tuvo su punto de degustación culminante en el Café de La Parroquia, espacio ubicado justamente enfrente de la catedral veracruzana, en el que los novios o esposos esperaban a sus mujeres mientras éstas acudían a misa de siete. Allí se hizo costumbre llamar al mesero golpeando el costado del vaso con la cucharilla removedora. Al llegar el enguayaberado servidor preguntaba "chico o grande", mientras vertía el concentrado del aromático para después agregarle el lácteo, por lo que el color iba del ligeramente dorado o amulatado hasta el más oscuro, dependiendo de los gustos.

POLITICO DE CAFÉ con leche se les decía a los hombres que solían reunirse alrededor de una buena taza de la humeante bebida, en cualquier café del puerto, para discutir los problemas nacionales e internacionales sin que llegaran a resolver nada. Frase que en la actualidad se le aplica a los politiqueros en turno que hablan mucho y nunca cumplen las promesas hechas al pueblo.

ME CUENTA EL POETA y cronista popular del Puerto, don Félix Martínez y Alavez González que en cierta ocasión llegó al Teatro de La Reforma una famosa cantante que no recibió del público jarocho los aplausos que esperaba y que, indignada, al despedirse lo calificó de "pueblo de ignorantes y café con leche".

EN REALIDAD NADIE se ofendió de tales apellidos pues, ya por la conformación social o por lo que sea, los jarochos se consideran un pueblo café con leche. Tengo una amiga que dice ser como el café con leche y yo sé bien por qué lo dice.

EL OTRO DIA ESCUCHABA en voz de la directora del IVEC, Leticia Perlasca, los beneficios del café en general y del café con leche en particular y comprendí por qué ahora el Festival Internacional Afrocaribeño de Veracruz está dedicado al aromático grano. Seguramente las charlas que en el Gran Café de La Parroquia darán Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Guadalupe Loaeza y José Luis Cuevas tendrán justamente eso que impone la bebida. ¡Salud!

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