LUNES Ť 2 Ť JULIO Ť 2001
Ť Participará en el festival de música folclórica de Port Townsend
Para tocar no necesito saber el silabario, dice Juan Reynoso, virtuoso del violín
Ť El Paganini de Tierra Caliente impartirá una serie de cursos en Estados Unidos
ANGEL VARGAS
Se hizo músico "nomás porque sí", porque creyó que ése era su destino y el tiempo le demostró que no se equivocó. Don Juan Reynoso Portillo no sólo es uno de los grandes virtuosos del violín campesino, sino uno de los mayores músicos populares que ha tenido México. Para eso, dice ufano, no necesita "saber el silabario".
Con casi 75 años de trayectoria, son incontables las satisfacciones que ha cosechado al presentarse en la radio, grabar varios discos y ser invitado por Pedro Infante a una gira, y hasta que se le conozca como el Paganini de Tierra Caliente, tocar en el Palacio de Bellas Artes y recibir, en 1997, el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
Si bien le da "harto miedo volar", don Juan partió hace unas horas por sexto año consecutivo a Washington, Estados Unidos, para participar en un festival de música folclórica que tendrá lugar del 2 al 6 de julio en Port Townsend y en el cual ofrecerá conciertos públicos e impartirá clases de violín.
De Coyuca a Bellas Artes
"Me gusta mucho viajar allá porque a la gente le emociona cantidad la música que hago, la música de mi tierra, y la quieren aprender", dice el también compositor, nacido en un rancho de Coyuca de Catalán, Guerrero, el 24 de junio de 1912.
-ƑQué importancia ha tenido la música en su vida?
-Ni sé qué, pues. Soy un hombre que no conoce ni las letras. Nunca fui a la escuela, ni siquiera aprendí el silabario y la verdad que no sé qué responder. Soy un aldeano. Lo único que puedo decir es que toco música, mal hecha, regular o medio bien, pero no puedo decir más.
"Me tocó la suerte que, como se dice, también lo feo divierte, y desde siempre a la gente le ha gustado y divertido lo que hago. Gente de allá y de acá, hasta los gringos van a verme a Altamirano, donde vivo, porque quieren que les enseñe.
"La música es muy importante para mí. Siempre he creído que es la expresión de la alegría o la tristeza, según el estado de las personas. Aunque hay de plano a quienes no les gusta lo que oyen, así pueda estar uno echando el alma queriendo quedar bien".
-ƑEn su familia había músicos?
-No, nada. Sólo se me dio a mí. Mi padre tocaba un poquito, era tamborista, pero nada más para fiestas como de muertitos, vírgenes y otras por ahí.
-ƑCómo llegó, entonces, el violín a su vida?
-Me fijaba harto en los músicos. Me pegaba a uno, a otro y a otro. Parecía yo, valga la comparación, un becerro que se le pegaba a una vaca, a otra y a otra para ver cuál se dejaba hacer algo.
"Mis padres no querían que tocara. Me decían que qué iba a hacer con la música, que cómo se me había pegado esa maña. Y yo insiste e insiste diciéndoles que me compraran un violincito y ellos que no querían. Pero a nadie le falta Dios y llegó un muchacho por ahí, desbalagado, que era huérfano y del cual se encargaron mis padres. Era muy inteligente y servicial, buena gente. Se llamaba Fernando, pero por mal nombre le decían El Machete. Un día se compró un violincito, chiquito, de juguete, y pues que lo comienza a testerear y yo también. El aprendió a medio tocar, pero después le dio por meterse de soldado y se pasó de cumplido y lo mataron de un balazo.
"Yo aprendí a tocar la Paloma blanca, La cucaracha... La gente que por ahí me oía le decía a mi papá: 'escucha, Felipe, qué retebien toca el guache', como le dicen por allá a los chamacos. Le llamó la atención a mi papá y fue así como decidió comprarme un violincito más grande".
-ƑQué edad tenía usted?
-Pues como seis o siete años. šImagínese! Nací en 1912, entonces toda mi vida ha sido al lado del violín. Ese es mi destino hasta ahora.
-ƑCuándo y por qué comenzó a componer?
-Tendría entre 12 o 14 años, como no sé leer, no tengo presente las fechas. Empecé a hacer mis cositas así nomás, a lo tarugo. Me inspiraba, a veces, en alguna muchacha, alguna amiga o amigo; me agarraba la onda nomás así. Pero yo no compongo, descompongo.
"Si viera cuántas mujeres conquisté con la música. Para mí hay tres cosas que son rebien perseguidas para conseguirse una muchacha: les gustan los soldados, mucho, demasidamente, pero también los choferes y los carajos músicos. šAh, cómo las envenena la música!
-Además de la música, Ƒa qué más se ha dedicado?
-Le hice un poco a la agricultura. Pero no me gustó andar con machete cortando ajonjolí ni andar con la yunta. Me decían que con esa inteligencia que tenía no era hombre para rancho y que mejor me fuera para un pueblo. Desperdicié muchas cosas. El difunto Pedro Infante, por ejemplo, me quería llevar para Estados Unidos. Me pagaba 10 mil pesos y me ofrecía un traje diferente por cada uno de los tres días que íbamos a estar por allá. Pero no fui porque mis compañeros no quisieron ir. Estaba trabajando con (la actriz) Estela Inda y ella no quiso ir porque yo no era mariachi. Pero Pedro Infante dijo que no me quería como mariachi porque él tenía y de sobra, sino para presentar la música que yo hacía, esa música rara de mi Tierra Caliente.
-ƑNunca le inquietó estudiar formalmente música?
-No. Además, Ƒya qué me enseñaba yo? Perico viejo no habla, y si habla, dice puras tarugadas, pues. Si no tenía para sostenerme, Ƒcómo iba a pagarme clases? No me da vergüenza decirlo: mis padres fueron pobrecitos de a madres, no teníamos ni casa. Pasé muchos trabajos.
-Sin embargo, la música ha sido muy noble con usted.
-šCómo no! Desde que quedé huérfano totalmente, pues mi mamacita murió en 1930 y mi padre cinco años después, comencé a tocar solito por ahí aunque pagaban baratisísimo. En Guerrero no valía la música para nada. Nos pagaban un peso y cincuenta centavos a cada músico, rara era la vez que ganábamos dos pesos. Luego me fui a Michoacán, donde pagaban mejor, cuatro pesos por día. E hice dinero yendo a los ranchos. La música me ha dado hartos amigos y experiencias buenas. Aunque ha habido de todo.
-ƑQué siente cuando le dicen que es el Paganini de Tierra Caliente?
-Pues bonito. Decían que él era un gran violinista, muy bueno, y a mí me puso así un señor de Altamirano cuando me escuchó tocar. Comencé a tener fama entre la gente del pueblo cuando tocaba solito en la iglesia o cuando me mandaban a llamar para alguna fiestecita. La gente me decía que hasta lloraba de la emoción cuando me oía.
-ƑY qué opina de la música que hoy se escucha?
-Ya no hay ora músicos buenos. Ya se murieron. Los jóvenes ahora tocan el piano sólo al revés, no les gusta lo que nosotros hacemos. Dicen que es música anticuada y reaburrida, trabajosísima. Mucho de lo que ahora se hace son puros enredijos, música que le gusta sólo a los borrachos. Parecen ruidos de zancudos, ni se entiende, lo único que quieren es que salga jumo del arco. En mi tontera, sigo amachetado, no hago caso de eso que hacen, para mí son guajolotes. Lo único que sí me da harto coraje es lo que le hacen a la música.