lunes Ť 2 Ť julio Ť 2001
Iván Restrepo
Conservación o daño ecológico
Las autoridades ambientales del país acaban de recibir una carta firmada por varios científicos en la que piden su intervención a fin de garantizar que las ocho islas y los cuatro islotes de la bahía de Chamela, en la costa de Jalisco, se conviertan legalmente en área prioritaria para la conservación de la biodiversidad y no, como temen los especialistas, sucumban ante intereses privados. En dichas islas existe una flora peculiar que no se encuentra representada plenamente en ninguna de las áreas protegida del estado. También son hábitat de numerosas especies de vertebrados e invertebrados marinos, algunas de las cuales son endémicas de Jalisco. Son además sitio de anidación de varias especies de aves marinas, como el Bobo de Patas Azules, amenazada por la extinción y que en los últimos cinco años ha incrementado el tamaño de sus colonias de anidación. Una de las islas, San Panchito, funciona como importante hábitat para miles de individuos de dos especies de murciélagos migratorios, consideradas prioritarias por programas de conservación y muy sensibles a la perturbación de sus refugios. En invierno es frecuente observar ballenas alrededor de las islas.
A pesar de la importancia biológica que brevemente hemos expuesto, no se habían hecho esfuerzos para garantizar la conservación de las islas hasta que, recientemente, un grupo de investigadores relacionado con la Reserva de la Biosfera Chamela-Cuixmala inició los trámites para decretarlas santuario ecológico. Como resultado, el 4 de enero pasado en el Diario Oficial de la Federación se dio aviso de tales trámites y se puso a disposición del público los estudios que sirven de fundamento para convertirlas en santuario. De lograrlo, sólo se permitirán actividades de investigación, recreación y educación ambiental, compatibles con la naturaleza y características del área.
Sin embargo, sorpresivamente una de las islas, Cocina, se otorgó en concesión a un grupo que pretende aprovechar la belleza natural del lugar y promete causar un bajo impacto en la biodiversidad del sitio. Se trata del denominado "Campamento turístico", al que autorizaron a realizar obras diversas para albergar turismo ecológico proveniente del exterior y que permanecería en el sitio pocos días. Tendrá capacidad para cerca de 150 personas, incluyendo el personal de servicio (cantineros, entretenedores y un biólogo, entre otros). Supuestamente las palapas serán construidas con maderas locales, de tal forma que no "rompan" con la estética del sitio. Además, van a construir una serie de corredores ecológicos. En los mapas del proyecto no se observan corredores hacia los lugares de anidación de aves marinas, pero seguramente los harán.
La isla Cocina tiene una topografía irregular y no cuenta con agua dulce. Su suelos son arenosos y susceptibles a la erosión. Sus playas son de tamaño pequeño y para llevar a cabo el proyecto es necesario remover la vegetación cercana. Algunos problemas serios pueden ser la generación de grandes cantidades de desechos sólidos y de aguas negras y grises. Por otro lado, las comunidades de aves son muy susceptibles a la presencia humana constante, pues su éxito reproductivo disminuye conforme aumenta el número de visitantes a sus colonias.
La presencia de turistas pernoctando en la isla reducirá también el número de visitas diurnas del turismo local, que ha significado un ingreso importante para los pescadores de la zona. Esto puede incrementar las visitas a otras islas, más susceptibles a daños ecológicos por presencia humana, como la Pajarera o San Panchito.
El proyecto en isla Cocina es un ejemplo más de un mal entendido ecoturismo, pues excluye a las comunidades locales, beneficia a unos pocos y genera daños ecológicos. Por eso, quienes firman la carta dirigida a las autoridades ambientales, todos ellos relacionados con la ecología y la conservación, estiman muy necesario evaluar de nuevo y con detalle la compatibilidad del mencionado proyecto turístico con la conservación de la riqueza biológica de estas islas y el desarrollo sustentable de la región de Chamela. No menos importante es dar respuesta satisfactoria a una pregunta muy simple ƑCómo fue que dicha concesión se autorizó si a la par corría el trámite para proteger las islas y su biodiversidad? Ť